Luis Velázquez
Veracruz.-06 de diciembre de 2017
Uno. Un priista vive para odiar
De acuerdo con el viejito del pueblo, el corazón del senador Héctor Yunes Landa está envejeciendo a mil por hora y su alma se está pudriendo, o de plano, ya se pudrió.
Y se pudrió, porque sigue respirando por la herida electoral del año pasado cuando su ex primo Miguel Ángel Yunes Linares lo derrotara en las urnas soñando cada uno con la gubernatura.
Un Yunes, entonces, nunca ha perdonado en los últimos dieciocho meses a otro Yunes.
Sangre libanesa. Sangre siria.
El proverbio árabe recobra vigencia, aquel que calibra la estatura moral de un hombre en su paso por la tierra de acuerdo con el número de enemigos que deja a la hora de la muerte.
En el caso, para el senador basta y sobra un solo enemigo: el góber azul.
Y más cuando el presidente del CDE del PAN, el tuxpeño paisano de César “El tlacuache” Garizurieta, a quien honra, destapó al primogénito del Yunes azul como “la única carta fuerte” a la silla embrujada del palacio, e ltrono imperial y faraónico, y el padre jugará la pelea estelar de su vida pública para heredar la estafeta al hijo, tal cual como está escrito en las Sagradas Escrituras, pues ni modo que un primo herede a otro primo.
Desde el año anterior, el senador sigue yéndose a “la yugular” del jefe del Poder Ejecutivo con la misma cantaleta y más allá de que la razón le asistiera, mucho se dudaría el efecto multiplicador de confianza en el corazón y en las neuronas de la población electoral.
Terrible aún para Héctor si se considera que los astros se han empalmado a favor de Pepe Yunes Zorrilla como el inminente candidato priista a la gubernatura.
Por eso, quizá, y entre otras cositas, el penúltimo rafagueo fue, ni más ni menos, que en Perote, donde dijera que “Miguel Ángel Yunes Linares ganó por el voto de castigo y ahora nos castiga con su desgobierno”.
“Haiga sido como haiga sido” que dijera el filósofo filoso, Felipe Calderón Hinojosa, el Yunes azul derrotó al Yunes rojo, y telúrico y pasional como es, sigue sangrando.
Ángel Leodegario Gutiérrez, el tótem de Los Tuxtlas, decía que “el odio envejece el alma”.
Dos. Imposible luchar contra la adversidad
Los vientos políticos han sido huracanados para el senador.
A: Manlio Fabio Beltrones fue lanzado del paraíso peñista y perdió fuerza política.
B: Beltrones se jubilará en su momento sin alcanzar su legítimo sueño de Los Pinos.
El tiempo ya se le fue.
C: Ahora, es uno más de los ex presidentes del PRI y con quienes según el protocolo José Antonio Meade se reuniera.
Los viejitos de la tribu aconsejando al joven de 48 años.
D: Nunca pudo en funciones superiores amarrar con triunfo electoral la gubernatura de Héctor Yunes.
E: En el año 2016 favoreció a Héctor con la nominación y este año, ni modo, por más que la buscó otra vez, todo indica que Pepe Yunes le ganó la jugada.
F: Yunes Landa sigue cacareando que el candidato será elegido por la encuesta, pero de acuerdo con el ritual priista, Pepe Yunes ya amarró.
Héctor, entonces, estaría jugando a ganar espacios, digamos, para los suyos, con quienes tan generoso ha sido y es.
G: Una cosita es que continúe bombardeando al gobernador y otra es el impacto social causado en el ánimo electoral de la población.
En todo caso que el fuego incendiario lo enarbole su presidente imaginario del CDE del PRI, Renato Alarcón.
H: Nunca el discurso de la confrontación ha dado buen resultado, pues llega un momento cuando el acusado se vuelve víctima.
Mucho odio. Demasiado resentimiento. Excesiva obsesión de venganza.
Simple y llanamente, la vida se pudre, en vez de ocupar los días y las noches en cabildear el consenso social, sumando y volviendo a sumar.
Resulta difícil elucubrar si Héctor Yunes o Javier Duarte odian más al Yunes azul.
Tres. Obsesiva obsesión
El senador planteó un par de tesis en contra de su ex primo.
La primera, habló de un mal gobierno.
Y la segunda, “una mala decisión” tomada en el PAN para nominar candidato a la gubernatura el año anterior a su ex primo.
De ñapa, “se cortó las venas” hablando de un gobierno que “garantice eficacia, honestidad y transparencia”.
Por eso, la fijación del senador trasciende la normalidad sicológica y neurológica, pues se está metiendo en la vida interna de un partido político, a menos, claro, que también haga suya las renuncias de Alejandro “el Pipo” Vázquez Cuevas, Gerardo Buganza Salmerón y Juan Bueno Torio, quienes en vez de luchar con dignidad ante los huracanes políticos mejor desertaron, cuando, caray, todos sus cargos públicos al cobijo de Acción Nacional fueron por “el dedazo” que de paso, tanto han criticado en el PRI, al grado que Yunes Landa también le ha entrado a la faena.
Y si con Yunes Linares hay “un mal gobierno”, el epicentro se ubica en la incertidumbre y la zozobra en el diario vivir y que, ni hablar, resulta paradójico que Yunes Landa omita la realidad avasallante con Enrique Peña Nieto en el país y en donde va alcanzando los ciento cincuenta mil muertos que dejara Felipe Calderón en el sexenio.
Nadie, se precisa, defiende al gobernador… que él solito lo hace.
Pero ocupa que Yunes Landa esté atrapado y sin salida en el resentimiento y el odio a su ex primo, cuando, vaya, ha cumplido doce meses de gobierno y hace un año y medio de la derrota y todavía su corazón sangra y sus neuronas siguen convulsionadas.
El llamado “Niño de dieces”… rehén de sí mismo.
José Stalin siempre odió a Lenin y a León Trostky, a quien ordenara ejecutar, y pasó a la historia como el político más sangriento de la humanidad, con todo y que Adolf Hitler ordenara matar a seis millones de judíos en las cámaras de gases.
Cuatro. El reposo del alma política
En vez de andar “con la espada desenvainada”, Pepe Yunes construye.
Por ejemplo, ningún senador ni diputado federal ha cabildeado más de cuatro mil millones de pesos federales, entregados en forma directa, a los presidentes municipales y a los productores organizados.
Ningún otro político como él pasea su integridad, decencia y respeto a los demás y con alteza de miras.
Ningún otro político camina de frente sin mirar a los lados ni escuchar el cántico de las sirenas camino a Itaca, y que en su caso sería el paso siguiente en su carrera política.
Y cuando se ha referido a la inseguridad de norte a sur y de este a oeste de Veracruz ha sido con perfil de estadista, “sin bajar a los lavaderos”.
Y ante el discurso de la confrontación y los guantes puestos como un peleador callejero y un fajador de cantina, siempre ha puesto el discurso de la conciliación, unidos para reconstruir Veracruz, sin llegar, claro, a la república amorosa donde ahora quieren perdonar a la delincuencia organizada que ha convertido a Veracruz, y al país, en un río de sangre y en un valle de la muerte.
Nada se gana incendiando el camino.
Y si a parte de la población le gusta que “se le eche” a los políticos en turno llega un momento del hastío.
Además, se trata de una pelea estéril porque simple y llanamente, nada se gana.
Y lo peor, se cae en el mismo juego y fuego.
Pero, bueno, el senador así es feliz y su alma tal cual encuentra reposo.