Luis Velázquez | El Piñero
02 de septiembre de 2021
EMBARCADERO: Era el abuelo de Héctor Fuentes Valdés (1920/1980) un apóstol del árbol… En casa había sembrado un jardín gigantesco en el patio y que todos los días regaba antes de que el sol saliera para que el pasto sintiera y disfrutara el agua fresca en la mañana tibia… Pero en el patio también había montón de árboles… Por ejemplo, cinco árboles de limones… Dos árboles de ciruelas… Un árbol de aguacates… Unas plantas de árboles… Y otra parte de su patio convertido en hortaliza… Incluso, sobre las ventanas de la casa tenía colgadas macetas sembradas con legumbres…
ROMPEOLAS: La práctica, hábito, del abuelo se la había enseñado su padre… Y era como un ritual religioso, de igual manera como para un escritor leer y escribir y para un pianista tocar el piano con disciplina para pulir y volver a pulir las notas musicales… El abuelo gozaba al máximo cuando hacia el mediodía se iba a su hortaliza y cortaba rábanos, por ejemplo, y los lavaba con pulcritud y los ponía en la mesa para el disfrute gastronómico…
ARRECIFES: En cada temporada se la pasaba cortando limones, ciruelas y papayas y aguacates para el consumo familiar… Y si la producción era alta, entonces, repartía en el resto de la familia, los hijos casados y hasta con los vecinos… Solía pasar horas enteras en aquel jardín, su paraíso terrenal, platicando con las plantitas y los árboles, porque, aseguraba, también escuchan y se animan y reaniman con la plática… Nada más doloroso para el abuelo que de pronto, una plantita perdiera la vida y amaneciera muerta, con las ramitas caídas, arrodilladas hacia el suelo…
ESCOLLERAS: Quizá el dolor y sufrimiento más espantoso de su vida fue cuando debió, no quedaba otra, meter el hacha al único árbol de aguacate… Lo había sembrado cerca de la cocina de la casa… Y cuando el árbol fue creciendo y creciendo, levantándose soberbio y altivo hacia las alturas, las raíces también crecieron y se fueron extendiendo alrededor… Y como las raíces de un árbol de aguacate crecen hacia los lados, nunca hacia abajo, de pronto, se habían metido a la cocina y levantaban el piso… El jardinero dijo que las raíces llegarían a toda la casa con una fuerza descomunal…
PLAZOLETA: Entonces, el abuelo sufrió un ataque de pánico, y ni modo, ordenó que tumbaran el árbol… Pero también, dispuso un rastreo de las raíces de los otros árboles fuera a ser… Durante muchas semanas, el abuelo se hundió en la más terrible y espantosa soledad porque la muerte del árbol equivalía al fallecimiento de un familiar… Y solo pudo restablecerse un poco cuando la abuela sembró unas rosas en el jardín y florecieron y las rosas rojas y amarillas germinaron y alegraron sus días… El dolor de la muerte de su árbol de aguacate fue sustituido por la resurrección de la belleza con el rosal…
PALMERAS: Era el abuelo un hombre de campo a quien el padre le heredara una parcela de 5 hectáreas… Sembraba maíz, frijol y ajonjolí… Pero llegó un momento cuando era incosteable, además de las cornadas del hambre con los hijos creciendo… Y vendió su parcela… Y las dos vaquitas que tenía y ordeñaba cada mañana para el consumo familiar una parte y unos cuantos litros para la venta… Fue cuando creó y recreó su jardín en casa porque extrañaba el olor del campo y los pajaritos volando de árbol en árbol… Siempre quedó con las ganas de tener una vaca en aquel jardín para la ordeña…