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El Zoológico de MORENA en Veracruz

El Piñero

  • La pantera fría
  • El leopardo agazapado

Escenarios
Luis Velázquez y asociados
Veracruz.- UNO. La pantera fría y calculadora

Una forma de describir a las elites políticas de MORENA Veracruz es convocar y evocar al reino animal, en ningún momento, por la animalidad que puedan significar a primera vista, sino por las características de algunos de los animalitos.
Por ejemplo:
Rocío Nahle es originaria de Zacatecas, donde a los 18 años de edad, estudiante en la Universidad Autónoma, militaba en el viejo y desaparecido PSUM del ingeniero Heberto Castillo, el amigo y gurú de la profe Gloria Sánchez.
Un día, la vida la llevó atrás de una posibilidad laboral y aterrizó en Coatzacoalcos y chambeó en Pemex, anexos y conexos.
Y “cuando el dinosaurio estaba ahí”, ella andaba en la política sureña, desde la izquierda, y la izquierda delirante, a tono, digamos, con su verbo encendido.
Varios años después, la Nahle parece tener un corazón y unas neuronas, más que de guerrera como de nuevo se definió la profe Elba Esther Gordillo, de una pantera.
Una pantera que de pronto, zas, atacó y se tragó todas las gallinitas y pollitos del corral, desplazando, incluso, a sus padrinos y madrinas.
A: Diputada federal.
B. Senadora de la república.
C. Secretaria de Energía con AMLO durante los próximos 6 años.
Y D: Gurú con Cuitláhuac García, el góber electo, a quien ya impuso a Éric Patrocinio Cisneros como secretario General de Gobierno.
Y, bueno, si en el siglo pasado la figura icónica de la Policía Federal era un tigre, tigre en acecho, Nahle es una pantera sigilosa que acaso, quizá, de manera silenciosa y callada, fría y calculadora (así eran Venustiano Carranza y José Stalin, entre otros), Nahle es la reina de la selva.
Así, incluso, la describiría Juan Rulfo en uno de sus cuentos mágicos y realistas tipo “El llano en llamas” o en su novela “Pedro Páramo”.

DOS. El leopardo agazapado

Manuel Huerta evocaría la imagen de un leopardo (igual como Julio Cortázar miró al general Omar Torrijos, el hombre todopoderoso de Panamá en el siglo pasado, tiempo glorioso aquel de los Sandinistas en Nicaragua) que agazapado en su fuerza interior vibra y palpita con su energía fulminante.
Además, igual que un leopardo, también suele permanecer en acecho para asestar el zarpazo.
Más aún:
Igual que el topo, la figura simbólica de Carlos Marx para referirse a un politólogo, Huerta Ladrón de Guevara también merodea en el subsuelo y, de pronto, emerge a la superficie y huele y olfatea el sentido de los vientos y, si los vientos son favorables, aparece triunfante, y si son adversos, vuelve a hundirse en la tierra a esperar el momento clave.
Por ejemplo, el primero de julio ganó las 5 elecciones de aquel domingo electoral sangriento para el PAN, PRD, MC, PRI y PVEM.
La similitud de sus neuronas y corazón a un leopardo se calibra por lo siguiente:
A: Trabajó con AMLO, el presidente electo, en el Gobierno de la Ciudad de México a cargo de un programa de vivienda de interés social para “los pobres entre los pobres”.
B: Fue diputado federal.
C: Es coordinador de MORENA en Veracruz, el segundo luego de la profe Gloria Sánchez, senadora electoral suplente.
Y D: Está nombrado como mega delegado federal, el jefe máximo que será de las delegaciones federales en Veracruz.
La fuerza avasallante del leopardo se agazapa “en su piel y en su entraña” como definió don Julio Scherer García a David Alfaro Siqueiros en su libro.

