Luis Velázquez /Barandal
02 de septiembre de 2019
ESCALERAS: La matanza de Coatzacoalcos (29 muertos en el bar “El caballo blanco”) sirvió para reavivar y enloquecer el rencor y el odio entre el gobernador y el fiscal.
Y en peores circunstancias: como al presunto homicida apodan “La loca”, en una caricatura de Chavito, el góber dice al secretario General de Gobierno que le dicen “El loco” y el titular de la SEGOB le revira diciendo que le apodan “La loca”.
Pero 9 meses después del rafagueo entre uno y otro la población electoral sigue preguntándose si el pleito ha enaltecido la vida de los 8 millones de habitantes de Veracruz.
PASAMANOS: Por ejemplo, ¿con el pleito entre el góber y el fiscal ha mejorado la calidad de la seguridad y de la procuración de justicia?
¿Se ha superado el índice de desempleo, subempleo y salarios de hambre?
¿La calidad educativa va repuntando como en los mejores tiempos de Enrique Rébsamen, Enrique Laubscher, Carlos A. Carrillo y Rafael Delgado?
¿La calidad de salud en los hospitales públicos está enaltecida?
¿La vida democrática alcanza niveles insospechados?
Mucho se duda. En realidad se trata de un vulgar, procaz y ramplón pleito verdulero entre ambos, sin ningún provecho, ni siquiera, vaya, para sus grupos políticos.
CORREDORES: Durante dos años, Miguel Ángel Yunes Linares se la pasó rafagueando y encarcelando a Javier Duarte y duartistas. Varios estuvieron presos y ahora en libertad bajo fianza, se dice, ajá, llevan su proceso penal.
Pero…, digamos, ¿la seguridad, la procuración de justicia, la educación, la salud pública y el desempleo mejoraron de forma notoria?
Cero.
Durante más de 25 años, quizá treinta, Yunes Linares la odiado a su ex amigo, Fidel Herrera Beltrán.
Y uno ha de preguntarse si con ese odio, ese resentimiento, la vida económica, social, cultural, educativa y de salud de la población fue dignificada.
BALCONES: Es el mismo caso entre el góber y el fiscal.
Todo, hasta cuando el día amaneció nublado y lloviendo, o con un sol de 46 grados como fue la temperatura la noche trágica de Coatzacoalcos con su masacre, sirve para acelerar el pleito entre Cuitláhuac y Wínckler.
Nunca, jamás, en la historia pública de Veracruz, quizá de la república pues el pleito verdulero ya es asunto nacional, un par de políticos se han odiado tanto.
Más, incluso, que el odio de Gustavo Díaz Ordaz a Luis Echeverría o de Vicente Fox a Carlos Salinas o de Felipe Calderón a Vicente Fox.
PASILLOS: Más, mucho más, que el rencor y el odio de Plutarco Elías Calles a José Vasconcelos, el candidato presidencial de la izquierda delirante y que terminara con el asesinato de Topilejo, cien Vasconcelos ejecutados en una emboscada.
Ningún beneficio social, económico, educativo y de salud, tampoco de seguridad, para las familias de Veracruz con el odio enloquecido del góber y el fiscal.
Una parte de la población harta. Otra parte, tomando partido, a favor y en contra de uno o del otro. El colmo: parte de los medios enfrentados y confrontados “tirando su espada en prenda”, ya por Cuitláhuac, ya por Wínckler.
Amigos entrañables que antes eran, mudados en enemigos tipo David y Goliat, tipo Luzbel y Yahvé.
VENTANAS: Todos los días los medios rinden cuentas del pleito verdulero. Y de plano, están peor que la chismografía en el salón de belleza, en la carnicería del mercado y en el molino de nixtamal, donde todos hablan mal de todos y se despellejan entre sí y quedan igual, igualitos que los perros huesudos.
El pleito entre ambos sigue imperturbable como la gran proeza política de todos los tiempos en tanto la población continúa más jodida.