Luis Velázquez | Expediente 2021
19 de abril de 2021
El PRD Veracruz, con par de alcaldes, ha ganado el Premio Oscar al nepotismo, tráfico de influencias y conflicto de intereses.
Incluso, en su piel encarnó la historia del presidente municipal de “Los funerales de la mamá grande”, la novela de Gabriel García Márquez editada por vez primera en el mundo por la Universidad Veracruzana.
Aquel alcalde era feroz y ambicioso. Dueño del día y de la noche reprimía y llevaba montón de cadáveres de enemigos y adversarios.
Un día, necesitó consultar de emergencia al dentista, y quien era uno de sus críticos.
En un principio, el dentista se negaba por las diferencias políticas, pero luego, en un dos por tres, pensó que lo tendría en la mesa de los sacrificios y se vengaría.
Luego de revisar la dentadura le dijo que debía extraer dos muelas totalmente dañadas y por la alta hinchazón que tenía la anestesia no le cuajaría y debía sacarlas “a calzón quitado”.
Sentado en el sillón, el dentista remolió hasta que extrajo el par de muelas con los quejidos dolorosos del alcalde que se escuchaban en el otro extremo del pueblo.
Con la primera muela, se dijo el médico, me pagas unos crímenes, y con la segunda, otros, hasta sumar el ajuste de cuentas por los 25 asesinatos más escabrosos.
Después, a la hora del pago, el doctor le dijo sus honorarios y el alcalde le reviró de la siguiente manera:
–Envía la factura al Ayuntamiento.
–Pero si es una factura personal.
–¡Es la misma vaina! contestó el presidente municipal.
El alcalde, pues, sintiéndose dueño del pueblo y dueño de las finanzas y dueño de las policías y dueño del destino colectivo.
PREMIO NOBEL DE NEPOTISMO
En Zongolica, por ejemplo, el Premio Nobel del Nepotismo para el alcalde del PRD, Juan Carlos Mezhua, quien impuso a uno de sus hijos, Carlos Irineo Mezhua, como candidato a la presidencia municipal.
Además, impuso como candidato suplente a su hermano Leobardo Mezhua para que el reparto de las mieles del poder quede en familia.
De ñapa, impuso a una hermana como candidata a diputada local, ni más ni menos, por la vía plurinominal, es decir, sin hacer campaña, ni gastar un solo centavo ni exponerse a una derrota.
A un ladito, en Mariano Escobedo, otro alcalde y del PRD, Baldomero Montiel, impuso a su esposa María Guadalupe Durán como candidata a la alcaldía.
A su hermana Sandra Silvia Montiel como candidata suplente para que de igual manera como en Zongolica, la familia se quede “con hacha, calabaza y miel”.
Cierto, cierto, cierto, de norte a sur y de este a oeste de Veracruz, en montón de municipios los alcaldes impusieron a hijos, esposas, hermanos, tíos, primos y hasta barbies como candidatos a un puesto de elección popular.
Pero el PRD ganó el Premio Oscar del Nepotismo porque dueños del palenque se quedaron con todas las canicas.
Desde luego, con el visto bueno del gran demócrata de todos los tiempos de Los Tuxtlas, Sergio Cadena, el ex priista alcalde de Catemaco, ahora mandamás en el PRD.
El ejercicio democrático en su más alto decibel bajo el principio filosófico de E’to pa’ti y E’to pa’mí.
Por fortuna, los Mezhua de Zongolica y los Montiel de Mariano Escobedo están purificando el relato bíblico, pues en aquel tiempo los jefes tribales únicamente heredaban el poder a los hijos (Mezhua) y ahora también a las esposas (Montiel) y a los hermanos (Mezhua y Montiel).
Claro, de acuerdo con la Biblia, los jefes tribales se retiraban como los elefantes a una cueva en la montaña para esperar la muerte y dejar en libertad a los hijos para gobernar.
Pero en el caso, ninguna duda existe de que Juan Carlos Mezhua y Baldomero Montiel seguirán ejerciendo el poder desde las sombras, y si es posible, qué caray, de frente y sin rodeos.
Gracias a ellos, entre tantos otros (trece diputados locales, la mayoría de MORENA, renunciaron para buscar alcaldías y curules federales), la democracia se está purificando en Veracruz y ojalá que ninguno tenga ataque fatídico de unas muelas porque entonces, si les toca un dentista opositor, los sentará en la mesa de los sacrificios como el médico de la novela de García Márquez, “Los funerales de la mamá grande”.
LA DEMOCRACIA CAMBIA DE PIEL
Es la hora, entonces, de que los politólogos y sociólogos y antropólogos revisen su teoría sobre la democracia y establezcan como premisa universal la herencia del poder a los miembros de la familia como si las presidencias municipales y curules federales y locales fueran una hacienda porfirista con un dueño latifundista ejerciendo el derecho de pernada (Pedro Páramo en la novela de Juan Rulfo) y con capataces sonando y resoplando el látigo y el chirrión para doblegar y arrodillar a los indígenas y campesinos labriegos y jornaleros.
Incluso, y por eso mismo, los anuncios de los partidos políticos “rasgándose las vestiduras” por la democracia, la libertad, la dignidad, la seguridad, la justicia y la buena calidad educativa y de salud pública constituyen una vacilada, un escarnio, una burla, para la población electoral y los ciudadanos de a pie.
Antes, existía pudor y rubor en las tribus políticas y se contenían para heredar el poder a la familia.
Ahora, la soberbia y la desfachatez de ha apropiado de ellos. El rechazo social y popular les vale.
Y más les vale porque son acuerdos entre las elites, las únicas que siempre se han repartido los cargos públicos y han puesto a la república en el primer lugar mundial de la corrupción.