TRES. El rinoceronte de MORENA

Éric Patrocinio Cisneros, futuro titular de la SEGOB jarocha, recuerda, de entrada, a un búfalo y a un rinoceronte.
En lo físico se parece a Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, el estudiante de la Universidad de Chapingo, líder en el movimiento estudiantil del 68, fornido, bravo, peleador callejero, rudo.
Y, bueno, ahora con su regreso triunfal a Veracruz (seis años en el poder político), el búfalo arrasará con todo luego de tantos años de exilio voluntario o involuntario cuando de niño, reza la leyenda en Otatitlán, partió de su pueblo a Baja California Sur, quizá reproduciendo la historia bíblica de Jesús, quien para venir al mundo sus padres debieron huir antes de que Herodes matara a todos los niños temeroso de que el rey por nacer lo destronara del poder.
El rinoceronte luchará a cada día para hacer sentir su peso y fuerza política en una selva donde las tribus y hordas arañan el poder y entre más poder tienen y coleccionan más quieren, como “Los doce Césares” de Suetonio quienes absorbiendo todo el poder y nada había ya por repartir pensaron que sus equipos lo estaban traicionando y entonces, comenzó a matar a uno por uno.
La leyenda dice que en Otatitlán hubo un Cristo negro. Y Patrocinio lo será, y más allá del color de su piel, en un Veracruz donde el PAN, PRD, MC, PRI y PVEM, entre otros, soñarán cada día en recuperar el trono imperial y faraónico.
Y Cisneros Burgos habrá de luchar, con todo, para mostrar el puño y el músculo, de ser necesario, aun cuando, a tono con el discurso de AMLO, ya avisó en el carril político que los próximos 6 años nunca, jamás, habrá espionaje, mano dura, represión, garrote, tolete y macana para los disidentes, los apóstatas, los herejes, los incrédulos y los críticos.

CUATRO. La ley de la selva

Según la historia en los partidos políticos hay grupos, hordas y tribus riñendo por el poder público, y en donde todos viven como perros y gatos y que, bueno, luego de un ratito, los perritos y los gatitos terminan amiguitos y unos a otros se quieren y lamen en una expresión de cariño, digamos, la república amorosa del reino animal.
Nadie, sin embargo, desearía que en nombre de la amistosa rivalidad, Cuitláhuac, Nahle, Huerta, Éric Patrocinio, Ahued y Amado Cruz Malpica terminaran mirándose y tratándose como zopilotes y buitres atrás de la presa, igual o peor que las elites priistas y panistas y perredistas, etcétera.
Y más porque de por medio está, primero, la utopía social de AMLO de parecerse o ser mejor que Benito Juárez, Francisco Ignacio Madero y Lázaro Cárdenas, cuyas fotos, por cierto, ha colgado en el salón de recepciones en su búnker y también en el foro público de la banqueta de sus oficinas.
Segundo, porque de por medio está el destino social de Veracruz que luego de 75 gobernadores tiene en la miseria y la pobreza a 6 de los 8 millones de habitantes.
Y tercero porque trepados todos, más que en el arca de Noé (donde fue subida una pareja de todos y cada uno de los animalitos), en el arca de AMLO, en vez de llegar al paraíso terrenal seguirían atrapados y sin salida en el infierno.
En otros sexenios, las generaciones políticas en el poder sexenal han terminado en una cena de negros, ley de la selva, y en donde más que el león, con su fuerza histórica, jefe máximo de la jungla, y más que el elefante, el animalito más pesado lleno de inteligencia y prudencia, los zopilotes, los buitres y las hienas se han impuesto, dejando, en el caso de Veracruz, una tierra devastada por la rapiña.

