Luis Velázquez
11 de mayo de 2018
UNO. Trepado en valencianas de AMLO
Por las mañanas, cuando apenas inicia el día laboral y la mitad del mundo y la otra mitad se alista o corre de prisa y con prisa para llegar a tiempo a la chamba, hacia las 7:05am, más o menos, resulta común mirar a Ricardo Exsome Zapata llegar al café para tomar un lechero con los amigos y platicar como si nunca antes se hubieran reunido y visto.
Derrotado candidato a la presidencia municipal que fue de AMLO y MORENA, soñando ahora con la diputación federal, el pelo medio cano y como si siempre le costara mucho trabajo sonreír, se ignora si en la mesa del café sea expresivo y se carcajee como muchos otros en el café con el chistecito insípido.
Exsome es constructor, y aun cuando a un ladito de su mesa en el café (siempre la misma de siempre, pues el hombre es un animal de costumbres y hábitos) hay una mesa de ingenieros y arquitectos, prefiere la mesa de los abogados. Enfrente está la mesa de los profes jubilados. Y a un lado de los transportistas. Y más al fondo la mesa de las amiguitas que se reúnen para celebrar los 500 años de la fundación de Veracruz.
Luego de una hora, puntual, Exsome se levanta. Y de igual manera como el 99 por ciento de los candidatos de AMLO al Congreso federal, quizá también sólo haga campaña electoral de vez en vez y se haya trepado a las valencias de “El peje”, también conocido como “el rayito de la esperanza”.
DOS. Deuda de $100 millones
En el sexenio anterior, Ricardo Exsome salvó a Gerardo Buganza Salmerón, secretario de Infraestructura y Obra Pública, y a Javier Duarte, del escarnio mundial cuando se acercaban los Juegos Centroamericanos y el libramiento vial de “La Boticaria” seguía inconcluso.
Entonces, Bugy (que así llamaban los priistas a Buganza) le juró y perjuró que le pagarían luego luego, pero que terminara la obra pendiente que tanto encono y coraje había sembrado en el corazón social.
Y Exsome, con sus socios, confiaron en la palabra del ex panista que nunca en su vida, jamás, jamás, jamás, ha sido infiel.
Hacia el final del sexenio, nunca le pagaron. Y Duarte y Buganza le quedaron a deber cien millones de pesos, en tanto, otro constructor, César Augusto Morando, terminó en el penal de Pacho Viejo.
Se ignora si diecisiete meses después el gobernador Yunes ya pagó a Exsome y socios que lo acompañan.
Pero hay profesiones, vocaciones y actividades que chocan entre sí.
Por ejemplo:
Exsome fue candidato de AMLO, el político más odiado de Miguel Ángel Yunes Linares, a la alcaldía y perdió.
Ahora, otra vez es candidato de AMLO, y de seguro será muy temerario para haberse lanzado de nuevo, con Yunes de gobernador.
Y si el primogénito ganara la silla embrujada de palacio y con todo y que Exsome ganara la curul federal, el trabajo de constructor chocaría de frente con la yunicidad.
Y por tanto, tener la constructora y jugar a la política opositora significa apretar el botón nuclear como un kamikaze.
Claro, el cuerpo y el cuello de toro de Ricardo Exsome lo prefigura un hombre entrón, bronco, bravo y bragado.
TRES. El efecto AMLO
Exsome ha tenido buenos momentos. Pero quiere más. Y más ahora cuando la competencia política ha florecido en la familia.
De talante moderado, el candidato de AMLO a diputado federal por distrito IV, parece un hombre reposado.
Parece, o es demasiado serio. Como si nunca en su infancia, por ejemplo, haya jugado a las canicas o a los encantados.
Circunspecto y frío, marcando la raya y la distancia de los demás, otros constructores han sido tentados por la política, digamos, la vocación religiosa de servir a los 6 millones de pobres, jodidos, desempleados, subempleados y con salarios de hambre y mezquinos.
Entre ellos, los panistas Alfonso Gutiérrez de Velasco, Carlos Gutiérrez de Velasco, Gustavo Nachón, Rafael Acosta Croda y Julen Rementería del Puerto.
Unos, fueron hábiles y habilidosos para alternar la industria de la construcción y la administración pública.
Y los vientos les fueron favorables, más, mucho más quizá al ingeniero Alfonso Nachón, secretario de Comunicaciones con un par de gobernadores, tres parece.
Julen, por el contrario, pasó por la SIOP sin ser ingeniero, arquitecto ni constructor, igual, digamos que Buganza y hasta Tomás Ruiz González.
Pero, bueno, si Exsome transmite la sensación de un hombre reposado que siempre apostara a un pacto antes que a la ruptura…
Y si camina igual que Pancho Villa, inclinando de manera ligera un hombro…
Y si la política es concertación y si en nombre de la patria las elites pueden lograr puntos de acuerdo…, entonces, estaría soñando, digamos, a que si Cuitláhuac García se queda de rebote con la gubernatura daría el brinco fenomenal de su vida a la SIOP.
Y más, si se le mete hasta en las neuronas a Rocío Nahle, la masa encefálica de AMLO en Veracruz.
Y la masa encefálica porque ex priista, la Nahle es candidata al Senado de la República, elegida ya secretaria de Energía.
CUATRO. La SIOP lo espera…
Toda la vida en el carril privado, ahora en la cancha pública, y con vientos favorables, más vale que los constructores de la región conurbada Veracruz-Boca del Río pasaran la charola entre ellos para un gran donativo electoral a Exsome, antes de que sea demasiado tarde cuando llegue a la SIOP.
Con su pedigrí, más vale girar a su alrededor.
Exsome representa por ahora el futuro a la vuelta de la esquina.
Y con mucha suerte, porque igual que para otros, AMLO hace campaña por su triunfo en las urnas.
Claro, si AMLO significa el apocalipsis (todos los otros candidatos y los gobernadores del PAN están en su contra), también hay amiguitas, comadritas de la vida entera, que se han peleado entre ellas por “El peje, dispuesta al sacrificio, y lo que mantiene viva la certidumbre de su triunfo.
Y si AMLO arrasa, entonces, Ricardo Exsome tocará el cielo con los dedos.