Luis Velázquez Escenarios
03 de agosto de 2019
UNO. “El rápido de Cantarranas”
En 1939, un beisbolista desconocido, Roy Hobbes, gran lanzador, llevó a su equipo al triunfo en las Grandes Ligas. La película fue filmada por Robert Redford, el galán más cotizado del cine norteamericano, acompañado de las actrices Glenn Close, su pareja, y Kim Bassinger, su amada amante.
De principio a fin, la pasión beisbolera se siente en cada jonrón. El vocinglerío de los fanáticos pronunciando el nombre de Roy Hobbes. Las veces ocasionales cuando lo ponchan. Y las ocasiones cuando el pitcher de plano le da el pase. Pero más, mucho más, cuando mete un jonrón con casa llena.
Kim Bassinger, seduciendo a la estrella. Glen Close, la pareja discreta, bajo perfil, con quien en la juventud procrearan un hijo y luego la vida los separara y hacia el final de la película vuelven a reunirse, misteriosa y mágica como es la vida.
El filme recuerda la historia de Celso Contreras, el famoso “Rápido de Cantarranas”, el gran pitcher interrumpido en el béisbol jarocho saltando a la fama nacional.
Un día, de pronto, desapareció. Nunca más volvió a saberse de su vida.
DOS. Su gran debut jarocho
Cantarranas es un pueblo rural ubicado en el municipio de Paso de Ovejas. Allá, Celso Contras jugaba béisbol con los amigos en un campo rústico, donde de principio a fin de cada juego los fanáticos permanecían de pie o sentados en el piso de tierra, sin gradas alrededor.
Allí, fue descubierto por los caza/talentos deportivos. Y se lo trajeron al puerto de Veracruz. Y llenó de pasiones encendidas a los fanáticos, igual como Roy Hobbes.
Hubo quienes, incluso, lo miraban como el sucesor de Roberto Ávila González, la estrella de los Indios de Cleveland.
El beisbol, como el fútbol y el box, como el cine, incluso como la política, abre muchas, demasiadas puertas fáciles a los campeones.
Y en el camino a la gloria, “El rápido de Cantarranas” se topó con el alcohol y las mujeres y las francachelas.
De pronto se creyó invencible, inderrotable. Y, lo peor, cierto y seguro de un talento para toda la vida.
El alcohol, sobre todo, fue minando su vida creativa. Dejó de entrenar y dejó de figurar en el campo de béisbol.
Las mujeres, cierto, sobraban. Mujeres fáciles. Lo decía Henry Kissinger, “hay mujeres a quienes fascina y encanto el olor a poder y el olor a dinero y el olor a la fama”.
TRES. Perdido “en la noche de los tiempos”
Nunca en su historia, al pueblo de Cantarranas lo ha visitado, por ejemplo, un candidato a gobernador.
Y si alguna vez entró a la historia local se debió a Celso Contreras.
Pero como dice Robert D´Niro en una de sus películas, lo peor de la vida es tener inteligencia y tirarla en el vacío, dejarla ir por las cañerías de los placeres mundanos.
Nada, ya se sabe, deja el alcohol. Tampoco andar de mariposa en mariposa. Ni menos, el consumo de drogas.
Pero “cada cabeza es un mundo” y cada quien hace con su vida lo deseado.
Roy Hobbes (Robert Redford) llegó a la cima. Fue la gran estrella. Pero como en la juventud le pegaron un tiro y durante muchos años anduvo en su estómago, en la edad adulta le sobrevinieron los estragos y hubo de retirarse del béisbol. La película termina cuando compra una granja y vive con su pareja (Gleen Close) y el hijo de ambos recién conocido por el padre.
Nunca, ni siquiera los fanáticos de béisbol a quienes se les ha preguntado, supieron el destino de “El rápido de Cantarranas”.