- Casi lo linchan…
Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- UNO. Un sicópata en Veracruz
La niña tiene 13 años y su agresor sexual treinta.
La niña vive en el municipio de Uxpanapa, en el Valle de Uxpanapa, en el sur de Veracruz.
La niña había recibido su diploma escolar de fin de cursos de la escuela primaria.
Y entonces, fue incautada por el (presunto) depredador.
Y se la llevó sobre el camino que lleva a Acayucan.
Y desapareció.
Entonces, los padres se alarmaron ante la ausencia de la niña y el sobresalto se multiplicó en la familia y los vecinos.
Y se lanzaron a la búsqueda de la niña, perifoneando el suceso en vez de utilizar las redes sociales como ocurre en las ciudades urbanas.
Detuvieron al agresor.
Lo golpearon en una calle de Uxpanapa, en la cabecera municipal.
Lo desnudaron y lo exhibieron y lo pasearon en la calle.
Y lo golpearon, claro.
Después, el pueblo enardecido, iracundo, molesto, irritado, lo llevó al poblado de La Chinantla, donde está la Fiscalía regional.
Y, decentes, lo entregaron cuando en otros pueblos, pueblos del estado de México, Hidalgo y Tlaxcala, por ejemplo, los linchan.
Justicia divina traducida en justicia popular haciendo justicia por su propia mano.
Incrédulos, los vecinos se plantaron en la Fiscalía temerosos de que fuera liberado.
Y más, porque no obstante el aviso a tiempo, la Fiscalía cometió el grave pecado de indolencia y se hizo tonta con la Alerta Ámber.
Y advirtieron al Fiscal:
“Si lo dejan libre, lo recapturamos y lo linchamos”.
Están avisados.
DOS. La vida, prendida con alfileres
Los vientos huracanados vuelan de norte a sur y de este a oeste de Veracruz.
La población está encabritada con la injusticia.
En Las Choapas, por ejemplo, cuando fuera secuestrada la esposa de un ganadero formaron las primeras guardias comunitarias de la yunicidad y el secretario de Seguridad Público apagó el fuego ofreciendo el mundo soñado.
En el puerto de Veracruz hay colonias donde han integrado comités vecinales para cuidarse entre ellos y vigilar la seguridad, la paz y la tranquilidad.
En Xalapa, la capital, hay unidades habitacionales y colonias populares donde los vecinos se han unido para defenderse de los pillos, ladrones, rateros, secuestradores y asesinos.
En Coscomatepec, las familias se rebelaron cuando el secuestro y asesinato de una estudiante cuyo cadáver fue tirado a una barranca y caminaron indignados en las calles exigiendo justicia.
En Córdoba, el obispo Eduardo Patiño, tan leal a su feligresía, ha caminado en la ciudad en varias ocasiones en procesiones al frente de todos reclamando el paraíso perdido.
En Tlapacoyan están hartos de los feminicidios, luego de que una semana dos mujeres más fueran asesinadas.
En Uxpanapa, el paraíso que fuera creado para los chinantecos cuando la construcción de la presa Cerro de Oro, en Ojitlán, Oaxaca, el infierno.
Y los vecinos integrados en un frente común cuando un tipo de 30 años secuestró a una niña de 13 años y se la llevó con fines inconfesables.
La vida en Veracruz, prendida con alfileres.
Por lo pronto, el gobernador electo ha anunciado que en dos años pacificará la tierra jarocha.
Ajá.
TRES. La iglesia manda y gobierna
En el otro lado de la cancha una realidad avasallante:
Veracruz ocupa el primer lugar nacional en adolescentes embarazadas.
En el último reporte, tan sólo en Xalapa, cuatrocientas menores embarazadas.
Antes, la sierra de Zongolica ocupaba el primer lugar estatal en niñas embarazadas.
Y aun cuando a cada rato el pendiente está en la cancha social y mediática, de cualquier manera, la tendencia sigue, imparable.
Y en contraparte, el tema del aborto, el aborto no deseado, el aborto derivado de una violación, en todo caso el legítimo derecho a que la mujer disponga con libertad de su cuerpo y sus facultades biológicas, está en el centro del ring.
Una jueza ordenó una segunda vuelta en el Congreso jarocho para revisar el asunto.
Y los diputados locales se fueron a la votación y el aborto de nuevo perdió la lucha social.
Ahora, los liberales que proclaman el legítimo derecho al aborto amenazan con irse a la Suprema Corte de Justicia para una nueva batalla, la mismita que han perdido en diecinueve estados del país.
Incluso, en Guerrero, el exgobernador Rubén Figueroa Alcocer dio marcha atrás a la legalización del aborto cuando la elite eclesiástica lo amenazó con la excomunión.
Y como el político priista, ultra contra súper millonario, tiene miedo al infierno y a Luzbel, reviró en su iniciativa de ley.
La iglesia, igual que en la Edad Media, igual que en el tiempo de la Independencia, lo arrodilló y lo dobló.
CUATRO. La justicia tiene precio
En Uxpanapa, una parte de la población está irritada por un depredador sexual.
Y claman justicia.
El Fiscal regional aplica la ley o de lo contrario, si deja en libertad al presunto, están listos para lincharlo.
Es el hartazgo.
La irritación social a tantos años de abusos y excesos del poder donde la leyenda dice, y con razón, que una parte de la autoridad detiene a los transgresores de la ley, y la otra parte los libera, se entiende a partir de una restregada de mano con billete constante y sonante.
En el sentir popular, la justicia tiene precio.
De algún modo, lo decía Benito Juárez:
“Para los amigos, justicia y gracia, y para los otros, justicia a secas”.
Sólo que la justicia suele moverse con un principio universal. “Con dinero… baila el perro”.