•Enfermedades a cuestas
Luis Velázquez/ Escenarios/blog.expediente.mx
Veracruz.- UNO. Los viejos están muriendo
Un viejo amigo se dejó morir enfermo del Parkinson en su último decibel. Otro viejo amigo se colgó de un árbol afuera de su casa una madrugada de primavera a las 5 horas, antes del paso de los autobuses urbanos de pasajeros.
Otro viejo amigo desapareció para siempre arrastrando su pensión, viviendo quizá en otros pueblos, porque nunca más se conoció su paradero ni tampoco una esquela publicada en la prensa escrita avisando de su muerte.
Otro viejo amigo murió por cirrosis, pues, como decía, mil veces mejor seguir bebiendo antes de internarse en una triple A.
Otros viejos amigos o conocidos van todos los días al café para reconstruir el mundo vivido y refocilarse en la nostalgia, seguros y conscientes de resucitar a la vida con los recuerdos.
Hay amigos, por ejemplo, con su pensión de plano se internaron en un asilo y así viven los días, sin molestar a los hijos ni tampoco a los familiares.
Es más, hay amigos confinados en un asilo con todo y pareja para juntos seguir hasta donde sea posible.
Es más, en el asilo ya pactaron con la dirección. El día cuando mueran de inmediato llamaran a la funeraria para llevarse sus cuerpos y cremarlos y tirar las cenizas al Golfo de México.
DOS. Luchar siempre
La mitad de la población y la otra mitad sueñan con un mundo brillante y optimista.
A veces, suele lograrse el objetivo.
Y hay quienes en la búsqueda de un mundo mejor continúan luchando siempre.
Por ejemplo, los viejitos concursando en “La Voz Senior”, de Televisión Azteca (hay dos mujeres jarochas, una de ellas quedó) significan un testimonio intenso, lleno de vida, pero más aún, de emoción social para estar y ser.
La mayoría pasaron la vida cantando en fiestas, eventos, restaurantes y cafés. Quizá algunos lo hicieron como un trabajo para llevar el itacate a casa.
Y ahora cuando andan entre los 60 a 70 años, algunos más, siguen tocando la puerta para ver si alcanzan un reconocimiento mayor en el concurso televisivo.
Por eso, Ricardo Montaner es el más admirado de los cuatro jurados, porque con todo y “70 y más”, ahí están, empujando la carreta en forma insólita, sacando como dice el adagio popular, “juventud de su pasado”.
TRES. La juventud es corta y larga la vejez
Hay quienes, ancianos se arrumban por sí mismos y se enclaustran y deciden desaparecer de la vida cotidiana para esperar en casa la muerte.
Y más, mucho más, si están enfermos. Y arrastrando varias enfermedades, las más comunes, la presión arterial, el Alzhemeir, la próstata, el cáncer, el Parkinson, la artritis, los divertículos, la columna vertebral.
Con todo, lo más importante en la vida, dice el geriatra, es la vejez, pues el tiempo de la juventud es muy corto, a veces demasiado breve cuando suele vivirse con intensidad, “la vida loca” le llamaría Ricky Martin, en tanto el tiempo de la vejez es demasiado largo.
Antes, dice un viejo amigo, pasábamos la vida en el antro, las cantinas y los moteles. Ahora, en el consultorio médico, en las farmacias, en el hospital y en la iglesia pidiendo perdón por los pecados cometidos.
Y si el anciano tiene, por ejemplo, seguridad social con el IMSS y/o el Issste, una pensión, entonces, la vida puede ser un poco generosa, pero sin tales satisfactores, la vida se vuelve un infierno.