- Denuncia del Solecito
Luis Velázquez/ Barandal
Veracruz.- ESCALERAS: Una madre del Solecito, integrado con familiares con hijos desaparecidos, retrata el infierno que todavía se vive y padece en Veracruz. La señora Martha Elba Jiménez Jiménez lo dice así:
“Siguen apareciendo cuerpos en Colinas de Santa Fe en los mismos terrenos donde ya habíamos buscado.
De repente, te encuentras que siguen dejando cadáveres aun estando una brigada policiaca.
Te quejas con esa expectativa” (Cinthia Zúñiga).
La señora Martha Elba está retratando los días y noches de la Cuitlamanía. Igual, igualito, digamos, que en la yunicidad. Y lo peor, en el duartazgo, tiempo aquel de los llamados “Escuadrones de la muerte”, formado con jefes policiacos, policías y malandros.
Tiempo, y cuando por ejemplo, las personas desaparecían en los retenes instalados por la policía en las carreteras de Veracruz.
Un cortocircuito recorre la geografía humana leyendo la revelación de la madre del Solecito.
¿Qué siguen apareciendo cadáveres en Colinas de Santa Fe, declarada la fosa clandestina más grande, no de Veracruz, no del país, sino de América Latina, con todo y las dictaduras militares del siglo pasado en algunos países del continente, como Chile, Venezuela, Paraguay, Brasil, Nicaragua, Guatemala, El Salvador y Argentina?
PASAMANOS: Lo peor, como dice la señora del Solecito, es cuando en Colinas de Santa Fe hay una brigada policiaca, digamos, para la vigilancia.
Y cuando los ojos del mundo están en Veracruz por la película de terror que se vivió y padeció.
Y cuando ocho años después con el duartazgo y la yunicidad significaría que en la Cuitlamanía se está reproduciendo el mismo infierno.
Inverosímil, pero posible, cuando, y por ejemplo, el mes de diciembre 2018, el primero del nuevo gobierno, fue cerrado con más de ciento treinta asesinatos y casi con una veintena de feminicidios y un par de infanticidios.
Inverosímil, pero posible, cuando Veracruz se mantiene como campeón nacional en el huachicoleo, el otro gran negocio de la delincuencia organizada y común.
Y cuando, además, “casi todos los carteles” (decía Renato Sales, ex Comisionado de Seguridad Nacional) se disputan la jugosa plaza Veracruz que para todos significa tierra fértil para el negocio floreciente.
CORREDORES: Los Colectivos siguen buscando a sus hijos y familiares desaparecidos. Cientos de cadáveres han encontrado con todo y una autoridad indolente que ni siquiera, vaya, les ha aplicado el ADN.
Más fosas clandestinas hay en Veracruz, entre ellas, las del Km. 13.5, en el puerto jarocho, y en donde siguen escarbando, conscientes y seguras de cadáveres sepultados por los malosos.
Además de los cadáveres flotando en los ríos y lagunas y tirados a orilla del camino y entre cañaverales.
Además de los cadáveres arrojados a los pozos artesianos de agua dados de baja, todavía inexplorados, pendientes de un microscopio para su ubicación.
Y todavía de ñapa, como dice la señora Martha Elba Jiménez, que sigan apareciendo cuerpos en Colinas de Santa Fe retrata el peor de los mundos y “pone los pelos de punta” porque significa que el tsunami de la incertidumbre y la zozobra continúa, y fuera de control, desbordado, evidenciando, por un lado, a la secretaría de Seguridad Pública, máxima responsable de garantizar el Estado de Derecho, y de la Fiscalía, por el otro, para cumplir la procuración de justicia.
RODAPIÉ: Hay muchos, demasiados pendientes sociales en Veracruz, igual que en el resto del país.
La miseria, la pobreza, la jodidez, el desempleo, el subempleo y los salarios de hambre con todo y el aumento del salario mínimo a 102 pesos, por demás, insuficientes para vivir con dignidad.
Y la baja calidad educativa y de salud pública.
Pero de todos, la inseguridad en el diario vivir es prioritaria y resulta pavorosa.
Nadie puede cantar victoria que ya la libró. Nadie puede estar seguro con todo y tenga escoltas y guardaespaldas, aquellos que la pueden usufructuar.
Bastaría referir el último feminicidio, con el secuestro, desaparición y asesinato de la sicóloga y activista social Mónica Cházaro, en el puerto jarocho, tirado su cadáver a un lado de la Laguna de Lagartos, en la Unidad Habitacional de Las Brisas, al norte de la ciudad que este año cumplirá 500 años de fundada.
BALAUSTRES: Y, bueno, si el tiradero de cadáveres sigue, entre otros lugares con fosas clandestinas, en Colinas de Santa Fe, entonces, la Cuitlamanía está obligada a tomar acciones concretas y específicas, a menos que sigan “lavándose las manos” y “tiren la pelota” (tan fácil que es) al gobierno federal, como en su oportunidad lo aplicara el gobernador.
Lo peor es que el paisaje urbano de Veracruz ha sido relevado y si antes “las palmeras borrachas de sol” y las gaviotas zambulléndose en el Golfo de México y los chicos tragamonedas en el Malecón del Paseo agraciaban a turistas y las parejas bailando danzón en el zócalo (y pronto, salsa) constituían la identidad jarocha ante el país ahora son los desaparecidos, los asesinatos, los feminicidios, los cadáveres flotando en los ríos y arrojados en la vía pública.
En la numeralia de la muerte y el horror nada identifica a Veracruz en el resto del país y América Latina como las fosas clandestinas de Colinas de Santa Fe, por encima, incluso, de la barranca de la muerte, “La aurora”, en el municipio de Emiliano Zapata y que fue un tiradero de cadáveres, algunos de los cuales quedaban atrapados en los árboles en la ladera.
“La noche tibia y callada” de Agustín Lara ha dejado de considerarse el segundo himno nacional de Veracruz luego de “La bamba”, y ahora es, a ritmo de salsa y chunchaca, la canción de “La muerte tiene permiso”, algo parecido a la Santa Muerte.
La población creía, estaba segura, de que con el duartazgo y la yunicidad había sido suficiente, pero electriza a punto de un paro cardiaco social que el Solecito, a través de la señora Martha Elba Jiménez Jiménez, enuncie y denuncie que en Colinas de Santa Fe continúa el tiradero de cadáveres.