Luis Velázquez /Escenarios
15 de marzo de 2019
UNO. Empeora horror en Veracruz
Los malandros están asesinando a mujeres. Y a políticos y líderes sindicales. Y a policías.
Casi casi el fin del mundo.
Entonces sólo queda arrodillarse. Entrar hincado a la Basílica de Guadalupe. Bailar en Chalma. Darse una limpia con los brujos de Los Tuxtlas. Confinarse en casa apenas anochezca. Vivir, como dice aquella, en “Toque de queda”.
Y más, cuando la población se está sublevando. Y linchando a los malandros. Caso Soledad Atzompa. Caso Minatitlán. Caso ciudad de Veracruz. Caso Mariano Escobedo con el avisito de que ladrón que detenga… será linchado. Caso Puerto jarocho, unidad habitacional Geo Los Pinos, de que si atrapan a un ladrón le cortarán las manos.
Así, y en tanto por un lado los malandros entran en la madrugada a un hospital en Minatitlán y rematan a un hombre herido a quien los médicos le habían salvado la vida del tiroteo, los guardias comunitarios de un pueblo rural en el Valle de Uxpanapa linchan a un hombre que baleara a su esposa por la espalda.
Mal síntoma, cuando, por ejemplo, en Xalapa y Orizaba, los sicarios mataron a policías.
Y más, cuando irrumpieron en una vivienda de la colonia Progreso de Xalapa y lo ejecutaron.
Y cuando tiraron a un barranco el cadáver de otro policía en Orizaba.
La vida, prendida con alfileres.
Nadie está ni se siente seguro. Así tenga escoltas días y noche en casa. Sólo quedaría, digamos, migrar del pueblo como en Coatzacoalcos a la Ciudad de México.
DOS. Abierto desafío al gobernador
Los malosos se han recrudecido. En abierto desafío al gobierno de Veracruz se endurecen.
Antes, secuestrando, desapareciendo y asesinándose entre sí.
Luego, arrasando con la población civil para sembrar y multiplicar el horror y el terror.
Ahora, asesinando a policías y políticos.
La población, desencantada ya tan pronto del sexenio de izquierda en Veracruz, optando por hacerse justicia por mano propia.
Y/o como como en el caso de algunos vecinos del barrio “El Dique”, de Xalapa, que duermen en la sala de casa para estar pendientes por si las dudas en la madrugada entran a robar (Diario de Xalapa, José Morales, martes 5 de marzo).
Y es que tan sólo en la calle Mártires de Xalapa existen ya mártires del siglo XXI, pues en la colonia Felipe Carrillo Puerto (el gobernador socialista asesinado en Yucatán) hay robos en las casas y en los negocios y de coches y de golpizas a peatones que, audaces y temerarios, suelen caminar en la noche creyéndose a salvo de un atentado, un secuestro, un levantón.
Terrible escenario pasar, primero, la noche en vela a la caza de un ladrón, y segundo, todas las noches durmiendo en la sala, armados aunque sea con el cuchillo cebollero y jitomatero.
La vida, prendida con alfileres.
¡Vaya calidad de vida!
¡Vaya infierno cotidiano!
TRES. La vida, igual o peor
Lo más indicativo, pésimo karma es que los carteles y cartelitos han subido el grado del horror ejecutando a políticos y policías, encargados según el Estado de Derecho de garantizar la seguridad en la vida y en los bienes, pero más en la vida, pues los bienes van y vienen… si regresan, claro.
Son los días y las noches más cruentos y fatídicos de Veracruz.
Antes, en la yunicidad y el duartazgo, como antes, y en donde los sobrevivientes hemos de dar gracias al chamán de que estamos vivos.
Ahora, un nuevo capítulo con el primer gobernador de izquierda en que la vida está igual o peor.