Luis Velázquez | Escenarios
12 de mayo de 2021
UNO. Contar historias
Una señora escribe (gracias, muchas gracias) y pregunta las razones por las cuales un reportero cuenta historias todos los días y durante toda la vida.
Desde luego, cada quien tendrá sus motivos, pero en la mirada universal serían, entre otras, las siguientes:
1) Así como un albañil gana la vida pegando ladrillos con mezcla para construir una pared y un arquitecto se gana la vida dibujando planos y construyendo una casa, un edificio, un puente, de igual manera un reportero lleva el itacate y la torta a casa gastando en las mañanas la suela de los zapatos buscando la información y en la tarde desgastando la columna vertebral ante la computadora redactando las historias del día.
DOS. Albañil de la palabra
2) En todos los casos, se trata, digamos, del llamado profundo, inalterable, de la vocación. Cada persona con sus aspiraciones, sueños y utopías. Si un albañil pega ladrillos, un reportero pega letras y las va acomodando para crear y recrear las palabras que informen al lector de los hechos.
TRES. Sueño de Pagés Llergo
3) Unos reporteros escriben porque sueñan con un mundo mejor y creen, están seguros, ciertos, de que contando las historias como ocurrieron, sin alterar ni manipular hechos, incluso, con toda la crudeza, lograrán el advenimiento de un bello día. “El día del hombre, el día de la humanidad” como decía José Pagés Llergo, el mítico y legendario director fundador del semanario Siempre!
Desde luego se trata de un legítimo sueño social, pero que al mismo tiempo, constituye muchos, demasiados, riesgos.
Entre otros, que el reportero sea satanizado por las tribus políticas y atemorizado y perseguido y hasta asesinado.
Y la legítima utopía descarrile en el camino sin mayor trascendencia.
CUATRO. Altar de la patria
4) Ricardo Flores Magón, el santo varón del periodismo en el siglo pasado y en el siglo XXI que camina, fue encarcelado en 41 ocasiones por el dictador Porfirio Díaz Mori.
En 36 ocasiones también encarceló a Filomeno Mata, el dueño del periódico “El Diario del Hogar”, donde, por cierto, imprimían el periódico de Flores Magón.
Y, sin embargo, aun cuando unos teóricos aseguran que ambos medios contribuyeron a la Revolución y al triunfo de Francisco Ignacio Madero en las urnas, mucho se duda.
Quizá así fueron ungidos porque el altar de la patria periodística necesita héroes. Incluso, mártires.
CINCO. “Comerás letras”
5) Un periodista también reportea y escribe porque es el único oficio, trabajo, actividad, profesión, que sabe hacer en la vida.
Vetado para la actividad técnica, digamos, albañil, plomero, pintor, electricista, o para la vida profesional de un médico, un ingeniero, un arquitecto, en sus venas corren letras en vez de sangre y entonces, solo sabe acomodar las letras en las teclas de la computadora.
Con todo y como el padre de Gabriel García Márquez cuando le dijo que deseaba ser escritor y el padre le reviró diciendo que “comerás letras”.
Tan sabrosa, claro, la sopa de letras que hace mamá con una sazón exquisita, de príncipes y mendigos.
SEIS. Profetas en vez de reporteros
6) Claro, de todo hay en la viña del Señor. Por ejemplo, reporteros que se llegan a creer “la octava maravilla del mundo”.
Y en vez de contar historias, profetizan el mundo por venir quitando la chamba al brujo de los Llanos de Sotavento y a su bolita de cristal.
Y, bueno, cuando el reportero se vuelve un chamán, un Jaime Mausan, entonces, cada lector determinará si lo continúa leyendo o cambia de página, periódico o noticiero.