Luis Velázquez | Expediente 2021
La guerra partidista y electoral que sigue ya está aquí, en Veracruz. Desde las montañas y regiones indígenas hasta las ciudades de cara al Golfo de México. Y desde las rancherías y poblados hasta las franjas turísticas.
Un nuevo espectro cobra vida. Se trata de la llamada “joya de la corona”. Primero, la disputa partidista por la candidatura a gobernador 2024/2030. Luego, la campaña cívica. Y la rebatinga en las urnas.
Los grupos y tribus se agrupan y reagrupan. Quizá, Morena, PT y PV vayan otra vez juntos. Acaso el PAN, PRI y PRD sigan en luna de miel. Quizá, el Movimiento Ciudadano decida ir solo, muy bragado y fregón.
En un lado del palenque política, la secretaría de Energía, Rocío Nahle, y quien parece invencible. Los astros a su favor.
Con todo y que en el otro lado de la cancha estén Ricardo Ahued Bardahuil y Manuel Huerta. Incluso, Erik Cisneros Burgos y Zenyazen Escobar.
En el lado priista, el presidente municipal electo que ganara la posición edilicia más importante, Orizaba, Juan Manuel Diez Francos.
Y, acaso, acaso, acaso, el priista que ganara la única diputación federal. Pepe Yunes Zorrilla, por el distrito de Coatepec.
En el PAN, los astros siguen reacomodándose. El senador Yulen Rementería del Puerto. El presidente municipal, Fernando Yunes Márquez. Se ignora si el presidente del CDE del PAN, Joaquín Guzmán Avilés, mantenga la emoción social para buscar la silla embrujada del palacio de gobierno de Xalapa.
En el lado del Movimiento Ciudadano, MC, todavía está o estaría germinando el producto. Por ningún lado se mira. El senador Dante Delgado Rannauro, el plus, ya es político nacional. El país, su escenario. A menos, claro, a menos…
Son, serían, serán, por ahora, las tribus disputando el territorio estatal.
Y con todo, y a sangre y fuego. También, como Winston Churchill, dolor y lágrimas.
Una nueva guerra de Carteles Políticos en proceso, cuajando en el subterráneo. Pero al mismo tiempo, en la cancha pública.
Una candidatura a gobernador, dice el politólogo Carlos Ernesto Ronzón Verónica, nunca se construye de la noche a la mañana.
Son semanas, meses, años, de trabajo de zapa, como los sótanos, cabildeando desde el fondo de la tierra a la superficie.
El reacomodo de fuerzas políticas ya se concitó el 6 de junio. Morena, mayoría. El resto de partidos, apostando a un mejor karma, un buen fario, una vibra superior, y hasta repitiendo el modelo de Francisco Ignacio Madero y Plutarco Elías Calles, de consultar a los médiums para asestar el paso siguiente.
LA SALVAJE NOCHE DE VERACRUZ
En el otro lado del palenque, un palenque afiebrado. Los carteles y cartelitos. La delincuencia organizada y común. Los barones de la droga.
La elección del 6 de junio terminó con 96 (noventa y seis) candidatos asesinados. La mayoría en Veracruz. Veracruz, con el peor tiempo electoral.
Cada cartel en la rebatiña por el poder. Obsesionados con ganar posiciones edilicias. Alcaldías, comandancias policiacas, direcciones de Obras Públicas, tesorerías municipales y regidurías, claro.
Y por añadidura, más, mucho más arreciarán cuando las candidatura a gobernador se vayan definiendo.
Más, cuando aquí, dicen los expertos de seguridad nacional, operan casi casi todos los carteles.
El sucio negocio en la tierra jarocha.
La autopista de sur a norte. Los tres puertos marítimos para la carga y descarga de droga. Las pistas clandestinas. El huachicoleo. Los migrantes. La prostitución. Los secuestros. Las extorsiones. El cobro por el llamado derecho de piso. El lavado de dinero.
Y ñapa, en la salvaje noche de Veracruz, el regadero de cadáveres y lo más espantoso y terrible, la impunidad.
El dato resulta indicativo y significativo: de los 212 candidatos a presidentes municipales, uno solo fue reiterativo hablando de la seguridad pública y del desempleo, Amado Cruz Malpica, de Morena, en Coatzacoalcos.
El resto, incluídos los candidatos a diputados locales y federales, omisos, occisos, indiferentes, como si se tratara de graves pendientes sociales en algún planeta del sistema solar o en el otro extremo del mundo.
Nada, pues, de tocar, “ni con el pétalo de una flor”, oh Amado Nervo, a los malandros y sicarios.
Pero la pesadilla ahí está, inalterable, creciendo, multiplicándose como los peces y los panes y los ácaros y la humedad.
Desde Patricio Chirinos Calero, en pleno salinato, en Veracruz floreciendo los carteles.
Pasaron Miguel Alemán Velasco, Fidel Herrera Beltrán, Javier Duarte, Miguel Angel Yunes Linares y Cuitláhuac García que camina, y como el dinosaurio de Tito Monterroso, los carteles ahí siguen.
El pendiente para el gobernador del año 2024 al 2030, pues nada, absolutamente nada indica que bajen a su bilirrubina, ni tampoco que vayan al exterminio con un Fernando Gutiérrez Barrios tocando la flauta de Hamelin.
Con todo, la disputa por el poder gubernamental va cuajando.
Morena, va de gane. En el siglo pasado decían que partido político que gana las alcaldías y diputaciones tiene varios pasos adelante para quedarse con la gubernatura.
Peor tantito si se considera, como ahora, que a la oposición a Morena le falta grandeza partidista para ser, estar y trascender.
La vorágine partidista se está reciclando. Lo primero es lo primero. Y en el caso, ganar espacios para quedarse con la candidatura en la lucha partidista, enfrentando a las tribus y las elites y las cúpulas, tan llenas de discordias, intrigas y complots, además de las envidias y los celos.
Las pasiones humanas, desbordadas por la silla embrujada del poder… que en silla de montar caballos briosos la confundió Eufemio Zapata, el hermano menor de Emiliano, el caudillo del sur.