➡️ El gobierno de Salomón Jara prioriza homenajes mientras Oaxaca se hunde en el abandono
➡️ Para muchos oaxaqueños, pintar bardas es una burla a su realidad, una distracción superficial cuando las verdaderas necesidades de la población siguen sin ser atendidas
Redacción El Piñero
Oaxaca, México. — En su último día como presidente de México, Andrés Manuel López Obrador ha recibido múltiples muestras de apoyo y agradecimiento en todo el país.
Sin embargo, en Oaxaca, el gobernador Salomón Jara ha elegido una forma de homenaje que ha generado gran polémica: la pintura de más de cien bardas con la imagen de AMLO. Lo que debería ser un reconocimiento simbólico, se ha convertido en el blanco de críticas por parte de la ciudadanía, que cuestiona las prioridades del gobierno estatal.
Mientras Jara presume en redes sociales este “logro”, las calles de Oaxaca lucen destrozadas y la inseguridad sigue cobrando vidas. ¿De qué sirve invertir en homenajes a un presidente que siempre abogó por el bienestar del pueblo, si el propio estado está sumido en una crisis? Las carreteras oaxaqueñas están en condiciones deplorables, llenas de baches que prácticamente han desaparecido los caminos, poniendo en riesgo a miles de conductores y dificultando la movilidad en las ocho regiones.
Peor aún, la inseguridad ha escalado a niveles alarmantes. Cada día se reportan más actos de violencia y tragedias que dejan familias destrozadas. Para muchos oaxaqueños, pintar bardas es una burla a su realidad, una distracción superficial cuando las verdaderas necesidades de la población siguen sin ser atendidas. ¿De qué sirve llenar las calles con imágenes de Obrador cuando hay ciudadanos que ya no tendrán tiempo de verlas, víctimas de la violencia que sigue azotando a la entidad?
La indignación es palpable. Las redes sociales se han inundado de comentarios que califican de vergonzosa la gestión de Jara, quien parece más enfocado en gestos simbólicos que en resolver los problemas urgentes del estado. Las obras prometidas no avanzan, los recursos se diluyen en proyectos de poca relevancia, y Oaxaca sigue estancada.
Este homenaje, que en otros tiempos podría haber sido motivo de orgullo, hoy es la representación de un gobierno que no sigue el ejemplo de López Obrador en su compromiso con el pueblo. Para los oaxaqueños, las bardas pintadas no representan un logro, sino una oportunidad perdida.