Luis Velázquez | Malecón del Paseo
EMBARCADERO: Nada más divertido y entretenido, más indicativo y significativo, que llevar un registro de los sueños que cada quien va teniendo en las noches y/o cuando duerme, por ejemplo, la siesta, un coyotito… Primero, por la lucha feroz entre el consciente, el inconsciente y el subconsciente… Segundo, para detectar las ansias y los deseos frustrados de la vida… Tercero, para precisar la identidad de cada uno… Y cuarto, para determinar si vamos bien, haciendo congruente lo pensado, deseado y ejecutado…
ROMPEOLAS: José Vasconcelos Calderón, filósofo, político, escritor, decía que resulta interesante escribir los sueños… Incluso, lo aconsejaba como ejercicio terapéutico de vida, útil para cuando se asiste al sicólogo, incluso, al siquiatra… Nunca, claro, el maestro de América, Ministro de Educación del presidente Alvaro Obregón, fallido candidato presidencial independiente luchando contra el poderío de Plutarco Elías Calles, escribió sus sueños… Su vida intensa y volcánica se fue en otras acciones… En otros libros… En otras aventuras… La aventura fantástica de llevar un diario de los sueños la descubrió hacia finales de su vida… Tiempo cuando estaba más ocupado y preocupado en regresar al seno de la iglesia católica, declarado ateo que se había…
ARRECIFES: Héctor Fuentes Valdés anda en los días que caminan intrigado con un sueño reincidente que tiene casi casi todas las noches… Sueña con muertos… En unos casos, con muertos conocidos, y en otros, desconocidos, qué sabrá el chamán lo que fueron… En su saber rústico siente, piensa, cree, que soñar con muertos anuncia la inevitable cercanía de la muerte… Se han dado casos cuando ha soñado con sus padres, creyendo que ya lo están esperando en la otra orilla del charco…
ESCOLLERAS: En unas ocasiones, sueña que está tomando un cafecito y platicando con un muerto… En buena onda y lid… Incluso, hasta sonríen y carcajean… En otras, el sueño es violento, intenso, volcánico, como anunciando el peor augurio de la vida… Por ejemplo, hay noches cuando sueña que está perdido en un pueblo donde las casas están cerradas y ninguna persona camina en las calles y avenidas… Pero además, que aun en tiempo de primavera, los árboles están secos, sin ramas ni flores, como en el otoño, sin vida… Y de ñapa, en las calles únicamente hay neblina… Y en medio de la neblina, aquel muerto conocido o desconocido haciendo señas de continuar caminando…
PLAZOLETA: Emerson decía que cuando el ser humano ama la vida, por añadidura ama la muerte… A los 75 años de edad, Héctor Fuentes ama, claro, más que nunca, la vida… Y soñando a cada rato con la muerte y los muertos, también ama esa forma de vida… Más, cuando releyendo a Juan
Rulfo en la novela Pedro Páramo, los muertos tienen vida y en el panteón platican llenos de jolgorio y alegría en las noches y los fines de semana organizan bailongos…
PALMERAS: Antón Chéjov, el escritor ruso que también era médico, decía que después de la vida la vida se acaba… Que no hay cielo ni tampoco infierno… Decía que como doctor buscó en la sala quirúrgica el lugar donde se ubicaría el alma… Y palmó el cuerpo humano por todos lados, sobre todo cerca del corazón o las neuronas, y en ningún lado pudo ubicarla… Pero con Pedro Páramo, dos comadritas se juran morir juntas para acompañarse en el camino al más allá por si las dudas se toparan con sobresaltos… Héctor Fuentes continúa soñando con muertos y hace decenas de conjeturas…