Redacción El Piñero
Cuenca del Papaloapan.- Para cumplir los objetivos hace falta voluntad. Sin ella, simplemente no sucederían los cambios que se prometen. Prueba de que cuando se promete, se cumple, es lo que este lunes logró la gobernadora Rocío Nahle en Veracruz, a pocas horas de asumir su mandato: eliminar la caseta de cobro del Puente Coatzacoalcos, que durante 50 años había “sangrado” la economía de los automovilistas.
Con esta decisión, Nahle oficializó el paso gratuito para todos los automovilistas, buscando impulsar la competitividad de la región industrial y eliminar barreras que durante décadas limitaron el crecimiento y bienestar de Coatzacoalcos. La medida fue ampliamente celebrada por los habitantes y sectores productivos del sur de Veracruz.
Además, la gobernadora aseguró que los trabajadores de la caseta no se quedarán sin empleo. “Me los voy a llevar a trabajar,” declaró Nahle, garantizando que su gobierno hará valer los derechos laborales de quienes dependían de esta fuente de ingreso.
TUXTEPEC Y LA PROMESA INCUMPLIDA
Mientras tanto, en Tuxtepec, Oaxaca, la situación es diametralmente opuesta. La caseta de cobro Caracol sigue siendo una carga económica para los habitantes, convirtiendo a este municipio en el único de la región que paga por entrar y salir de Veracruz. A pesar de que su eliminación ha sido una promesa reiterada por diferentes administraciones, en los tiempos de la Primavera Oaxaqueña no se vislumbran avances que permitan pensar que esto podría ser una realidad en los próximos años.
La comparación entre los dos gobiernos es evidente. Mientras Rocío Nahle, en sus primeras horas como gobernadora, ha dado un paso firme con una acción de alto impacto social y económico, el gobernador Salomón Jara, tras dos años en el cargo, no ha ejecutado obras significativas que beneficien a la Cuenca del Papaloapan.
La eliminación de la caseta del Puente Coatzacoalcos es una acción que no solo aliviará la economía de los automovilistas, sino que también potenciará el desarrollo de una región clave para el estado. Mientras tanto, los habitantes de Tuxtepec seguirán esperando que las promesas de cambio se conviertan en realidades palpables.