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Escenarios: La CNC “se come” a todos

El Piñero

 

Luis Velázquez

18 de diciembre de 2017

 

Uno. El líder redentor

 

Según el politólogo Carlos Ronzón Verónica, ya nadie tumba a Juan Carlos Molinas Palacios, líder de la CNC, de candidato priista a Senador de la República.

Otra cosita, claro, es que gane ante Rocío Nahle y Ricardo Ahued Bardahuil, MORENA, y Jazmín Copete, PRD, y Julen Rementería, PAN.

El presidente de la Liga de Comunidades Agrarias tiene las siguientes fortalezas dice Ronzón:

A: Operación electoral. Dos millones de campesinos en la cancha.

B: El dinero suficiente, pues como dice Giovanni Sartori, quien en política electoral trae el dinero… gana.

C: Está peleando la nominación a través de la Unión Nacional de Cañeros y la CNC. Su mayor cabildeo es de la CNC en Los Pinos.

D: Uno de sus amigos, Carlos Slim Helú, uno de los hombres más ricos del mundo, le está abriendo puertas.

E: Ya se metió en la cancha de Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, vía Anilú Ingram, delegada federal de SEDESOL, y con su plus se afianza en la candidatura.

F: “La caballada en el PRI está muy flaca”.

En todo caso, solo enfrenta la pasión desaforada de dos mujeres, Anilú y Elizabeth Morales, delegada federal del ISSSTE, quien vía Lorena Martínez, Movimiento Territorial, hace amarres para descarrilar a Molina Palacios.

Pero…pero ni Anilú ni Elmo tienen los alcances sociales y económicos de la CNC.

Incluso, el hecho de que el presidente municipal de Orizaba levantara la mano fue considerado una vacilada.

 

Dos. Un candidato que amarre

 

El PRI, dice Ronzón, necesita lanzar a un candidato que amarre, pero más aún, que desde antes de salir del pesebre garantice la posibilidad de la victoria.

Y el único que la posibilita es Juan Carlos Molina, tanto hacia dentro del tricolor como hacia afuera.

Y en todo caso, y si los vientos fueran huracanados y en contra, el PRI busca un candidato que si ha de perder entendiendo el hartazgo sembrado en tierra fértil por Javier Duarte, Karime Macías y los suyos, la derrota ha de ser con dignidad, una perdida con decoro.

Y desde tal mirada, Anilú ni tampoco Morales significan una esperanza real y auténtica, “a prueba de bomba”.

Y más, cuando el hartazgo duartista lo están capitalizando, y bien, muy bien, tanto en la cancha de MORENA como en el PAN.

Por eso, las tres derrotas consecutivas en el tricolor.

La primera, la gubernatura, y la segunda, la LXIV Legislatura, el año anterior.

Y la tercera, la peor, este año cuando el PRI solo ganara cuarenta alcaldías de las 207.

Y más allá de lo peor, cuando de las cuarenta presidencias municipales ganadas, solo triunfara en tres sin alianzas con el PVEM y el Panal, pues en las treinta y siete restantes jugó con otros partidos.

Antes de salir a la cancha electoral, el partido rojo necesita a un candidato que levante expectativas para él mismo.

Pero además, que signifique votos para el candidato a gobernador y que mucho, demasiado lo requiere.

 

Tres. La CNC se “come a todos”

 

Otros priistas han pasado lista.

El mismo Renato Alarcón, presidente del CDE del PRI, sueña. Pero él es un místico del poder, y allí se quedó.

El alcalde de Orizaba es otro místico, aplaudido en el pueblo cuando se vistiera de Drácula, pero un desconocido en el resto de una entidad que es más grande que varios países centroamericanos, Nicaragua, Salvador, Guatemala y Honduras, por ejemplo.

Edmundo Martínez Zaleta, ex dirigente tricolor en el sexenio de Agustín Acosta Lagunes, un político honesto, pero, digamos, sin un capital económico que le permita hacer política.

Juan Nicolás Callejas Roldán, el diputado local vía pluri igual que las cinco curules usufructuadas por su padre, dueño por herencia de la sección 32 del SNTE, pero quien ni siquiera ganaría el concurso de “El mango petacón” que celebran en Medellín.

Entrón y bragado, de todos ellos, solo Molina Palacios se lanzó en su momento y oportunidad en contra de Miguel Ángel Yunes Linares como candidato panista a gobernador, y lo hizo a través de la radio en Cosamaloapan recordando el pasado que nadie quiere evocar.

Tan peleador callejero es Molina que, por ejemplo, rompió con su ex compadre Héctor Yunes Landa, luego de que el año anterior le diera “hacha, calabaza y miel” en la contienda electoral por la silla embrujada del palacio y fue derrotado, no obstante el respaldo expreso en todos los órdenes.

Cuatro. Una cabeza llena de sueños

De todo, enemigos, adversarios y élites priistas han acusado al presidente de la Liga de Comunidades Agrarias.

Unas veces, incluso, refieren malas amistades y hasta con capos presos en Estados Unidos.

Pero, oh paradoja, la virulencia termina cuando se toman el lechero, pues nadie ha interpuesto al momento una denuncia penal en la Fiscalía o en la Procuraduría General de la República por tratarse de (presuntos) delitos graves.

Y, bueno, si Juan Maldonado Pereda, QEPD, decía que “la política es un tragadero de hombres”, en el tiempo de los vientos huracanados en contra, el dirigente cenecista sigue empujando la carreta atrás de su, digamos, legítimo sueño.

Nadie, dice Ronzón, lo podrá tumbar. Tiene operación política y trae el billete. Y le sobra energía.

“Mi madre, dijo una vez Juan Carlos Molina, me llenó la cabeza de sueños”.

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