CUATRO. El león de Otatitlán

En la aproximación zoológica a la vida política hay quienes miran en Éric Patrocinio Cisneros a un león africano, incluso, felino importado, pues en Baja California, Quintana Roo y Chiapas, donde ha caminado, hacía política, y de pronto con un curso exprés en Veracruz fue convertido en el dos de palacio.
Como felino alpha, ya agrupó a todos los de la manada y concentra y manda a los alcaldes y legisladores, ha impuesto la agenda setting y acumula el mayor número de barbies de MORENA.
Y su rugido en el palomar de MORENA será el rugido predominante a partir del primero de diciembre.
Los animales de la selva (mamíferos, herbívoros, carnívoros, aves, etcétera) atenderán el llamado del León de Otatitlán para estar, digamos, a tono con el Cristo negro que llegó flotando al pueblo sobre el río Papaloapan.
Amado Cruz Malpica es la otra figura icónica de MORENA en el poder sexenal. Diputado local parece un oso panda, pues según las versiones es un buen trepador, aunque rara vez se le mira en los árboles.
Se adapta a la cautividad y gracias a su pelaje, aguanta las condiciones invernales de su hábitat.
En China, el oso panda tiene la acepción de “oso gato”, y en Veracruz, Cruz Malpica recibiría esta acepción por tener una década operando de manera sigilosa y en cargos menores.
Pero saber esperar, y esperar con estrategia y con la paciencia de Job y de un tigre en acecho, también es una virtud humana y zoológica.
El expriista Ricardo Ahued Bardahuil, senador electo, parece un delfín, un animalito inteligente, pero mamífero al fin que vive en el agua, tiene carisma y acapara miradas y simpatías.
Y lo mismo vive a mar abierto (cohabitó en el Fidelismo y el Duartismo, y lo que se considera una proeza) que en cautiverio (antes priistas y hoy morenista).
Los delfines, ya se sabe, suelen utilizar los sonidos, la danza y el salto para comunicarse, orientarse y alcanzar a sus presas.
Ahued, sin embargo, tiene fama de utilizar todo eso, más abrazos y apapachos a la militancia del partido político en turno que milite.
Lo acercaría así, y además, a un camaleón.
El diputado local, Zenyasen Escobar, coordinador de la bancada de MORENA en la LXIV Legislatura, es un tiranosaurio rex.
Dinosaurio imponente, pero lento, falto de visión, que se guía sólo por los olores.
Y aun cuando tiene estatura y un peso descomunal, digamos, y en el caso, como líder magisterial que fue de la CNTE, también es torpe.
Zenyasen, por ejemplo, como buen tiranosaurio, ataca, pero no sabe bombardear con inteligencia, pues los pocos argumentos políticos se manifiestan en su discurso y que amplificado con su limitado conocimiento legislativo hacen un cóctel explosivo.
Iván Luna es el jefe de prensa de Cuitláhuac.
El veterinario político lo mira como una hormiguita reina, las cuales viven hasta cien veces más que los insectos solitarios de un tamaño similar.
Ha estado pegado a Cuitláhuac, sin aspavientos, sin protagonismo, sin presunciones de cercanía con el gobernador electo, aun cuando en contraparte, y como hormiguita reina, tiene derecho de picaporte en la casa y la oficina del mandatario, y lo que constituye un indicativo ante el papaloteo de las abejas comunes que vuelan alrededor soñando con la miel.

CINCO. Ejército de hormigas y tortugas

El primer gesto de buena voluntad (los buenos deseos, ya sabe) de los morenistas en Veracruz sería, digamos, crear un ejército de hormiguitas y tortuguitas (laboriosas y tenaces) para que cada uno enseñara a leer y escribir a los 600 mil analfabetas de 14 años de edad en adelante que según los Cuadernillos Municipales de la secretaría de Finanzas y Planeación hay en las 212 localidades.
Y aun cuando el mundo está hechos de sueños, lo mejor es volverse un perrito apaleado que termina dudando de todo y de todos, pues en la búsqueda de la utopía social y del discurso populista, demagógico, ramplón y barato, muchos, demasiados han sido los desengaños y “las tomaduras de pelo”.
Hacia el año 2024, fin de la Cuitlicidad, los 6 millones de pobres de Veracruz trotarían montados en un caballo alado galopando hacia la Isla de la Eterna Juventud, llamada por otros el paraíso terrenal, y en donde todos serían felices, pues además, tendrán a la mano los satisfactores básicos de la vida y que nunca, y por desgracia, lograron Benito Juárez, Francisco Ignacio Madero, Lázaro Cárdenas, Emiliano Zapata, Carlos Pellicer y Tomás Garrido Canabal, algunos de los héroes de AMLO.
Y es que así como andan desde la noche del primero de julio, los pejistas (dicho así para definir la generación política que entrará al poder sexenal) están tirando a las estrellas, conscientes, quizá, de que nunca llegarán, pero al mismo tiempo llegarían más lejos que los 75 gobernadores que hemos tenido en la tierra jarocha.
Si así fuera, los ciudadanos terminaríamos asombrados y deslumbrados.
Y es que cada jefe del Poder Ejecutivo Estatal ha predicado en su tiempo “los días bonitos que vendrán” como dice Cuitláhuac García, y hay quienes, ilusos y utópicos, se trepan como monitos y changuitos a la copa de los árboles para verlos y escuchar mejor el discurso de la esperanza.
Años después, el desencanto ha resultado peor.

MORALEJA: En la selva, como en la vida y en los partidos políticos, y en el reino celestial, no todos los animalitos se llevan bien.
Incluso, unos a otros suelen tragarse y sin dejar pistas.
Y nada más triste en la vida que ver matarse a los animales, pero ni modo, es la ley de la selva que dice el viejito del pueblo.
Lo peor sucede cuando a un político lo tratan como sapo porque los otros se creen y sienten luciérnagas.
Y aun cuando en la fábula, y por lo general, las luciérnagas salen ganando, nada excluye que algún día, la venganza de los sapos sea apocalíptica.

 

 

 

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