Eugenio GONZÁLEZ | El Piñero
Tuxtepec, Oaxaca.- Viernes, medio día. El calor de Tuxtepec amortiguado por el paso del Frente Frío azotaba las calles y la rutina burocrática daba paso a una jornada deportiva en la unidad deportiva. Pero lo que nadie esperaba era el mensaje que llegó, inesperadamente, a los teléfonos de los sindicalizados del STPEIDCEO: “Los espero a las 12 hrs terminando su evento deportivo en Wings Army Tuxtepec. Será un gusto volvernos a encontrar.”
Mayte Santiago Casas, excoordinadora regional del sindicato y, más tarde, diputada fallida del Distrito XII por Nueva Alianza, reapareció en escena. No en una oficina, ni en un mitin político, sino en un bar. El lugar, con su aire de camaradería casual, contrastaba con el torbellino de señalamientos y acusaciones que la han seguido como una sombra desde hace años.
Los sindicalizados acudieron al llamado, algunos por curiosidad, otros con un dejo de escepticismo. La reunión, según trascendió, tenía un objetivo claro: manifestar su respaldo a la planilla blanca, una facción que busca liderar el sindicato en el relevo de dirigencia. Sin embargo, para muchos, esta maniobra de Santiago Casas olía más a un intento desesperado por recuperar poder que a un gesto genuino de apoyo.
Desde su incursión en el sindicato hasta su salto a la política —y su posterior caída tras perder la diputación—, Mayte Santiago ha sido una figura polémica. Se le acusa de tráfico de influencias, corrupción y de haber obtenido una plaza laboral de manera ilegal. Las denuncias no son susurros al viento, sino declaraciones documentadas, como las de la familia Vargas Cabrera.
Ellos relatan cómo, tras la muerte de Wenceslao Vargas Cabrera, su plaza sindical fue arbitrariamente asignada, en presunta complicidad con el líder Pedro Villalobos. Engaños, promesas rotas y denuncias penales salpican esta historia, colocando a Santiago Casas en el centro de una tormenta ética y legal.
El regreso de Mayte, en el contexto de un bar y un grupo de burócratas convocados por WhatsApp, parece sacado de una novela de intrigas políticas. Pero esta es la realidad oaxaqueña, donde las estrategias de poder toman formas inesperadas y el pasado nunca deja de ser un actor en el presente.
Entre cervezas, refrescos y alitas, los murmullos de los asistentes dejaban claro un mensaje: Mayte Santiago Casas puede haber reaparecido, pero su regreso está lejos de ser bienvenido para muchos, especialmente en un sindicato que carga con las fracturas de sus gestiones pasadas como, cuando, dejó la coordinación de Tuxtepec para intentar ser legisladora.