Ciudad de México.- En 1933 un grupo de excavadores liderados por el legendario arqueólogo de Chalchihuites, Zacatecas, José García Payón, localizaron dentro de un entierro prehispánico de Tecaxic-Calixtlahuaca, la cabeza esculpida en terracota de un hombre de gesto adusto, frente plana y rostro barbado: se trataba de la representación de un romano.
Apareció junto con todo un ajuar funerario compuesto de fragmentos de cerámica, piezas de oro, hueso y cristal de roca, cubiertos bajo tres capas intactas de suelo de una estructura piramidal.
El hallazgo, para quienes no se hayan dado cuenta, acesta unos contundentes marrazos a las columnas que sostienen la versión de que Colón habría sido el primero en llegar al nuevo mundo y abona a la hipótesis del contacto transoceánico entre el nuevo y el viejo continente cientos de años antes de lo que se nos ha dicho.
Esto porque para empezar José García Payón dató todas las piezas encontradas en el entierro de Tecaxic-Calixtlahuaca, yacimiento arqueológico ubicado en lo que hoy es Toluca, entre 1476 y 1510 d.C, y Hernán Cortés y sus hombres irrumpieron en Veracruz en 1519, aunque fue hasta 1521 cuando consiguieron el sometimiento de los aztecas.
Pero los misterios no acaban ahí. Por muchos años el enigma de “la cabeza de Tecaxic-Calixtlahuaca”, como se le conoce a la pieza en cuestión, quedó en el olvido hasta 1961 cuando el antropólogo austriaco Robert Heine-Geldern la examinó y determinó que la testa habría sido esculpida en el 200 a.C.
Y como es frecuente en la arqueología a mayores evidencias, hechos y respuestas más grandes se vuelven las interrogantes: para 1990 el arqueólogo Bernard Andreae, entonces director del Instituto Arqueológico Alemán de Roma, dijo sobre la figura de terracota, encontrada por José García Payón, que en definitiva “es romana sin duda..”
Luego agregó: “el examen de estilística nos dice, más precisamente, que es una obra romana. Presenta en el corte del cabello y la forma de la barba los rasgos típicos de los emperadores severianos (193-235 d.C) exactamente la moda de la época”.
Esta opinión fue citada por los investigadores Romero Hristov, actualmente profesor de Antropología de la Universidad de Nuevo México, y Santiago Genovés, para la publicación del estudio titulado Evidencias mesoamericanas de contactos transoceánicos precolombinos,en el cual referían sobre otros descubrimientos de piezas romanas en otras latitudes de América como las monedas halladas en 1963 durante la construcción de un puente sobre el río Ohio de Louisville.
Ante la falta de respuestas claras sobre el origen de “la cabeza de Tecaxic-Calixtlahuaca” los arqueólogos han arrojado hipótesis varias como que la cabeza fue colocada intencionalmente por uno de los colaboradores de García Payón para gastarle una broma aprovechando que este no tomaba notas exhaustivas de sus excavaciones.
Otra teoría indica que la pieza fue introducida al entierro casi en los primeros meses del proceso de Conquista. Mientras que el tercer supuesto señala que en verdad la cabeza llegó en algún momento del periodo precolombino a través de Asia. La investigación duerme ahí a la espera de que alguien la vuelva a abrir… la moneda sigue en el aire.