Luis Velázquez | Expediente 2021
03 de agosto de 2021
El góber de la 4T es un sobreviviente. Por más vientos borrascosos en contra en el primero y segundo año del sexenio, ahí sigue, como los dinosaurios, a los que, ni modo, las cucarachas ganaron el brinco y lograron trascender muchos siglos más.
Desmesurado, fifí, sabadaba, catrinero, salsero y machetero, los adjetivos calificativos que tanto le gustan, su instinto de conservación le ha permitido saltar del coche cuando rueda en el precipicio hacia el fin del barranco y “dejar que otros se estrellen”.
En los primeros meses, los profetas del mal y de la peor vibra y karma, ene número de veces lo renunciaron.
Incluso, hasta lo miraron con un cargo secretarial en el gabinete legal de López Obrador.
Luego lo nombraron embajador de México, mejor dicho, de López Obrador, en las Islas Fidji.
Es más, luego de que López Obrador definió la fecha de la revocación del mandato a que se someterá, el góber, copia Xerox del jefe máximo de la 4T, nunca levantó la mano para decir que también iría.
Claro, primero envió al coordinador estatal de MORENA, su antiguo empleado, Esteban Ramírez Zepeta, a gritonear que iría a la revocación.
Pero dos, tres días después ordenó a los diputados locales de MORENA la marcha atrás.
Es decir, sobreviviente político se da espacio y tiempo para juguetear con la voluntad ciudadana, pero más aún, para “tomar el pelo” a la oposición.
Todavía más.
“En la plenitud del pinche poder”, ha “metido jonrón con casa llena”, designando a su equipo de confianza, el primer círculo del poder, en cargos públicos, dueño de las pelotas y las canicas.
Que Dorheny para diputada. Que su hermana para otro cargo. Que Iván Luna para vocero. Que Darío Fabián Hernández González para la rectoría de la Universidad Veracruzana. Que Zepeta, para líder máximo de MORENA. Que una diputada local electa, para coordinar la JUCOPO en la LXVI Legislatura en vez de Juan Javier Gómez Cazarín.
Y sin que nadie del gabinete respingue, pues “el jefe es el jefe aún estado en pelota”.
De ñapa, ha defendido ene número de veces a varios secretarios del gabinete cuando les llovía lodo.
Por ejemplo, a los secretarios General de Gobierno, Educación y Salud. Incluso, hasta el primazo de lujo, Eleazar Guerrero, subsecretario de Finanzas y Planeación, y su operador administrativo.
Y si hacia el interior del gabinete hay, o existiera, una lucha implacable por el poder, pareciera que Erik Cisneros Burgos es el único que atempera al góber con solo estar a su lado, pues ya le “habría medido el agua a los tamales” y sabe la eficacia de apretar el botón nuclear a gusto y medida.
QUE NADIE “SE HAGA BOLAS”. TODOS, CON NAHLE
Tres días anduvo López Obrador en Veracruz. Y aun cuando ahora, parece, en ningún momento levantó el brazo a su góber ni tampoco lo calificó, como el político más honesto del Golfo de México, Kuitláhuac se montó en la posibilidad y de ñapa, salió fortalecido.
Desde la noche de todos los tiempos, cada presidente de la república en girita suele loar a los gobernadores de las entidades federativas.
Es un hábito. Una costumbre. Una cortesía. Una atención.
En el caso, presidente y góber son de MORENA y en dos ocasiones López Obrador y la 4T lanzaron al góber como candidato.
Símbolo y ritual político, los patinazos de la oposición se volvieron berrinches y el góber salió amacizado.
Nadie conoce, por ahora, pocos quizá, encuestas confiables sobre el rating del góber en la población electoral y los ciudadanos de a pie.
Pero, bueno, cualesquiera sea, hay un principio político universal en el sentido de que “estando bien con dios (el dios terrenal, el mero mero, el presidente de la república), allá que los ángeles y querubines (los partidos de oposición, los celosos y recelosos del mismo partido) pataleen”.
Advenedizo como siempre ha sido considerado, Kuitláhuac va llegando al tercer año del sexenio y “sea como sea”, en la cancha pública guinda y marrón existe ya una aspirante y suspirante por la gubernatura fuerte, muy fuerte, demasiado fuerte (Rocío Nahle, secretaria de Energía), a quien López Obrador encartó en su lista de precandidatos presidenciales para el año 2024.
Y, bueno, en el antiguo sistema político se afirmaba que cuando en el palenque público se habla ya del sucesor significa que el final está cerca con todo y que los tiempos estén adelantados.
El mando estatal, pues, se ha diluido, reducido, achicado, y ahora la gran apuesta es para ganar la sucesión 2024.
Y por eso mismo, el góber de la 4T ha de poner “hacha, calabaza y miel” para con su instinto de supervivencia planchar bien los caminos sinuosos de la política a las órdenes de Nahle.
Nadie, entonces, del gabinete legal, ha de bailar en la cuerda floja. Ni menos sentirse tentado por otros aspirantes, pues nadie “ha de hacerse bolas”. El dedazo obradorista está manifiesto.
Y si uno que otro secretario del gabinete legal tiene buenos índices de audiencia y percepción y aceptación, “toda la carne han de ponerse al asador” de Nahle, incluido el góber.
López Obrador le puso “hacha, calabaza y miel” a Kuitláhuac en los años 2016 y 2018 y lo ungió el chamán jarocho. Ahora, el góber ha de ser recíproco con Nahle. Favor con favor se paga, vaya a ser que de pronto alucine, se sienta y crea muy fregón y se la juegue por Éric Cisneros, Zenyazen Escobar o Ricardo Ahued Bardahuil.
Más si se recuerda a Judas Iscariote, Victoriano Huerta, el asesino de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, o a Jesús Guajardo, el homicida de Emiliano Zapata, todos traidores.