OAXACA.— ¿Qué hace diferente el Plan de Desarrollo Industrial del Sur-Sureste que se lanzó aquí, a diferencia de los presentados en los últimos 50 años? Que los tiempos políticos obligan a cumplir los pactos, más cuando se trata de incluir a quien ha quedado excluido, porque tenemos a un Presidente que mañanera tras mañanera lo subraya y a quien no cumple lo quema.
El Pacto Oaxaca para el Desarrollo Industrial Incluyente del Sur-Sureste resulta de la convocatoria lanzada por el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, y Francisco
Cervantes, presidente de la Concamin, al responder a un desafío que les puso el presidente López Obrador.
Esa convocatoria fue arropada por todos los integrantes del Consejo Coordinador Empresarial, encabezado por Carlos Salazar, Antonio del Valle, Bosco de la Vega y Juan Manuel López, y por ello concurrieron cerca de dos mil empresarios, incluyendo algunos como Armando Garza Sada, de Grupo Alfa; Eduardo Tricio, de Lala; Juan Ignacio Garza, de Xignux; José Antonio
Rivero, de Autlán; Francisco Garza Egloff, de Arca Continental; Juan Antonio Garza Sada, de Caintra Nuevo León; Valentín Diez Morodo, del Comce; Juan Cortina, de GAM, y José Zozaya, director del KSCM, por citar algunos.
Dice el gobernador Murat que una convocatoria de esta naturaleza (poco más de dos mil empresarios grandes, regionales y de todos los sectores), sólo se logra cuando hay liderazgo y, cuando éste implica usar el músculo del Estado para lograr que las cosas sucedan. Ese liderazgo y músculo lo tiene López Obrador.
La asistencia implica que los presentes quieren subirse a la plataforma de industrialización de la región sur del país y aunque gobernadores como el de Puebla y el de Campeche parecían llevados a fuerza, los miembros de la Conago del sureste que encabeza Murat (Veracruz, Tabasco, Chiapas, Campeche, Yucatán, Quintana Roo, Puebla, Guerrero y Oaxaca) e incluso, la presencia del gobernador Diego Sinhue,
de Guanajuato, muestra que el músculo tiene alcance estatal y municipal, pues hay recurso público para los programas anunciados y en proceso de ejecución: tren maya, corredor transístmico –cuyo proyecto ejecutivo fue entregado por Rafael Mollinedo aquí al Presidente–, refinería de dos bocas, e implica recuperar el compromiso de usar mano de obra local, proveedores locales e inversión nacional por encima de la foránea.
El Presidente estaba de buen humor, de muy buen humor y aprovechó para mandar el mensaje tranquilizador de que su gobierno requiere de la inversión privada nacional y extranjera, que no tiene la intención de subir impuestos (estaban los refresqueros y cerveceros aquí), que no descarta la incorporación de incentivos fiscales para el establecimiento industrial en esos nueve estados de industrias con intensividad en mano de obra, pero con la mira de inclusión capacitada y con salud.
El sector privado va con proyectos por 10 mil millones de dólares de inversiones de todo tipo incluyendo turismo, inmobiliario y vivienda; desarrollo urbano, carretero, ferrocarril, cambio de vocación de puertos petroleros a puertos contenerizados, desarrollo de una nueva cuenca lechera, confección y del zapato, de cartón, aeronáutica, desarrollo de software, siembra de bosques, autopartes, y algunas agroindustrias de alto valor de mercado nacional y de exportación.
Y para demostrar su compromiso, al final el presidente le dio instrucciones a la directora del Cenagas, Elvira Kabbaz, que se resuelva cuanto antes el problema de suministro de gas natural al país.
Aquí justo se dio a conocer (lo dijo el presidente de Concanaco-Servytur, Juan Manuel López Campos), que los días 21 y 22 de agosto se realizará en Mérida un foro energético para revitalizar la red de ductos del país y el suministro del hidrocarburo en suficiencia ¡no más apagones!, prometió el Presidente.
Alicia Salgado| Cuenta corriente