Luis Velázquez | El Piñero
01 de septiembre de 2021
ESCALERAS: Atrás quedaron unos trece, catorce, aspirantes a la rectoría de la Universidad Veracruzana, UV. Solo hay una silla en las Lomas del Estadio. Cada suspirante con su programa académico para enaltecer la calidad de la máxima casa de estudios de Veracruz. Un solo proyecto aterrizará, se espera.
Pero por encima de los expertos, la UV enfrenta, digamos, tres desafíos de primer orden y que de una Rectoría a otra se ha diferido, porque se trata de palabras mayores.
Entre otras, las siguientes:
PASAMANOS: Primera, la UV a la mitad del sótano o más abajo en la calidad educativa nacional. Por encima está el prestigio de otras instituciones como, por ejemplo, el Instituto Tecnológico de Monterrey, en el cuarto lugar, incluso, continental.
La UNAM, en el sexto.
Y más abajo, el Politécnico. Y más abajo, la Universidad Autónoma de Nuevo León, y más abajo, la del estado de México, y más abajo, la Anáhuac de Huixquilucan, y más abajo, la de Puebla.
Significa, entonces, el más grande desafío para el nuevo Rectorado.
Sea por la calidad magisterial, unos 6 mil quinientos. Sea por montón de profesores llegados al salón de clases en la UV improvisados, sin experiencia y hasta sin vocación pedagógica. Sea porque ha faltado mano firme para luchar por el objetivo.
CORREDORES: Segunda, cada año, la UV rechaza a más de veinticinco mil chicos necesitados de ingresar considerando que la UV es la única universidad pública en Veracruz donde los muchachos de clase media baja y baja tienen posibilidades.
Se dirá que la UNAM deja fuera más de cien mil chicos en cada ciclo escolar.
Pero…, bueno, la UNAM constituye el sueño superior de la mitad de la población estudiosa y la otra mitad.
Y en el caso de la UV significa la única esperanza para los miles de muchachos en un Veracruz donde 6 millones de los 8 millones y 150 mil habitantes viven en la más espantosa miseria, pobreza y jodidez.
BALCONES: Tercera, la fama de las universidades públicas y privadas de estar convertidas en fábricas de desempleados arrastra a la UV.
Por todos lados, se escuchan plegarias de padres de familia desesperados con hijos egresados de una carrera profesional en el desempleo.
En el mejor de los casos, en un empleo pero con un salario de hambre como les llamaba Ricardo Flores Magón, en su periódico Regeneración en 1910.
Además, sin prestaciones sociales, económicas y médicas establecidas en la Ley Federal del Trabajo.
PASILLOS: Además, ninguneados, sometidos a horarios laborales infames, y maltratados, digamos, por la inexperiencia… ante la falta de prácticas de primer nivel tanto en la UV como en fábricas, industrias, talleres, comercios, negocios, etcétera, con los que cada director de facultad pudiera establecer convenios para las prácticas.
Insólito, hay chicos que hablan varios idiomas y con una profesión, trabajando como taxistas porque es la única oportunidad a la mano.
VENTANAS: Los pendientes anteriores integran el Triángulo Social y Económico de la UV para el nuevo rectorado.
Pero, además, trascienda con altura y dignidad, pues el hecho, por ejemplo, de alardear que tienen como profesores el mayor número de graduados con maestrías y doctorados y hasta en el extranjero forma parte de la normalidad.
Más, cuando cada posgrado significa un incremento salarial para el cuerpo académico.
O decir que los maestros publican investigaciones en revistas indexadas y/o libros y forman parte del Sistema Nacional de Investigadores es lo de menos.
Los grandes desafíos están en otro lado.