Luis Velázquez | Escenarios
UNO. Rubén Figueroa y Cuitláhuac
El góber jarocho de la 4T se está pareciendo al gobernador priista de Guerrero en 1974, el folklórico Rubén Figueroa Figueroa.
Por ejemplo, el llamado Tigre de Huetzuco ningún sentido autocrítico de la vida ni de la política tenía.
Y así, priista enriquecido, dueño y líder de los transportistas urbanos de pasajeros, mereció que la televisión francesa le filmara un documental sobre su ejercicio del poder.
Una vez, por ejemplo, lo filmaron nadando desnudo en la alberca de la casa de gobierno en Chilpancingo, con un mariachi tocando a un lado mientras se remojaba.
En el mismo documental lo pasean vestido de jorongo trepado en un autobús con música de fondo en vivo, rodeado de bellas damitas.
DOS. Político autista
El góber precioso de Veracruz también ejerce el poder sin ningún sentido autocrítico de su vida ni de la política.
Por ejemplo, su ocurrencia de gritonear que “no habrá impunidad” cada vez que matan a una persona, más, mucho más, un ciudadano célebre.
Aquella ocurrencia inolvidable de los sábados macheteros en que con moruna en mano podó un lote baldío de la secretaría de Educación, como boy scout.
La indiferencia a un Veracruz en el primer lugar nacional en violencia electoral con un número insólito de candidatos asesinados, secuestrados, emboscados, amenazados, intimidados y baleados en sus casas y casas de campaña… como si ocurrieran en el otro extremo del planeta.
TRES. Góber místico y contemplativo
Los disparos al aire anunciando que iría por los malandros aliados con ediles y policías municipales porque, además, se convirtieron en dueños de las comandancias, las direcciones de Obras Públicas y las tesorerías.
El raro y extraño ascenso en la violencia electoral, inexplicable por todos lados, pues significa, de entrada, que los carteles y carteles son los dueños de las pelotas y canicas y ellos solitos empujan la carreta.
CUATRO. Copia Xérox
Su ausencia de sentido autocrítico para gobernar alcanzó dimensión estelar cuando decidió convertirse en una burda y mala copia Xerox del Obradorismo, de tal modo que “a tiro por viaje” replica los programas federales, sin duda, para congraciarse con el jefe máximo.
Bastaría referir que por aquí Amlo lanzó su Tren Maya, el góber anunció el Tren Coatepec.
Y ni se diga, el regreso del club Aguila de Veracruz y hasta una escuela de beisbol, el deporte favorito del trópico.
CINCO. Vivir del cuento…
Desde un principio del sexenio, el excentricismo del góber quedó manifiesto.
Fue cuando se declaró fifí, salsero, catrinero y machetero.
Y cuando en sus redes sociales publicó fotografía con amiguitos vestidos con frac y fumando puros, frívolos y fanfarrones que se veían, ajá.
Y cuando publicitó fotografía caminando en un pasillo de Palacio Nacional con los secretarios General de Gobierno y de Educación, parece, que para una audiencia con el vocero presidencial de trascendencia para el bienestar social de Veracruz.
SEIS. Falacias políticas
Rubén Figueroa era llamado El Tigre de Huetzuco. El góber jarocho bien podría ubicarse como El Tigre de la Colonia Macuiltépetl de Xalapa, a quien por cierto nunca le alcanzó para imponer a sus diputadas favoritas, Dorheny y Rosalinda Garrido como candidatas a la alcaldía de Xalapa.
En la vieja cultura priista se afirmaba que si a un góber iba bien con el presidente de la república, por añadidura a Veracruz.
En el caso, con todo y que Amlo le ha levantado la mano y declarado el político más honesto y leal del Golfo de México, la leyenda tricolor tendría otro destino social.