- El espacio apto para eventos populares, solo tiene movimiento, en los Lunes del cerro
Guillermo Castillejos Avila
Oaxaca.- Era chamaco y las escaleritas para ascender al cerro del Fortín, eran de tierra y teníamos obligadamente que subir y bajar en ellas, en el Lunes del cerro, cuando no había auditorio; en una planicie de tierra, llamada Rotonda de la Azucena, grupos de escolares participaban con tablas gimnásticas y entonaban las Mañanitas Oaxaqueñas.
Las tablas gimnásticas, con anterioridad las preparaba con grupos de niños y niñas, el maestro Manilla, para entonces cursaba el tercero o cuarto grado de primaria, en la escuela Andrés Portillo, que estaba en una de las calles de Morelos, allá por los años 1946-47.
La asistencia a las fiestas del cerro, era obligada, en la escuela impartía clases de música el maestro Gabino García Pujol, quien dominaba el violín y frente al grupo de escolares, niño que daba guerra o desatendía indicaciones de Don Gabinito, recibía un golpe en la cabeza con el arco del instrumento que tenía en sus manos.
Teníamos que cantar en el cerro, las Mañanitas Oaxaqueñas, letra de Juan Vasconcelos y música de Samuel Mondragón, también en forma obligada asistíamos con el uniforme de color blanco—camisa y pantalón—y en aquellos tiempos llovía y en grandes aguaceros como si fuera parte de las festividades.
Era chiquillo—9 o 10 años de edad—y generalmente nos acompañaban nuestros padres, en mi caso era mi mamá la que estaba había subido al cerro, en espera de regresar por la tarde a nuestras casas.
Las escaleritas, de subida terminaban en el puente construido bajo la carretera, para luego continuar hacia la rotonda, donde se festejaba el Lunes del cerro, pero por la tarde—4 o 5 horas—se soltaba la lluvia y a buscar un lugar donde protegerse que generalmente era el mismo puente y para entonces se formaban tremendos lodazales.
Zapatos y pantalones se ensuciaban y la lluvia ponía fin a la celebración del Lunes del cerro; recuerdo que las calles de Crespo que llevaban a las escaleritas, eran de tierra, por ahí corrían grandes volúmenes de agua de la lluvia.
Se efectuaba a la vez por la mañana del lunes, una carrera atlética de relevos, cuyos corredores partían en aquel entonces frente al Instituto de Ciencias y Artes del Estado, continuaban por Independencia hasta llegar al entronque con Crespo y subir por esa calle empinada con dirección al cerro del Fortín.
INFRUCTUOSA, LA INVERSION
Volviendo con las escaleritas, en el periodo del presidente municipal, Javier Villacaña, se arreglaron, incluyendo la iluminación, pero a decir de vecinos quedó bonito pero la inversión fue infructuosa, porque no hay movilidad ni nada, a excepción de los próximos Lunes del cerro, donde grandes aglomeraciones de gentes subirán al cerro para admirar el tradicional espectáculo de la Guelaguetza.
Sugieren que esas escaleritas del cerro del Fortín, es un espacio atractivo donde pueden presentarse por las noches de preferencia, eventos que reúnan a propios y extraños, como una noche de empanadas, otra con la presencia de grupos musicales, incluyendo a los famosos tríos, para de ahí llevar serenata a la novia o algún familiar en la celebración de su onomástico.
Llamaría la atención, otra noche con música exclusiva de marimbas, otra noche donde se vendieran dulces oaxaqueños, con un marco musical de canciones oaxaqueñas, pero todo esto corresponde atender y hacerlo realidad, a la autoridad del Municipio de Oaxaca de Juárez.
Ese lugar es atractivo y requiere que se le de movimiento, que se aproveche la inversión, puesto que solo sube y baja la gente en la celebración de los Lunes del cerro, después no es un elefante blanco, pero hay que aprovechar el espacio, con eventos a realizarse tanto vespertinos como nocturnos.