- Igualdad de mujeres y hombres
Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- UNO. El lodazal jarocho
El peor cochinero en Veracruz es contra los derechos humanos.
Los más visibles, los derechos de los padres, sobre todo, las madres con hijos desaparecidos.
Y desaparecidos desde el sexenio anterior y el que corre, pues una cosita es la seguridad en la vida y otra, cien años luz de distancia, la procuración de la justicia.
Y las madres, integradas en Solecitos y Colectivos, que con sus propios recursos siguen buscando a los suyos y más fosas clandestinas, cuando, caray, la Fiscalía solo se redujo a enunciar que en unos 55 municipios hay fosas, pero sin dar el siguiente paso para su búsqueda.
Y de ñapa, el pitorreo y el desdén, el menosprecio y el desprecio oficial.
En forma paralela, los derechos humanos de las mujeres asesinadas y quienes han dejado en la orfandad a un número incalculable de niños y cuyo seguimiento ninguna ONG ni el DIF, vaya, ha estado pendiente.
Y lo peor, que muchas mujeres criminalizadas fueron satanizados en su momento y casi casi las inculparon de su muerte.
Y más, cuando el secretario de Seguridad Pública dijo que hay feminicidios porque hay violencia intrafamiliar y los hombres son los culpables, y en segunda instancia, las mujeres, pues como dijo aquel obispo, se visten de manera provocativa.
DOS. Derechos de los viejitos
Los derechos humanos de los indígenas presos (casi un millar) acusados de robarse un pollito, una gallinita, un gallito, para llevar el itacate a la casa y estar privados de su libertad luego de varios años, sin que ninguna voz humanitaria y solidaria extienda la mano.
Y menos, mucho menos, sean amnistiados.
Y el aparato gubernamental tan ocupado y preocupado de otras cositas, digamos, superiores para ellos.
Y ni se digan los derechos humanos pisoteados de los adultos mayores, la mayoría de los cuales llegaron al último capítulo de su vida sin una pensión, con todo y que las pensiones son por lo regular miserables, digamos, mil 500 pesos mensuales luego de treinta años de trabajo ininterrumpido.
Y peor, porque en la tercera década (mejor dicho, la séptima, octava década de la vida que así los médicos la definen), sobre el cuerpo humano caen y se multiplican el mayor número de enfermedades.
Y si antes, mucho antes, el hombre, por ejemplo, pasa la vida en la pachanga y el relajo y en las cantinas y en los antros, a “los 60 años y más” la vida se va en la consulta médica, en la farmacia, en el quirófano y en la iglesia clamando piedad y misericordia.
Durante muchos años la tarea del DIF fue concentrada en los niños y para los ancianos nunca existió un espacio en un país que ahora ha entrado en la curva de la vida envejeciendo por completo.
TRES. Niños agraviados
Los derechos humanos de la población infantil también son atropellados de norte a sur y de este a oeste de Veracruz.
Por ejemplo, los niños de las 8 regiones indígenas que en el salón de clases quedan dormidos sobre el pupitre por la anemia y la desnutrición histórica que arrastran, sin que nada, absolutamente nada anuncie una lucecita en el largo y extenso túnel social.
Los niños que en cada cosecha de caña de azúcar, café y cítricos son sacados de la escuela para irse con sus padres al jornal en el campo porque con todo y su infancia significan una mano de obra y un ingreso, aunque sea precario, conscientes todos de que en granito en granito se llena el buche de la gallinita.
Y los niños cuyos padres migraron a los campos agrícolas del Valle de San Quintín y a Estados Unidos porque aquí, en Veracruz, el fracaso de la política económica para alentar la creación de empleos es legendaria y desastrosa, y ni modo, partieron a la nación vecina y llevan muchos años sin verlos y lo que lleva a la desintegración familiar.
Y los derechos humanos de las parejas de todos esos jornaleros y que con frecuencia se vuelven madre y padre de los hijos y más, cuando de pronto, el padre se queda allá y allá conoce una pareja y se casa y poco a poco va suspendiendo el envío de las remesas hasta llegar al abandono de la familia original.
Y por eso, tantos niños que solitos trepan a “La bestia” camino a Estados Unidos y que, por fortuna, según dice el gobernador Yunes con sus contactos internacionales, ahora cuando Donald Trump ordenó separar por sus pistolas a más de dos mil niños de sus padres ninguno es originario de Veracruz, ajá.
CUATRO. Analfabetas en Veracruz
Y si el Estado tiene como encomienda fundamental educar a la población, entonces, los derechos humanos de dos millones 600 mil personas de analfabetas disfuncionales están en la lona del desprecio y el desdén.
600 mil paisanos de 14 años de edad en adelante que no saben leer ni escribir.
Un millón de paisanos con la escuela primaria incompleta.
Otro millón con la escuela secundaria inconclusa.
600 mil con el bachillerato a medias.
Y de cada cien niños egresados de la primaria solo diez llegan a la universidad y solo uno se titula.
Y en contraparte, la inmensa felicidad de la secretaría de Educación porque la tierra jarocha ocupa el primer lugar nacional en bailable regional con “La bamba” y “El tilingo lingo”.
Y los derechos humanos de la diversidad sexual con la boda gay y el derecho a adoptar niños y el legítimo derecho al aborto en un Veracruz en el primer lugar nacional con adolescentes embarazadas.
Y la igualdad de los derechos laborales y sociales entre las mujeres y los hombres.
Por eso, el peor lodazal en Veracruz se ha dado y sigue dándose contra los derechos humanos.