:: Autoridades Municipales convocaron a los actores sociales a la unidad, y a construir el bienestar de las familias.
Tuxtepec, Oaxaca.- Con un acto en el que se izó la Bandera Nacional Mexicana a media asta, el Gobierno Municipal de Tuxtepec rindió honores a Emiliano Zapata, el “Caudillo del Sur” que tuvo como principal demanda y lema de lucha “Tierra y Libertar”, quien muriera un 10 de abril del año de 1919.
En la conmemoración del 99 aniversario luctuoso de Emiliano Zapata, el Caudillo del Sur, autoridades municipales convocaron a los actores sociales a la unidad, y construir así, juntos, una nueva etapa en la que el bienestar de las familias.
Se hizo el llamado a construir una nueva etapa de bienestar social, poniendo por delante afinidades y fortalezas”. “La lucha que encabezó el general Zapata fue para devolvernos nuestras tierras y nuestra libertad”.
Las Autoridades Municipales dejaron en claro que se debe honrar en el trabajo la memoria de Emiliano Zapata, para heredarle un mejor futuro a los niños y jóvenes pero eso solo se podrá lograr con la reconciliación, el hermanamiento, trabajando juntos por un Tuxtepec amigo.
En punto de las ocho de la mañana, elementos de la Policía Preventiva Municipal iniciaron con el acto portando el lienzo de la Bandera Nacional Mexicana hasta llegar al asta bandera y con los honores correspondientes ser izada a media asta, en memoria de “Caudillo del Sur”, Emiliano Zapata.
Emiliano Zapata Salazar, descendiente de una familia de antiguos comuneros, nació el 8 de agosto de 1879 en Anenecuilco, Morelos, pueblo Tlahuiaca.
Durante la dictadura porfirista, los hacendados cañeros del estado de Morelos se adueñaron de las tierras que pertenecían a los pobladores de la región, cuyas reclamaciones legales no eran atendidas por las autoridades correspondientes.
Asimismo, los habitantes de Anenecuilco afrontaban el despojo de terrenos por parte de los propietarios de la hacienda del Hospital y, en 1909, sus habitantes nombraron a Emiliano Zapata, famoso por su valor e inteligencia, jefe de la Junta de Defensa de las Tierras de Anenecuilco, para coordinar la lucha del pueblo contra la hacienda.
Al estallar la Revolución de 1910, Emiliano Zapata se lanzó al combate bajo las órdenes de Pablo Burgos, y en marzo de 1911 ya era el jefe reconocido por todos los maderistas de Morelos.
Después del ascenso de Francisco I. Madero a la Presidencia, Zapata se negó a desarmar a sus hombres hasta que el gobierno devolviera a los pueblos las tierras usurpadas por las haciendas. Madero y Zapata no llegaron a ningún acuerdo, lo que provocó que los zapatista s fueran atacados por las tropas federales y se dirigieran hacia las montañas.
El 29 de noviembre de 1911 el jefe sureño proclamó el Plan de Ayala, en el que desconocía al gobierno de Madero y exigía la devolución de las tierras a los pueblos y la dotación de los ejidos a las poblaciones que no los tuvieran. Este plan se convirtió en la bandera del agrarismo mexicano.
El Ejército Libertador del Sur, con Zapata a la cabeza, combatió sucesivamente a los gobiernos de Madero y Victoriano Huerta, y logró apoderarse, para mediados de 1914, de todo el estado de Morelos, así como de zonas aledañas, pertenecientes a los estados vecinos, coadyuvando así al derrocamiento del gobierno ilegítimo de Huerta, sin aceptar la jefatura ofrecida por Venustiano Carranza y sin coordinarse con los constitucionalistas.
Una vez dominada la región, los zapatistas aplicaron en 1914 y 1915 las ideas expuestas en el Plan de Ayala; se restablecieron a los pueblos y comunidades las tierras de las haciendas, respetando la autonomía de los poblados y dirigiendo la producción de las haciendas restantes.
Durante la Convención de Aguascalientes, reunida en octubre de 1914, luego de la caída de Huerta, los representantes zapatistas se aliaron a los enviados de la División del Norte, comandada por Francisco Villa, discrepando en las discusiones con los carrancistas.
A las diferencias políticas e ideológicas siguió el enfrentamiento armado y la etapa conocida como Lucha de Facciones. Sin embargo, al no establecerse una alianza unificada entre zapatistas y villistas, ambos fueron vencidos por las fuerzas comandadas por Venustiano Carranza.
Las tropas de Zapata fueron derrotadas en las batalles de Apizaco y Puebla y desalojadas de la Ciudad de México, por lo que se dirigieron al estado de Morelos, donde, después de ser atacadas por los carrancistas al mando del general Pablo González, se refugiaron en las montañas.
Los zapatistas combatieron incansablemente a Carranza, en una guerra sin cuartel en la que en ocasiones eran reducidos a pequeñas partidas guerrilleras que operaban en la zona montañosa, para recuperar posteriormente el control de todo el estado de Morelos y amagar incluso la capital de la República.
Esta guerra incesante se prolongó por varios años, sin mostrar indicios de solución. Los jefes militares carrancistas comprendieron finalmente que era imposible vencer por la vía de las armas la resistencia de los campesinos de Morelos, por lo que el general Pablo González decidió eliminar a Zapata tendiéndole una celada.
El plan de González consistía en que el coronel Jesús Guajardo, uno de sus subordinados, fingiera enemistarse con él y simulara querer unirse al zapatismo. Guajardo le escribió a Zapata solicitándole una entrevista; antes de aceptarla, el caudillo suriano le ordenó que tomase Jonacatepec, población que se encontraba en manos de un grupo de antiguos zapatistas que habían desertado para unirse al carrancismo, y que los fusilara. Guajardo simuló cumplir con la encomienda, y con ello logró que se le concediera la entrevista.
Tras una reunión previa, el 9 de abril, Zapata ofreció visitar a Guajardo al día siguiente en su cartel, la hacienda de Chinameca, con objeto de establecer las condiciones para que éste se incorporara a sus fuerzas. El 10 de abril de 1919, Emiliano Zapata, acompañado por una escolta de diez hombres, marchó hacia la hacienda ocupada por Guajardo.
En ese lugar se había formado una guardia para rendirle honores al jefe del Ejército Libertador del Sur y, cuando éste se aproximó, el clarín tocó tres veces llamada de honor, al apagarse la última nota, en forma sorpresiva, los soldados dispararon sus fusiles a quemarropa sobre Zapata.
El cuerpo del caudillo agrarista fue exhibido en Cuautla, donde tenía su cuartel general Pablo González, y Guajardo, como premio a su traición, recibió una recompensa en metálico y fue ascendido a general.