Redacción El Piñero
En un rincón de Loma Bonita, en un trayecto que exige casi una hora de camino a pie, un agricultor se esfuerza por comercializar sus sandías. El clima, marcado por una reciente sequía y la implacable canícula, no ha sido amable con el campo. Aun así, este agricultor, como muchos otros, se mantiene firme, labrando la tierra con dedicación y esperanza, a pesar de la falta de apoyos económicos.
El Piñero, consciente del valor simbólico y real de este esfuerzo, decide comprar una sandía, reconociendo que este pequeño acto es más que una simple transacción. Es un reconocimiento a los agricultores que, a pesar de los desafíos, continúan trabajando para mantener viva la economía local.
Loma Bonita, en otro tiempo una potencia en la producción de sandías, ha visto cómo el campo ha sido abandonado durante muchos sexenios de gobiernos prianistas. Hoy, aunque se están haciendo esfuerzos por revitalizarlo, seis años no son suficientes para recuperar la antigua gloria del campo nacional.
Sin embargo, hay esperanza. El país está estable, y se está luchando contra la desigualdad social con recursos que hoy valen más, gracias a una economía fortalecida y un peso mexicano que se sostiene con cimientos propios.
El Piñero exhorta a la población a apoyar a los agricultores locales, a comprar sus productos y a reconocer el arduo trabajo que implica cultivar la tierra. En cada sandía, en cada fruto, hay un pedazo de la historia de lucha y supervivencia de nuestros campesinos.