Luis Velázquez
20 de diciembre de 2017
Uno. 21 años de silencio
Dante Delgado Rannauro ha roto su silencio de 21 años. Trascendió y transgredió su Gulag, su campo de concentración interior.
Más de dos décadas de callar y aguantar vara sobre su detención en la Ciudad de México, acusado de delitos que nunca le probaron.
Ya se sabía. Su captura se debió a Ernesto Zedillo, el presidente proclamado como el gran demócrata… que en el terreno concreto y específico, en los días y noches cotidianos, se vengaba de quienes, al fin presidencia imperial y faraónico, lo cuestionaban.
“El país de un solo hombre” que así definiera Enrique González Pedrero al gallero Antonio López de Santa Anna.
Igual que Julio Cortázar quien escribía novelas, cuentos y crónicas para exorcizar los demonios interiores, Dante ha publicado un comunicado denunciando la ruindad y la bajeza política de la dinastía política en el poder gubernamental.
Su documento está lleno de tensión interna.
Durante 21 años en el carril político mediático, tanto local como nacional, y lo que reitera “la mano siniestra y sórdida que mueve la cuna”, lo han llamado “ex presidiario”.
“La mezquindad de los esbirros del régimen” ha repetido la orden superior de “Dante estuvo preso por corrupto” sólo, como él mismo escribió, “para desprestigarme”.
Peor tantito, ahora cuando las redes sociales facilitan que desde el anonimato, incluso, con correos falsos, “se tire la piedra y esconde la mano”, lo han denostado.
Tiempo crucial cuando con su “Movimiento Ciudadano” se ha coaligado con el PAN y PRD para soñar, digamos, con la democratización del país, y que significa, en todo caso, “un hueso duro de roer” para las elites priistas con su candidato presidencial, José Antonio Meade.
Por eso, harto de tanto estercolero, se ha expresado sin miedo al futuro, y por el contrario, con la gran firmeza que se deriva de la integridad moral y ética.
Dos. “Si te disciplinas, sales”
Quince meses pasó en el penal de Pacho Viejo, allí mismo donde han estado y están once duartistas, acusados del peor latrocinio y pillaje en la historia local.
Casi un año y medio en que el gobernador Patricio Chirinos Calero y el secretario General de Gobierno, Miguel Ángel Yunes Linares, cumplieron, y con exceso, la orden de Ernesto Zedillo.
Entonces, murió su padre en Córdoba.
Y el Chirinismo le ofreció la posibilidad de asistir al sepelio, siempre y cuando fuera esposado de las manos y los pies con cadenas, además de una escolta de policías judiciales… por si intentaba escapar.
Lo detuvieron en la Ciudad de México, cuando iba a visitar a su padre internado en un hospital.
Y nunca lo volvió a ver con vida.
Y si de por sí la cárcel marca a las personas así estés un día, un mes, un año, varios años, peor tantito si encarcelado, y más preso por una venganza zedillista, el padre o la madre o un hermano o la esposa o un hijo mueren, y el carcelero le autoriza asistir al velorio o al sepelio, pero exponiendo a la degradación humana.
Los carceleros le enviaron un mensaje a través de su esposa:
“Si te disciplinas… sales” le avisaron.
La respuesta fue digna:
“Si entré a la cárcel de pie, no fue para salir de rodillas”.
Y con firmeza se mantuvo en sus principios, en sus ideales, en su inocencia.
“No fui encarcelado por causar un daño al patrimonio de Veracruz. Fui encarcelado por órdenes de Ernesto Zedillo”, el señor presidente de la república, el tlatoani, el gurú, el tótem del sistema político mexicano y que ha ubicado al país en uno de los primeros lugares mundiales de corrupción en el mundo.
Tres. El libro que Dante escribió
En el penal de Pacho Viejo, igual que Francisco I. Madero, Dante Delgado escribió un libro.
Se lo iba dictando a su primo, el biólogo Alfredo Tress, quien lo guardaba en la computadora.
Años después, el biólogo se deslindaría de Dante, con todo y que lo había ungido, bajo las siglas de Convergencia, líder estatal de su partido político y diputado local.
Pero como el biólogo quería más y más y más, entonces, agarró camino y se cobijó con Fidel Herrera Beltrán y formó su partido y que ha perdido su registro.
Y el libro aquel, jamás, nunca, se lo devolvió a Dante.
Quizá espere a que Dante muera para publicarlo post mortem, digamos, como un libro incunable.
Cuatro. “La pequeñez de un presidente”
Contra viento y marea ha sostenido a su partido, el MC, promocionado en la tele con niños, la inocencia, digamos, para purificarse en el intento.
