Redacción El Piñero | Corresponsalía
Cientos de marcas y empresas nos engañan con alimentos de muy baja calidad que se vende en los supermercados y que en realidad son comida “falsa”.
Entre los productos empaquetados más comúnmente alterados para cometer esta especie de fraude alimenticio se encuentran la carne molida, el café soluble, especias y condimentos, atún enlatado, leche que muchas veces es bebida vegetal, leche en polvo, cereales, mariscos y pescados, embutidos y aceites como el de oliva que se etiqueta con baja calidad y se vende a precio alto.
Y es que de acuerdo con el canal informativo The Mexican Family el 10% de los productos que se expenden en el supermercado están adulterados, producto del gran fraude del etiquetado.
Hoy en día se consumen productos de mala calidad, con ingredientes rebajados, que son nocivos para la salud y que incluso nos pueden generar enfermedades.
Por ejemplo, en Estados Unidos más de 50 millones de personas han padecido alguna enfermedad por consumir comida falsa.
El mismo portal explica cómo se fabrican los productos, se etiquetan y distribuyen siendo falsos. A los productos se les agrega aditivos o sustancias que bajan la calidad, pero aumentan el volumen, ventas y millonarias ganancias de las grandes empresas, a costa de la salud de los consumidores que en algunos casos pueden ser letales.
El fraude al etiquetar es el más común. Aquí se venden productos baratos como si fueran de alto costo y calidad, los cuales se etiquetan con valores elevados cuando en realidad no valen nada.
Organismos como la FDA reconocen que es prácticamente imposible estimar la frecuencia y cantidad del fraude alimenticio que se lleva a cabo actualmente. Ejemplo de ello es que solo el 2% de los alimentos importados se pueden inspeccionar. El problema persiste ante la falta de laboratorios, reglamentación y atención de los gobiernos.
Ante esto, la solución más viable es que los consumidores estemos alertas, verifiquemos la calidad de los alimentos que compramos en el supermercado, y aprendamos a diferenciar entre un alimento real y uno falso.