Luis Velázquez /Escenarios
12 de agosto de 2019
UNO. “¡Eres un hijo de la chingada!”
Hay desaparecidos con Cuitláhuac García. Los hubo con Miguel Ángel Yunes Linares. Y ni se diga con Javier Duarte. Pero también, con Fidel Herrera Beltrán.
Un capítulo sobre los derechos humanos y la desaparición forzada ha sido cerrado en Veracruz. Fue el jueves 8 de agosto cuando el Solecito, la ONG integrada con madres con hijos desaparecidos, bajaron el telón en las narcofosas de Colinas de Santa Fe, la más grande de América Latina.
Pero los días sórdidos y siniestros todavía están vigentes. “Las heridas abiertas de América Latina” intitularía el cronista Eduardo Galeano aquel capítulo continental.
Por ejemplo, el jueves 8 d agosto, en La Jornada México, el reportero Emir Olivares Alonso publicó una nota informativa sombría. El tiempo de Fidel Herrera, maltratando, humillando, revictimizando, pitorreándose de una madre de familia, María Eugenia Padilla, buscando a su hijo Christian Téllez Padilla, secuestrado en el mes de octubre del año 2010 y en donde el fiscal, Marco Antonio González Báez, le ofreció la entrega de su hijo vivo.
Entonces, la madre le reviró así: “¡Eres un hijo de la chingada!
DOS. Mano de la ONU en Veracruz
Cuenta Emir Olivares:
“Día a día, el octavo fiscal Marco Antonio González Báez le decía: No se preocupe, mañana le entregó a su hijo. Ella confió en la autoridad, pero a casi nueve años de la desaparición forzada, sigue buscándolo”.
El 6 de agosto, la madre fue informada de una resolución a “su favor del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, ONU, en el que responsabiliza al Estado mexicano de la desaparición forzada de Christian Téllez Padilla”.
Un largo camino por la justicia, digamos, podría quizá estar acercándose. Pero más aún, de 2010 a la fecha, 9 años de incertidumbre y zozobra buscando a su hijo.
“El 20 de octubre de 2010, Christian, de 30 años y estudiante de Ingeniería Industrial en la Universidad del Golfo de México, campus Poza Rica, fue detenido por elementos de la Policía Intermunicipal de Veracruz. Y a la fecha se desconoce su paradero”.
TRES. Vale a políticos el dolor ajeno
Cada secuestro y desaparición de una persona en la tierra jarocha de Fidel Herrera a Cuitláhuac García, un camino al Gólgota sembrado de espinas y cardos. El desaliento en cada nuevo amanecer. Y sin embargo, seguir empujando la carreta con la esperanza de hallar a los suyos. Un rompecabezas.
“Día y noche, junto a familiares, se apersonaba en la procuraduría a la espera de respuestas. (El Fiscal) González Báez prometía que Christian aparecería.
“Una tarde el fiscal nos mandó a comer. Estábamos contentos, hicimos planes: llevarlo al médico, comprarle ropa y nunca regresar a Veracruz. Hasta nos reímos. Cuando regresamos, el funcionario me dio una palmada en la espalda y me dijo: ‘No se preocupe, al rato le entrego a su hijo’”. En ese momento María Eugenia lo supo: estaban jugando con ella. La ira se apoderó de ella, estalló y desde el fondo de su corazón, asegura, sólo pudo hilar la siguiente frase: ¡Hijo de la chingada!
A la mayoría de políticos encumbrados les vale el dolor y el sufrimiento humano. Y hasta se pitorrean.