- Guardias pretorianos
Luis Velázquez/ Barandal
Veracruz.- ESCALERAS: El estilo personal de gobernar y ejercer el poder con Cuitláhuac García Jiménez, el gobernador número 76 de Veracruz, en materia de comunicación social, puede calibrarse a partir de lo siguiente:
Semanas anteriores, Cuitláhuac estuvo en Coatzacoalcos y aprox., a las dos de la tarde, hablaron por teléfono a los reporteros de los medios locales para una rueda de prensa una hora después, hacia las 15 horas.
Fueron citados en el café “La flor del Istmo”, y en donde un ejército de trabajadores de la información cargando un bosque de grabadoras y cámaras fotográficas se aposentaron puntuales en el lugar de la cita.
En una mesa enfrente, solito, se sentó Cuitláhuac García, y atrás de él, como guardias pretorianos, Iván Luna, su jefe de prensa, acompañado de los voceros de los Ayuntamientos de Coatzacoalcos, Roberto Pérez, y de Minatitlán, Ignacio Lázaro.
Así, reproducían el tiempo de Javier Duarte cuando en los eventos públicos en palacio era custodiado por su cuarteto de guardias, a saber, Erick Lagos, Jorge Carvallo Delfín, Adolfo Mota y Alberto Silva Ramos, y ni el viento dejaban pasar, menos, mucho menos, a los otros secretarios del gabinete legal, pues, además, era fama pública que los cuatro se habían adueñado de las neuronas, el corazón, el hígado y el sexo del político preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, y en donde, ninguno, por cierto, lo frecuenta.
PASAMANOS: En el café “La flor del Istmo”, los reporteros formularon sus inquietudes y se repitió la liturgia tradicional de preguntas y respuestas.
Cuitláhuac, por ejemplo, repitió su cantaleta de que nunca en los próximos seis años ejercerá el consabido derecho de réplica, porque respetará la libertad de expresión, a diferencia de AMLO; quien ha reiterado millón de veces que replicará “a tiro por viaje”.
Lo indicativo de aquella rueda de prensa donde en lo poquito se ve lo mucho pudo considerarse cuando en ningún momento Iván Luna ni los voceros de los alcaldes Morenistas de Coatzacoalcos y Minatitlán invitaron un solo refresco, un café, un vaso de agua a los trabajadores de la información, y con lo que fue corroborado que “ni al gallo de la pasión” le darán un vaso con agua en el sexenio en puerta.
Desde luego, ningún reportero pensó que si la cita con Cuitláhuac García era a las 3 de la tarde comerían a su lado y entre ellos, pero, caray, “si lo cortés nunca quita lo valiente”, otra cosa es la soberbia y la altivez con que el trío de voceros actuó ante los medios.
He ahí el estilo de ejercer el poder de la primera generación política de izquierda que ha llegado al trono imperial y faraónico.
CORREDORES: No es por nada, pero más, mucho más hacía Elías Assad Danini, el vocero de la yunicidad azul.
Con sus zapatos tenis Panam y pantalón de mezclilla y su barba árabe crecida, Assad cargaba para arriba y para abajo la cámara fotográfica tomando fotos al gobernador Yunes y atendiendo de paso a los medios.
Javier Duarte tuvo de voceros a María Georgina Domínguez Colio, presa en el penal de Pacho Viejo, y a Alberto Silva Ramos, y a quienes se les podrá señalar de todo lo que el lector guste, pero cuando menos eran atentos, con todo y echar el chorizo.
Fidel Herrera Beltrán tuvo de vocero a Alfredo Gándara Andrade, quien se desvivía en la amabilidad y cortesía con los medios, quizá, por su formación reporteril en donde anduviera durante muchos años recién egresado de la facultad de Comunicación de la Universidad Veracruzana.
Miguel Alemán Velasco encarceló a su primer jefe de prensa, Salvador Huesca, y lo sustituyó por Raúl Peimbert, experto, digamos, en relaciones públicas.
Pero, bueno, una cosita fueron los gobernadores priistas con su estilos y otra el gobierno de izquierda inaugurado en Veracruz y en el país por vez primera.
El trío de guardias pretorianos de Cuitláhuac García expresando sin medias tintas su filosofía sobre la comunicación social, caso “La flor del Istmo”, en Coatzacoalcos.
BALAUSTRES: El político, dicen los teóricos, crea y recrea su imagen pública a través de varios canales, entre otros, los siguientes:
Uno, los medios escritos, hablados y digitales. Dos, las redes sociales, anexos y conexos.
Tres, radio Bemba. Cuatro, la congruencia entre el discurso público y los hechos.
Cinco, a través de las acciones concretas y específicas. Seis, el carácter y el temperamento y la forma de ser y de actuar y reaccionar del político mismo (en el caso el gobernador) y del gabinete legal y ampliado.
Siete, a través de la familia, la esposa, los hijos, los hermanos, etcétera.
Ocho, por medio de sus barbies y choferes y bufones.
Se ignora la parte más efectiva y eficaz de cada vaso comunicante. Pero, bueno, los medios tradicionales con los twitters, los facebooks, los whastsaap y los periscopes, entre otros, llevan el liderazgo en la tarea propagandística.
Y más aún, si se trata de una propaganda negra.
En el café “La flor del Istmo” de Coatzacoalcos quedó imborrable la actitud del trío de voceros alrededor de Cuitláhuac García y que se ha multiplicado en los días y las semanas.
Por ahora, pudiera encartarse en la anécdota, pero de continuar así, día llegará cuando el gobernador número 76 sienta lo duro y lo tupido.
Todo, por una simple descortesía que también pudiera interpretarse como la soberbia que arrasa y avasalla a los políticos y funcionarios que se creen y sienten dueños del poder público, infalibles, mesiánicos, iluminados.