*Ayer cumpliría años. Se compró una muda de ropa y unos botines para comer mojarras con la familia. Pero terminó en un féretro. Jorge Celestino Ruiz, periodista asesinado, tenía supuestamente medidas cautelares.
Por Ignacio Carvajal
Actopan, Veracruz, 4 de agosto (Blog Expediente).– Hace dos semanas Jorge Celestino Ruiz se compró una muda de ropa nueva, también botines de charol.
Esperaba estrenarlos este sábado para celebrar su cumpleaños. Iría con la familia a Plan de Las Hayas a comer camarones y mojarras para agasajarse.
Sin embargo, hoy su familia no brinda. En cambio toman té, café y comen pan en el funeral del cumpleañero, quien se ha convertido en el primer periodista asesinado en el Gobierno de Cuitláhuac García Jiménez.
La ropa y los botines recién comprados lo acompañan en su mortaja y no en la fiesta que con tanto anhelo esperaban en su natal Actopan, donde fue acribillado de ocho disparos la noche del viernes, cuando se encontraba en su negocio de abarrotes y reparación de aparatos electrónicos.
Jorge Celestino estaba en la mira del Alcalde panista-perredista de Actopan, José Paulino Rodríguez Sánchez. Le irritaban sus publicaciones en El Gráfico de Xalapa, donde fue corresponsal durante poco más de 20 años.
El Edil está entre los primeros sospechosos del homicidio del colega, que ocurrió en La Bocanita, pueblo chico infierno grande. En cada esquina le señalan y piden que se le investigue.
Los seres queridos del finado igual piensan en esa posibilidad, pero temen por sus vidas. Nadie quiere poner su nombre para exigir justicia.
Después de los balazos del viernes, el terror es latente en cada espacio de este municipio agrícola ubicado a una hora del puerto jarocho y el Alcalde encarna la figura del terror.
La familia atesora numerosas notas firmadas por el difunto señalando la corrupción en Palacio.
Desde negocios con la obra pública hasta desvíos millonarios y nepotismo al amparo del poder, eran la materia de las informaciones ventiladas por El Gráfico en Actopan.
En su tiempo, dicen, el reportero y el Alcalde tuvieron buena relación, pero cuando iniciaron los atropellos al amparo del poder, el corresponsal marcó distancia y vinieron las hostilidades desde el municipio.
Sus seres queridos relatan que durante todo el 2018, el corresponsal la pasó cuidándose las espaldas, se sabía vigilado. Fue entonces que una vez le poncharon todas las llantas de su coche, y le costó mucho trabajo conseguir dinero para repararlas y volver a salir a trabajar.
Para otra fecha llegaron a causarle daños en uno de sus negocios en Actopan. La hostilidad incrementó en octubre de 2018, cuando llegaron tipos encapuchados a su local, armados de bates y palos, arremetieron contra sus dos coches.
Le rompieron los vidrios y les causaron el mayor daño posible. El mensaje era claro.
El Alcalde estaba molesto por al menos tres notas previas.
En una el reportero vincula al Presidente Municipal de su pueblo con un supuesto desvío de 20 millones de pesos de erario para librar de un problema legal a su hijo en la Ciudad de México.
En otra, el corresponsal apunta baterías contra la dirección de Obras Públicas, señala moches y presuntos fraudes que a su vez eran denunciados por vecinos de La Mancha, él solo les dio voz.
Y en la última, el periodista anuncia que puso dos demandas formales en la Fiscalía contra el Alcalde por el acoso en su contra, esto fue confirmado por la Fiscalía General del Estado en un comunicado oficial.
Versiones de la familia indican que el Edil mandó emisarios para pedir que se pararan las denuncias. Incluso habría ofrecido dinero pero la querella siguió su curso. El corresponsal no estaba dispuesto a negociar. Sólo quería paz.
En el pueblo cuentan diversas historias sobre el talante del Edil. Lo pintan cómo petulante y soberbio.
“Tú eres un pendejo estúpido”, se oye decir a José Paulino Rodríguez Sánchez a un manifestante que le exigía rendición de cuentas durante una protesta contra el proyecto minero La Paila, en mayo del 2018. El momento quedó captado en video.
Jorge Morales, secretario ejecutivo de la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas dice que solicitará al Gobernador y a diputados “que vean lo del tema de los recursos y veremos la forma de presionarlo para que comparezca”.
Antes de que le matarán, Jorge Celestino gritó mucho pidiendo auxilio. Fueron palabras en el desierto. El 20 de diciembre, acorralado por la persecución del Alcalde y sus emisarios, desesperado, pública una carta abierta en el Gráfico de Xalapa.
José Luis Poceros, su jefe, le dió el respaldo para hacer el llamado al Gobernador Cuitláhuac García Jiménez desde media plana de su puño y letra clamando por atención.
