Luis Velázquez
27 de enero de 2018
UNO. “El mundo es horrible”
Las campañas electorales, dice el escritor francés, Emmanuel Carrére, “convencen (al ciudadano) de que el mundo es horrible”.
Y que en la batalla por el poder político todo se vale.
Incluso, se llega al vandalismo electoral y de pronto pareciera que estamos en una guerra química y bacteriológica por el daño a la conciencia cívica.
Y la única forma de salvarse es buscar un refugio subterráneo para esconderse como cuenta Philip K. Dick en su novela “La penúltima verdad”.
Es el caso, por ejemplo, de un par de elbistas (de Elba Esther Gordillo, la política presa de Enrique Peña Nieto) que “en la plenitud del pinche poder” (la frase bíblica de Fidel Herrera Beltrán) se han mostrado como son.
Primer caso: Rafael Moreno Valle, ex gobernador de Puebla, ex priista, panista de hueso rojo, impuso a su esposa como candidata del PAN a la silla embrujada de la tierra de los Ávila Camacho, Vicente Lombardo Toledano y Clavillazo.
Y el segundo caso: Miguel Ángel Yunes Linares, gobernador de Veracruz, elbista de los más célebres, que impuso a su primogénito de candidato al trono imperial y faraónico de la tierra jarocha.
Se entiende:
El más grande y profundo, inalterable amor a la esposa y al hijo está encima de cualquier ideología, principios y valores.
Además, en el relato bíblico, los reyes, emperadores y jefes tribales, y con bendición de Dios, heredaban el poder, el poder absoluto, tanto político, económico y social como militar a los hijos.
DOS. Todos contra Yunes Linares
Andrés Manuel López Obrador, hijo de padre veracruzano y por tanto, jarocho de cepa y abolengo según la Constitución Política, puso en el ruedo el concepto de la monarquía sexenal a propósito del gobernador Yunes.
Después, y a partir de que Moreno Valle se salió con la suya en Puebla, cacarea con mayor insistencia que si gana Los Pinos, el nepotismo, el amiguismo y el influyentismo serán enviados al archivo de la historia.
Ahora, la presidenta de la Fundación Colosio, el organismo inventado por el PRI para glorificar a su mártir del siglo XX, Zaida Lladó, ex secretaria General del CDE, adoptó el término de la monarquía para lanzarse en contra de Miguel Ángel Yunes Linares.
Yunes, dijo, “es vengativo y obsesivo” y pretende “heredar el gobierno a su hijo”.
Luego, y de paso, se fue contra Cuitláhuac García Jiménez, el precandidato de AMLO a la gubernatura, y dijo que como diputado federal, ningún beneficio social ha generado para la población de Xalapa.
“Vive del oportunismo” gritó, digamos, a los cuatro vientos huracanados de Xalapa con tantos descuartizados.
TRES. La vida por un reino
El asunto del nepotismo en Veracruz y Puebla se ha vuelto el centro del bombardeo opositor para los herederos de Elba Esther Gordillo, quizá porque la misma profe heredó cargos públicos a sus hijas, a uno de sus yernos y a uno de sus nietos, además, claro, de los bienes materiales.
Los tres, Elba Esther, Yunes y Moreno Valle… fueron priistas, cuando el tricolor era el partido único.
Los tres desempeñaron cargos públicos bajo la sombra priista y los tres se beneficiaron, rebasando y con mucho al grueso de la militancia en la precariedad.
Los tres se fueron del PRI en el tiempo de Roberto Madrazo Pintado como presidente del CEN, y a partir de las diferencias con la profe.
Los hijos de Yunes y Moreno llamaban “tía” a la profe, a tono con la identidad de las clases sociales altas.
Los tres fueron legisladores federales y Yunes y Moreno alcanzaron la gubernatura, uno y otro nominado por el Partido Acción Nacional, su nueva membresía…hasta que el destino y Alá lo disponga.
Se ignora, claro, porque será hasta el primero de julio, si el nepotismo y/o la monarquía incidirán en las urnas.
Pero con todo y que uno y otro ganaran la gubernatura, les resta autoridad moral y ética, respeto y respetabilidad, cositas, digamos, esotéricas, que teniendo el poder a las elites les vale.
La vida por un reino, un imperio y un emporio.
CUATRO. A prueba en el ring electoral
Con todo, la moneda sigue dando vueltas y nadie sabe el lugar donde caería.
En Veracruz con el hijo y en Puebla con la esposa (y en Morelos con el hijastro del perredista Graco Ramírez), los precandidatos a las gubernaturas están en el carril electoral.
Cada partido político con sus elegidos se mueve para ganar la elección en las urnas, y si pierden, la pelearán en el tribunal, pues la ley así lo posibilita.
Y aun cuando las campañas son un estercolero y se llega al vandalismo y se desata una guerra bacteriológica, el impacto del nepotismo y la monarquía sexenal se conocerá hasta dentro de cinco meses y cinco días.
Habría de preguntarse (y medirse en el “Cuarto de guerra” de cada candidato) si el discurso del nepotismo cuajaría en el ánimo ciudadano para sufragar en contra o a favor de ellos.
Y si es que de ser así, los candidatos del PAN a la gubernatura en Veracruz y Puebla se quedarían con la llamada “joya de la corona” y que significa la jefatura del Poder Ejecutivo, la jefatura de los Poderes Legislativo y Judicial, la jefatura de las finanzas y la jefatura de las corporaciones policiacas y el derecho de picaporte, tipo Javier Duarte, para enriquecerse con negocios lícitos e ilícitos y empresas fantasmas y “Operación Licuadora” y jineteo bursátil.
Allá cada partido y candidato que “se deje comer el mandato”.
Los genios y los operadores electorales de cada candidato están a prueba en el ring electoral.