A los 33 años, Édgar Hernández, el comandante era abogado y agente antisecuestros
Dejó en la orfandad a un bebé de año y medio, a la esposa y a los padres
24 policías estaban a su cargo. Siempre usaba chalecos antibalas
Su lema de vida: Ni la familia ni los amigos han de descuidarse a causa del trabajo
Antonio Osorio Ojeda blog.expediente.mx Para El Piñero de la Cuenca
Veracruz.- A sus 33 años, Edgar Hernández Blanco, ya contaba con experiencia como agente antisecuestros de la Policía Ministerial, tenía una licenciatura en Derecho, además de haber formado parte de las filas del Ejército Mexicano, pero en el último año dejó a su familia y a su tierra natal, Minatitlán, para irse a trabajar como comandante de la Policía Municipal de Yanga, donde el miércoles fue asesinado, tras ser “levantado” luego de un enfrentamiento a balazos entre policías y delincuentes en la localidad Palmillas, a la altura del kilómetro 20 de la carretera federal Córdoba-Veracruz.
El comandante forma parte de la lista de más de 110 personas que han perdido la vida como resultado de la “ola” de violencia que se mantiene en Veracruz, durante los días que lleva el nuevo gobierno estatal.
Este jueves, tras recoger su camioneta, algunas pertenencias y unas coronas florales que les entregó el presidente municipal de Yanga, Apolinar Crivelli Díaz, los familiares del jefe policiaco trasladaron su cuerpo de Córdoba hacia Minatitlán, para sepultarlo.
Edy Hernández, como era conocido, nació el 16 de septiembre de 1985 en Minatitlán, y ahí cursó la educación básica; fue a la secundaria “José Vasconcelos”, donde convivió con sus compañeros que hoy lo recuerdan y dicen que lo van a extrañar. También estudió la licenciatura en Derecho en el Centro Universitario de Coatzacoalcos (CEUNICO), y en el año 2011 obtuvo su cédula profesional.
Desde esas fechas ingresó a la Secretaría de la Defensa Nacional, donde formó parte de la agrupación de “Boinas Negras”, con adiestramiento militar en diferentes áreas, lo que le permitió recorrer varias zonas militares en estados del norte del país.
Años después, de regreso a la entidad, ingresó a la Agencia Veracruzana de Investigación (AVI) y se formó como agente de la Unidad Especializada en Combate al Secuestro (UEICS) de la Fiscalía General del Estado, habiendo participado también como miembro de la guardia personal de algunos funcionarios estatales de las anteriores administraciones estatales.
Hernández Blanco, vivía con sus padres, su esposa y un bebé de un año y medio, pero en el año 2017 fue contactado por su amigo, Apolinar Crivelli Díaz, sobrino del expresidente de la Unión Nacional de Avicultores, Jaime Crivelli Espinosa, para apoyarlo en su campaña como candidato a la presidencia municipal, la cual ganó en las elecciones del 4 de junio del mismo año.
A partir del 1 de enero de 2018, el joven 33 años llegó a encabezar la comandancia de Policía Municipal, corporación que a nivel nacional causó revuelo por contar con vehículos de lujo como patrullas, entre ellos un automóvil Camaro y un Avenger, que habían sido comprados en la anterior administración municipal.
Los 24 policías que estaban a cargo del jefe policiaco aparentemente nunca tuvieron altercados con él; vestido con el uniforme oficial y un chaleco antibalas que siempre portaba, el comandante se veía casi siempre sonriente, coordinando al personal, dando instrucciones y siempre atento a las órdenes del alcalde.
Igual patrullaba la cabecera y las localidades, que apoyaba a sus elementos en auxilios en accidentes carreteros o en el combate de algún incendio.
Sin embargo, en una ocasión fue denunciado, junto con varios policías, por presuntamente golpear a unos menores, cuando se encontraban en el interior del bar “El Jarocho”, y cuyos familiares acudieron a interponer una querella ante la Fiscalía Regional de Córdoba. Posteriormente, encabezó la persecución de una camioneta, donde viajaba un matrimonio, pero al darles alcance y apuntarles con las armas los elementos, provocaron que un ama de casa se aventara del vehículo en movimiento, por temor a ser abatida por los uniformados.
A Edy, como era conocido en las redes sociales, le gustaba meterse a comer a buenos restaurantes donde quiera que anduviera, ya sea en Minatitlán, en Veracruz, Boca del Río, Córdoba o Xalapa. Mariscos, carnes asadas, ensaladas, picadas, jugos y hasta cervezas eran sus comidas preferidas. A veces también se desvelaba conviviendo con familiares y amigos, tomando whisky en los lugares que acostumbraba.
El 17 de junio del año pasado, para festejar el cumpleaños de su padre, lo a comer al restaurante El Muellecito, de Minatitlán, donde estaba contento, disfrutando a su padre en vida, esperando que Dios lo siguiera bendiciendo y le diera la oportunidad de seguirlo teniendo, para disfrutar de sus enseñanzas y de su amor, según decía.
Por la formación que a su edad había logrado, Edgar admiraba al Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea Mexicana, y era amante de los automóviles clásicos; un Volkswagen, Sedán, negro, con quemacocos, al que llamaba “El Mamalón”, era el que tenía en su casa.
Sus policías, la mayoría lo recuerdan como una persona tranquila y “buena onda”. Entre los consejos que les daba estaban, por ejemplo, tratar con respeto a los ciudadanos, tener una vida sana, hacer ejercicio, alimentarse adecuadamente y no descuidar a la familia, ni a los amigos, por causa del trabajo.
“Las personas cambian, se vuelven más materiales, más malos, más hipócritas… apoya y ayuda hasta donde puedas, pero no acostumbres a la gente, porque cuando no los ayudas, el malo del cuento eres tú”, publicó en una ocasión en su muro de Facebook.
El miércoles, tras conocerse la noticia de su muerte, decenas de amigos y conocidos se entristecieron, lamentaron los hechos y expresaron sus condolencias a los familiares.
“Me entristece saber que has partido hermano, muchos momentos juntos, vivencias y aventuras que sólo quedarán en el recuerdo, agradezco a Dios haber conocido a una persona como tú, un soldado no muere, sólo se prepara para la batalla final, pronto nos volveremos a ver” le escribió uno de sus compañeros.