Luis Velázquez
27 de octubre de 2017
Uno. Caciques celosos
Nada en la vida hay más terrible que los celos. Los celos, ya se sabe, dice el chamán, destruyen parejas. Y a veces, hasta la sangre corre. Pero si los celos se anidan en los políticos, entonces, cada instante, cada día, cada noche, es un infierno.
Y más, cuando la pasión desaforada fermenta el rencor y el odio, y hasta la venganza, disputando, digamos, el cariño del jefe máximo.
Es el caso, entre otros, y por ejemplo, de un par de caciques peleando por el corazón del gobernador de Veracruz.
En un lado del ring, Joaquín “El chapito” Guzmán Avilés, secretario de Desarrollo Agropecuario, ex alcalde de su pueblo, con la familia enquistada en el poder público, el mero mero de Tantoyuca.
Y en el otro, Ricardo García Guzmán, el caciquito de Pánuco, ex presidente municipal, ex diputado local y dos veces Contralor, con sus hijos en el poder, unas veces, como priistas, y otras como panistas, según convenga única y exclusivamente a sus intereses particulares, familiares y patrimoniales.
El informante apuesta “veinte y las malas” a que si el góber continúa privilegiando en su corazón y neuronas al exalemanista y exduartista, García Guzmán, entonces, “El chapito” seguirá el mismo camino que Juan Bueno Torio y Gerardo Buganza Salmerón, es decir, renunciar al PAN.
Incluso, y lo peor, aliarse con otros panistas y crear, por ejemplo, la Corriente Democrática del partido azul para dar la pelea de frente.
Dos. El cacique y su reino
Meses anteriores, el góber azul fue agasajado en Pánuco. Los García Guzmán le pusieron el pueblo a sus pies. Mitin multitudinario. Ni siquiera, vaya, se podía caminar entre la gente de tan apretujada que estaba.
Y Guzmán Avilés se enceló tanto que cuando de regreso viajó en la camioneta del góber, la pasión le ganó por encima de las neuronas frías y le reprochó su cariño al cacique panuquense que antes fue duartista y antes alemanista.
Según las versiones, el góber lo calmó garantizándole que “antes de que el gallo cantara tres veces”, encarcelaría al papá de los Porkies, la banda juvenil aquella formada en el sexenio de Miguel Alemán y cuando la pasión juvenil se tradujo en hechos delictivos.
Pero los meses han transcurrido y García Guzmán, incluso, hasta fue nominado como precandidato a la alcaldía de Pánuco, y por el PAN, y solo un desplegado en un periódico de la Ciudad de México lo tumbó.
En contraparte, un hijo del caciquito de Pánuco es diputado local y con mucho, demasiado juego, y el otro, alcalde, y con toda la impunidad del mundo, ni siquiera, vaya, tocado por el camaleónico titular del ORFIS, Lorenzo Antonio Portilla Vázquez, aquel que tapara los trastupijes de Javier Duarte y ahora lo descobija.
Tres. Con Dios y los diablos
En tiempo y forma, la amistad entre el góber azul y el panuquense es más antigua que la cosechada con Guzmán Avilés.
Data, por ejemplo, desde cuando ambos fueron estudiantes en la Universidad Veracruzana, uno en la facultad de Leyes y el otro en Contaduría, y noviaban con unas amigas alumnas de la facultad de Odontología.
Y aun cuando García Guzmán trabajó con Miguel Alemán y Javier Duarte, siempre mantuvo su capacidad camaleónica para estar bien, como dicen, “con Dios y con los diablos”.
Es más, en aquel tiempo del duartazgo, Ricky (así le llaman sus íntimos) solía desayunar, cenar o comer una vez cada semana con Javier Duarte y operaba como su consejero y cabildero político.
Y si alguien conoció a profundidad, y con todo detalle, los trastupijes de Duarte fue García Guzmán como Contralor, a tal grado que hasta impuso a su cuate Antonio Gómez Pelegrín como secretario de Finanzas y Planeación y a su hijo como director de Inversión Pública de Sefiplan.
Ahora, García Guzmán usufructua las prebendas del góber azul y Guzmán Avilés está celoso.
Y más, porque desde hace ratito se la ha jugado con Miguel Ángel Yunes Linares.
Pero si los celos de una mujer son avasallantes, los celos entre los políticos son los más destructivos del mundo.
Cuatro. El Senado para el cacique
“El Chapito” está tan a disgusto en la SEDARPA que, por ejemplo, sueña con la candidatura panista a Senador de la República y que ya está dada a Julen Rementería, de la SIOP, en tanto la otra, y de
acuerdo con la alianza del PAN y PRD, la disputan Rogelio Franco Castán, SEGOB, y Jazmín Copete, diputada local.
Pero… el primer ramalazo lo sintió Guzmán Avilés cuando le impusieron al director administrativo, de igual manera como en el resto del gabinete legal y ampliado.
El segundo, cuando le bloquearon los 500 millones de pesos que la SEDARPA tiene (mejor dicho, tenía) de presupuesto para ejercer este año.
El tercero, cuando lo enviaron a la guerra sin fusil, y por ejemplo, ahora, la inversión en el campo de Veracruz es de apenas, apenitas, 170 millones de pesos en proyectos productivos y paquetes tecnológicos, pero con recursos federales.
Cinco. La familia en el poder
Claro, la misma ordeña funcionó para el resto de secretarías, pero “El chapito”, uno de los pilares azules, siente que merece, porque se lo ha ganado, un trato deferente, y más, si se considera que el campo es el sostén de la economía local dada la industria azucarera, citrícola y del café.
Por eso, “El chapito” está encabritado. Y quizá “aguante vara”, porque su hermana es senadora, uno de sus hermanos está a punto de terminar la alcaldía, otro más es presidente municipal electo, y parte de su familia tiene cargos públicos.
Pero al mismo tiempo, es más, mucho más lo que él ha dado al partido y al góber azul.
Y más cuando García Guzmán es un político converso que se mueve según los vientos huracanados, y si antes fue leal a Javier Duarte, por ejemplo, y ahora al góber azul, jamás debiera olvidarse lo que decía Fernando Gutiérrez Barrios de que “el que traiciona una vez traiciona siempre”.