En la carta, de la que se tiene copia, el periodista súplica al mandatario que le apoye para frenar la cacería lanzada por el Edil panista.
Confío en su naciente Gobierno. Tengo la esperanza de ser escuchado, escribe el corresponsal de Actopan en el documento dirigido al mandatario.
De nuevo, pasó una semana y el teléfono jamás sonó. Las palabras no encontraron al receptor. Nadie llegó de parte de la 4T jarocha saber qué pasaba en esa cabecera.
Desanimado, triste, por ratos molestos al sentir la presión y el nulo apoyo, el 26 de diciembre de 2018 el periodista y su esposa se le plantan al Gobernador en el marco del arranque de una obra municipal en Xalapa. “Señor, deme un minuto, soy periodista y temo por mi vida”, le habría dicho Jorge Celestino al mandatario.
Cuitláhuac García le prestó atención. El periodista contó lo que pasaba. Que había puesto ya dos denuncias ante la Fiscalía Especializada en Atención a Periodistas pero el acoso seguía y creía que las pesquisas no avanzaban. En las noches no dormía por el temor y pensaba en su integridad y la de los suyos.
Palabras más, palabras menos, el Gobernador lo remitió de nuevo con el Fiscalía General Jorge Wínckler.
“Ve con él, allá que te resuelva, y sino lo hace, vienes y dices y yo lo voy a quitar sino hace bien su trabajo”. El reportero se desilusionó a un más tanto de la procuración de justicia como del Ejecutivo. Entonces, bajo perfil, sin hacer aspavientos, llegó a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, ahí le orientaron y lo mandaron a la CEAPP.
Desde la CEAPP comienzan a presionar para mover la investigación y llegan las medidas cautelares. En un oficio de la FGE al que se tuvo acceso, se lee que el organismo autónomo dicta a la SSP, dese el 16 de abril de 2019, que oficiales de esa dependencia debían hacer rondines constantes en la casa del comunicador. Pasar a verlo y dejar números móviles para ser llamados en caso de una emergencia.
En sus declaraciones posteriores al homicidio de su esposo, Blanca Flor Santiago Sánchez dice que a raíz de las denuncias, su familia contaban con medidas cautelares vigentes, y elementos de la SSP pasaban a su domicilio y negocio a cuidarlos, hacían rondines y el acoso paró, pero de 20 días a la fecha, dejaron de hacerlo.
Fue en ese lapso que el reportero comenzó a sentir la muerte. Hizo llamadas. Buscó y tocó puertas de nuevo y la policía de Hugo Gutiérrez no volvió.
En un comunicado, la SSP negó que las medidas le hubieran sido retiradas, asienta que se cumplió con cada uno de los rondines y que sólo se reportaron desencuentros con escoltas del Alcalde quienes lanzaban miradas agresivas al comunicador. Pese a que la familia afirma y declaró que desde hace 20 días no contaban con protección la SSP reitera haber cumplido con el protocolo.
Jorge Celestino Ruiz era padre de cuatro. Dos son menores de edad. Era pasante de la carrera de Derecho y técnico en reparación de aparatos electrónicos.
Se paraba a diario a las seis y media de la mañana para ir a ver sus negocios que atendía personalmente en la cabecera de Actopan y en el poblado de La Bocanita.
Entre eso se hacía espacios para ir a pueblear a los ayuntamientos de Alto Lucero, Actopan, Galván, Puente Nacional, Emiliano Zapata y otros poblados en la costa del Golfo de México, levantaba datos y se regresaba a casa.
Inició en el periodismo desde hace 20 años, cuentan sus seres queridos y siempre en el Gráfico de Xalapa de José Luis Poceros.
Llegó a ese diario de la mano de su padrastro, Jesús de la Vega, quien fue linotipista. Así, desde joven comenzó a sentir pasión por la nota diaria, sobre todo, temas sociales y de política. La nota roja le atraía muy poco.
Al tiempo se hizo reportero, aprendió a escribir de forma autodidacta y Poceros le dió la oportunidad de ocupar la corresponsalía en Actopan.
“Un hombre muy noble, responsable, trabajador y apasionado del periodismo. No soportaba las injusticias”, dijo Poceros delante del ataúd de su empleado, de quién se despidió con un saludo y un padre nuestro.
Cuando inició la violencia que cobro la vida a más de 20 reporteros durante los gobiernos de Javier Duarte de Ochoa y Miguel Ángel Yunes Linares, la familia de Ruiz Vázquez le pidió dejar ese oficio, él dijo que no. Que amaba el periodismo.
A cada colega caído, la familia pedía que se saliera y él a últimas fechas se enojaba, pero hizo un acuerdo con ellos para darles paz: “Un trato. Sólo le pido a Dios que mi hijo -el que tiene 13 años- llegue a los 15 años y yo dejo esto”.
Le faltaron como 650 días para la meta.