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Encarnó Duarte en palacio; Rogelio Franco, su clon

El Piñero


Luis Velázquez Barandal
01 de julio de 2017


ESCALERAS:
Javier Duarte ha encarnado en Veracruz. Su clon se llama Rogelio Franco Castán. Uno y otro, los políticos autistas. De espaldas a la realidad. Ajenos al sentir social. Incluso, remando a contracorriente de la historia. Peor tantito, creando su mundo color de rosa. El mundo construido a la medida de sus, digamos (legítimos o ilegítimos) sueños. Duarte, por ejemplo, decía, “aquí no pasa nada”. Franco dice ahora con un Veracruz multiplicado en un río de sangre y en un valle de la muerte, “todo está normal y en tranquilidad”.
Ningún clamor social escucha, pues, el secretario General de Gobierno. Simple y llanamente, le vale. Le valen, por ejemplo, los cuatro niños y sus padres asesinados el sábado 24 en Coatzacoalcos. Le vale el niño y su maestra ejecutados en Tantoyuca, la tierra del cacique de SEDARPA, Joaquín Rosendo Guzmán Avilés.
De los secuestrados y desaparecidos y asesinados y sepultados en fosas clandestinas dice que todo, todo, todo lo que está sucediendo en el territorio jarocho se atiende.
Mejor dicho, se desatiende, porque siete meses después, Veracruz está peor que como lo dejara el preso político más famoso de Guatemala, la tierra de Ricardo Arjona, el cantante de “Señora de las cuatro décadas”.
Y, bueno, los llamados científicos sociales dicen que el primer paso para resolver los pendientes es aceptarlos, y en el caso, el segundo del palacio de Xalapa (el dos les llaman otro) los rechaza.
Ha de creer que la mitad de la población de Veracruz y la otra mitad creen a ciegas en su palabra.
Estará seguro de que con su palabra “basta para sanar el alma” colectiva tan adolorida que está con tanta, excesiva inseguridad, claro, pero al mismo tiempo, con el tsunami de impunidad que llega a todos los niveles, sin que nadie escape.
Desde luego, “el dos” queda/bien con “el uno”, porque de tal se trata, pero la población, aquella que elegirá el próximo año a los diputados locales y federales, senadores, presidente de la república y el gobernador de seis años, poco a poco, con una enfermedad invisible, se estaría desmarcando, mejor dicho, desencantando del bienio azul.
“Hay calma, hay gobernabilidad” dice “el 2” tan famoso, oh paradoja, en las redes sociales como un golpeador de mujeres que en el caso conyugal suele resolver con generosidad, por ejemplo, leyenda en el carril perredista, ya con una camioneta de 800 mil pesos, ya con un viaje al otro confín del mundo, ya con un departamentito, ya con una casita, ya con joyas, etcétera.
Cierto, cierto, cierto, ninguna duda existe que “hay diálogo con todos los actores políticos”, por ejemplo, diputados locales y federales, líderes partidistas, dirigentes eclesiásticos, etcétera.
Pero entre más cerca de las elites políticas… más lejos de los núcleos poblacionales, donde según el CONEVAL… seis de cada 10 habitantes están en la pobreza, la miseria y la jodidez.
Lo decía el clásico en el siglo pasado: “Tan cerca de Dios y tan lejos de Estados Unidos”.

BARANDILLA: De acuerdo con “el 2”, y como jefe de la política interna (que para tal “el uno” ningún jefe necesita como tampoco ningún vocero) dice que mantiene un diálogo con los presidentes municipales quienes simple y llanamente, y en materia de seguridad, poco o nada significan.
Por el contrario, los mismos ediles se han enjugado las manos hasta con lejía para tirar la pelota, unas veces, según les convenga, al gobierno de Veracruz, y otras, al gobierno central.
Peor tantito si se considera que el raquítico y exiguo presupuesto de los Ayuntamientos ni siquiera tienen para, por ejemplo, comprar, cuando menos, una patrulla.
Y menos, mucho menos, y como lo enmarca una política de seguridad, para adquirir más y mejores armas, más y mejores patrullas, más y mejor tecnología, más y mejores sueldos a las corporaciones policiacas, prestaciones sociales, médicas y económicas, estimulantes premios y castigos y un seguro de vida para garantizar la tranquilidad de la familia en caso de una adversidad.
El mundo, pues, para “el 2”, igual que en el duartazgo, color de rosa.
Por eso quizá en la mayoría de las fotos oficiales y no oficiales… “El 2” proyecta una imagen esotérica, donde siempre parece estar en un pase, en un cruce, levitando, contando las estrellas, apretándose los labios porque pierde la numeralia sideral.
Claro, ninguna duda hay que sabe su juego y “dejando hacer y dejando pasar” estaría, digamos, sacando provecho de la oportunidad de oro que la alianza del PRD con el PAN le permitió escalar a la secretaría de Gobierno.
Y más, cuando por ejemplo, desde el primer de diciembre del año anterior, el Fiscal Jorge Winckler Primero tiene la obsesión de brincar a la titularidad de la Segob, además de que, oh sorpresa, el secretario General del CDE del PAN, el ex regidor boqueño, un tal Carlos Valenzuela, con fama pública de una egolatría superior a la de “El cisne”, también se mira ya, a la primera de cambios, en la silla de Rogelio Franco Castán.
Quizá por eso mismo su discurso repetitivo de que “la situación en Veracruz es normal” para así, digamos, congraciarse con el jefe máximo de la revolución azul en el Golfo de México y que, por cierto, fuera destapado por el PRD, y háganos favor, el PAN, sin éxito en el altiplano, como precandidato a la presidencia de la república el año entrante.

CASCAJO: “Todo está en normal (entonces, y lo mejor) en tranquilidad”.
¡Ay, Duarte, perdón por tantas ofensas, pero creíamos que eras el peor!
En contraparte, el góber azul ya dijo en Poza Rica que él sí tiene pantalones y que iría por los carteles.
Ya reconoció, en base a la estadística nacional, que cada cinco horas y medias se está registrando un asesinato (según estadística del senador Héctor Yunes Landa).
Pero también, ya aceptó que la realidad lo ha trascendido con su promesa legendaria de que en seis meses pacificaría el territorio jarocho, aun cuando, y por ejemplo, en cuarenta días Fernando Gutiérrez Barrios pacificó Veracruz como gobernador acabando de tajo con “La Sonora Matancera” de Agustín Silvestre Acosta Lagunes.
Antes, reviró a los opositores diciendo que “es fácil criticar desde afuera”, justificando que está haciendo lo imposible para que regrese al estado paradisíaco que existía cuando Patricio Chirinos Calero gobernó… desde Los Pinos, tiempo aquel cuando Porfirio Muñoz Ledo le apodaba “La ardilla”.
El asesinato de los cuatro hermanos de 3, 4, 5 y 6 años en una colonia popular de Coatzacoalcos el sábado negro 24 de junio sólo expresó la normalidad que se vive.
Y como tal es la filosofía social y de seguridad del bienio azul, entonces, los crímenes que de aquí para adelante sigan ocurriendo significarán, como lo decía Edmundo Valadés en su cuento, el permiso oficial para que la muerte siga multiplicando los cementerios, y de paso, repletando más morgues y los forenses que tan excedidos están.
El autista político de palacio.

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