- La pareja jarocha en Proceso
Luis Velázquez/ Barandal
Veracruz.- ESCALERAS: Algunos políticos entran a la historia del país de la peor manera jamás imaginada, ni siquiera, digamos, por una inteligencia truculenta.
Por ejemplo, dos años después, Javier Duarte y Karime Macías son los clientes preferidos de los caricaturistas de medios de la Ciudad de México, pues en Veracruz ya ninguno voltea a mirarlos.
En el número 2186, Duarte merece dos caricaturas y Karime una.
En la página de los moneros Helguera y Hernández, la número 82, de Proceso, Duarte aparece en primer plano con el título de “Cerdo salvaje”.
Los moneros lo retratan, claro, con un cuerpo de cerdo gordo, casi casi calvo o, mejor dicho, peinado al estilo de la moda juvenil, con lentes más o menos decentes, con orejas y cola de marrano, y con una barba, digamos, más, mucho más decente de cuando gobernaba Veracruz, tiempo cuando se había “vuelto sexy” para las barbies políticas, y que tanto lo aclamaban, algunas con cargos públicos todavía.
En el epígrafe de la caricatura de Duarte (se llama “Tratado sobre fauna muy corrupta”) dice lo siguiente:
“Puercus jarochae. Este animal devora todo a su paso y lo llena de suciedad y muerte, excepto sus ranchos y casas”.
PASAMANOS: En la misma página, más adelantito, Helguera y Hernández hacen acompañar a Duarte con su esposa, Karime Macías, quien desde hace muchos meses vive como princesa en desgracia en Londres, la ciudad más cara del mundo y en contra de quien el gobernador Yunes ha solicitado a la Procuraduría General de Justicia de la República, PGR, que acelere su extradición.
El título de la caricatura de Karime es “pájara de cuenta”.
El epígrafe dice así:
“Abundancis carroñae. Ave migratoria que ha cruzado el pantano jarocho y quedó embarradísima. Reciente emigró para una isla británica a pesar de tener varios nidos en Miami. Merece la cárcel”.
Y como una “pájara de cuenta”, ave carroñera al fin, Karime aparece como una buitra, con el pelo más ensortijado que nunca, con unos ojos de harpía y con una nariz y una boca gigantesca, con el cuello de un zopilote, con las alas y el pecho de una ave de rapiña, y con pezuñas de águila descansando sobre una bolsa, se entiende con billete, con el signo de pesos.
Nunca, jamás, en la historia local ni nacional, la esposa de un gobernador expuesta y exhibida en su otra dimensión.
Y más, luego del paraíso terrenal vivido a la sombra del poder estatal, donde solía co-gobernar con Javier Duarte y el gabinete legal y ampliado se le cuadraban.
CORREDORES: En la misma página, Duarte y Karime aparecen con otros políticos connotados, buenas personas, gente VIP de la política.
A Rosario Robles le llaman la “chiva expiatoria”.
A Emilio Lozoya, “rata de ducto”.
Y a Enrique Peña Nieto, “rata de angora”.
Es decir, ni Duarte ni Karime están solos y tienen compañía en “la fauna muy corrupta”, intitulada por los moneros de Proceso como “De Naturae Corruptibilis”.
RODAPIÉ: En la misma edición de Proceso 2186, página 43, Javier Duarte es retratado por Rocha con el título de “Nombrar la soga”.
En el primer plano aparecen Javier Duarte, Rosario Robles, la dama que nunca ha de ocuparse de nada como le dijo Enrique Peña Nieto, y Humberto Moreira y César Duarte, los ex gobernadores priistas de Coahuila y Chihuahua, con la fama pública del saqueo de los recursos federales.
Más adelante aparece AMLO, el presidente electo, sosteniendo una hoja donde aparece una flecha hacia abajo, en caída libre, refiriéndose a la frase del tabasqueño de que “recibirá un México en bancarrota”.
Entonces, los cuatro personajes de la caricatura, encabezadas por Javier Duarte, exclaman al unísono:
“¡Qué irresponsable! Con esas palabras puede llevar al país a la ruina”.
El más siniestro de los cuatro es Duarte.
La panza fenomenal por delante, y que tanto sirve para caricaturizar a los personajes de la vida pública, a tal grado que la camisa azul está abierta y le muestra el principio de su ombligo sexy.
Los ojos iracundos por más que la cólera pudiera quedar escondida atrás de los lentes.
Las pestañas, más curvadas que las de María Félix en sus peores tiempos, ya viejita, arqueadas tocando, todo indica, los tambores de guerra.
La gigantesca cara de plato rumiando con unos dientes de cóndor.
Y en los pies, Duarte, el único de los cuatros (Rosario Robles, Humberto Moreira y César Duarte) encadenado, sosteniendo en la mano derecha una cadena que hacia el final tiene una bomba explosiva.
BALAUSTRES: Duarte y Karime están en el estrellato nacional. Nunca una pareja gubernamental se había “puesto de a pechito” a los caricaturistas.
Y si en su momento Duarte se dolía de sólo tener una casita en el puerto jarocho y otra en Córdoba, caray, bien podría exigir reparto de utilidades a los moneros que lo han convertido en un cliente asiduo.
Veracruz, no obstante, en el peor estercolero de la nación.
Tan es así que por órdenes del presidente Enrique Peña Nieto, el presidente del CEN del PRI, ahora diputado federal, Enrique Ochoa Reza, anunció, primero, que Duarte era el símbolo de la corrupción política nacional, y segundo, su expulsión como militante del PRI y que significan palabras mayores, al mejor nivel, digamos, del ex gobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva, “El chueco”.
Algunas de las elites priistas de Veracruz, en el peor capítulo negro de sus vidas.
Más de cuarenta políticos, jefes policiacos y policías, internados en el penal de Pacho Viejo acusados por la yunicidad desde delincuencia organizada, lavado de dinero, desvío de recursos públicos y creación de empresas fantasmas hasta desaparición forzada.
Dos años después, Duarte y Karime son noticia que, a diferencia de la canción de Héctor Lavoe, ni se olvida al medio día ni menos en la tarde/noche.