Sintomático e indicativo:
Mientras Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo renunciaron al PRI y formaron su Frente Democrático y luego su PRD, y los dos dimitieron al partido del sol azteca cuando el rumbo estaba perdido…, Dante sigue tirando a la luna, consciente y seguro de que nunca, jamás, llegará, pero será de todos quien más lejos llegue.
En su tiempo de gobernador efectuó una girita con Ernesto Zedillo en un helicóptero que cayó en pleno vuelo y ambos sobrevivieron.
Pero luego, ni modo, como procurador Agraria expresó su inconformidad sobre la política social en Chiapas durante el conflicto zapatista y “ante la indolencia y la pequeñez de Ernesto Zedillo”, renunció al cargo en el gabinete.
Fue osado y temerario, pero firme en sus ideas e ideales en un país donde nadie, absolutamente nadie le renuncia al presidente de la república, ni al gobernador y ni siquiera, vaya, al presidente municipal, simple y llanamente, porque ellos tienen “el sartén en la mano”.
Y ni modo, “en el pecado llevó la penitencia”.
Y terminó, como parte de la venganza zedillista, en el penal de Pacho Viejo.
Cuestionó al presidente de la república, dice, “en una época en que hacerlo tenía un costo muy alto”.
También Ignacio Morales Lechuga como Procurador de Justicia de la nación evidenció a Carlos Salinas de Gortari, lo destituyeron y lo enviaron de embajador.
También Fernando Gutiérrez Barrios fue intrigado ante Salinas como secretario de Gobernación por el dueto José María Córdoba Montoya y Patricio Chirinos Calero y lo enviaron al destierro.
Dante terminó encarcelado.
Luego de su liberación interpuso denuncia por “daño moral contra el Estado” y ganó, el primer ex servidor público que ganara una demanda al mismito gobierno de la república.
Cinco. Represalia del régimen
De por sí, un reclusorio es el infierno.
Y en el caso de Dante Delgado, y sus amigos que lo acompañaron como internos, Porfirio Serrano Amador y Gerardo Poo Ulibarri, fue más que el infierno.
Por ejemplo:
El secretario General de Gobierno de Chirinos expidió la orden, vigilada y cumplida “al pie de la letra” por su director de Prevención y Readaptación Social, para enlistar a los amigos visitantes los días jueves y domingo y determinar así el pase o el bloqueo.
Por ejemplo:
Hubo un tiempo en aquellos días cuando los tres fueron refundidos en el área de los homicidas, lo que significaba la gran tensión interior y exterior.
Por ejemplo:
En otro tiempo los enviaron al espacio de los enfermos de Sida.
Todo, por desafiar el autoritarismo del presidente de la república.
Todo, porque Dante nunca, jamás, se sometió a la figura del tlatoani mayor y único.
Todo, por cometer el pecado mortal de renunciar al presidente delante del gabinete federal.
Escribió en el comunicado:
“Me encarcelaron sin haber sido requerido por ninguna autoridad.
Fui encarcelado sin que existiera procedimiento, cargos ni pruebas.
Me detuvieron en un exceso de abuso de poder e impunidad del Gobierno, porque la diferencia entre un secuestro realizado por el crimen organizado y una detención ilegal y arbitraria, es que los primeros te llevan a una casa de seguridad, mientras que el Gobierno lo que hace es encerrarte en una prisión.
Fui encarcelado por una represalia del régimen y con el propósito de desprestigiarme social y políticamente”.
Seis. Dante, dispuesto a todo
En el mes de noviembre de 1996 (hace 21 años) renunció al PRI.
Ahora, y congruente consigo mismo, está en una nueva aventura política, social y electora que busca lanzar al PRI, su ex partido, de Los Pinos, igual, digamos, que como aspira Andrés Manuel López Obrador, con quien caminara junto en un tiempo de su vida.
Y el riesgo hoy es peor, porque enfrenta “una versión del régimen mucho más retorcida, perversa y caduca.
Sé que no será fácil y que el sistema hará todo lo posible para impedir el cambio que se necesita.
Pero como lo dije cuando renuncié al Gobierno: las prácticas del sistema autoritario se encontrarán con una persona dispuesta a todo y a confrontar a todos por su país”.
Está, pues, Dante Delgado, dispuesto a todo.
Y a confrontar a todos.
Igual, digamos, y con la mesura histórica, cuando Benito Juárez enfrentó a Maximiliano de Habsburgo y su imperio y emporio.
Igual, digamos, que cuando los liberales de la Reforma le renunciaron en masa a Benito Juárez que soñaba con reelegirse una vez más, caprichito que pudo, sin embargo, durante catorce años.
Igual, digamos, que cuando Ricardo Flores Magón enfrentó al dictador Porfirio Díaz, a pesar de que durante 41 ocasiones lo encarcelara.
Dante Delgado ante la historia.