Por: Eugenio GONZÁLEZ
Tuxtepec, Oaxaca.- En Jalapa de Díaz, un municipio que fue víctima de cacicazgos, existe un gobierno que está pulsando el desarrollo a ras del pueblo, con trabajo, y llevando a cabo acciones que nunca antes un gobierno había realizado en favor de los desprotegidos, los indígenas mazatecos.
Y el cañón de ejemplo, para su presidente Arturo García Velázquez, está encendido todos los días, definiendo blancos prioritarios para abonar al progreso y cuyo pueblo está sediento.
Es por ello que mientras él viaja -más de doce horas, sobre carretera, a la ciudad de México– para conseguir mayores recursos ante todas las instancias oficiales posibles, su esposa, la titular del DIF Fernando Barbosa Sosa, activa tequios en comunidades deprimidas y ayuda a los ancianitos en riesgo y carentes de toda asistencia.
Para detonar el progreso, según Arturo García, en un municipio que ha sido históricamente marginado por caciques y por la ausencia de las élites gobernantes, se debe trabajar todos los días con lo que se tenga pero con tesón de lucha y humildad.
En la historia reciente de Jalapa de Díaz, ningún presidente municipal ha impulsado programas y se ha puesto, de manera personal, como ejemplo para recoger la basura de las casas y acompañar a su pueblo a establecer acciones por el bien común. Es pues, de los pocos presidentes en Oaxaca que instituye el desarrollo con faena social.
Así, junto con su esposa, y luego de ganar las elecciones para seguir gobernando su pueblo, el presidente Arturo García camina abonando, siguiendo rutas que empoderen a su pueblo, a su gente, a Jalapa de Díaz.