María Elena Álvarez-Buylla, investigadora de la UNAM y Premio Nacional de Ciencias 2017, tiene claro que un Gobierno que cede “algo tan esencial” como es la producción de alimentos a los intereses del mercado es “muy riesgoso y muy grave”.
Para la integrante fundadora de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, sustituir el maíz híbrido transgénico [en su mayoría de origen estadounidense] por uno nativo traería beneficios a los campesinos, al agro, a la salud de los mexicanos y al medio ambiente.
“No he oído hablar ni a [José Antonio] Meade ni a [Ricardo] Anaya de los posibles impactos de los transgénicos, de sacar a los granos básicos del TLC [Tratado de Libre Comercio], de fortalecer el campo y de recuperar las instituciones públicas para fortalecer al campo mexicano y con ello, la soberanía alimentaria”, critica.
Ivette Lira
Ciudad de México (SinEmbargo).– Devolverle a México la soberanía alimentaria es uno de los grandes retos que enfrentará el próximo Gobierno para salvaguardar la salud de la población, el cuidado del medio ambiente, la economía de las comunidades campesinas y de todo el país, e incluso, la seguridad, afirmó la doctora María Elena Álvarez-Buylla, integrante fundadora de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad.
Una de las investigaciones más recientes de quien en abril fue condecorada con el Premio Nacional de Ciencias, ha sido el estudio “Presencia generalizada de transgenes y glifosato en alimentos derivados del maíz en México”, publicado en agosto del año pasado. El análisis de la doctora junto a otros investigadores arrojó que en México el 90.4 por ciento de las tortillas contienen maíz transgénico y 3 de cada 10, cierta cantidad de glifosato, agrotóxico considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como probable cancerígeno.
Además, el grupo de científicos compuesto por Emmanuel González Ortega, Alma Piñeyro Nelson, Elsa Gómez Hernández, Eduardo Monterrubio Vázquez, Marlenne Arleo, José Dávila Velderrain y Claudio Martínez Debat, encontró organismos genéticamente modificados (OGM) en el 82 por ciento de las tostadas, harinas, cereales y botanas hechos con esa semilla.
En entrevista para SinEmbargo, la investigadora del Instituto de Ecología (IE) y del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), expuso que aunque el territorio nacional es centro de domesticación y diversificación del maíz, pues existen 64 razas y 59 de ellas se pueden considerar nativas, de acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), cada año el país importa 10 millones de toneladas de ese alimento desde Estados Unidos.
Ante ello, Álvarez-Buylla afirmó que ese maíz transgénico –que se consume en la República Mexicana– proviene del país vecino del norte, hoy gobernado por Donald Trump, pues, desde 2013 una demanda colectiva impide que en territorio nacional se libere o siembre el cereal genéticamente modificado.
Desde hace años, lamentó, la producción, distribución y transformación del alimento ha sido acaparado por un monopolio de las empresas Monsanto- Bayer,DuPont, además de Syngenta y Pioneer que únicamente lucran y no tienen el menor interés en el bienestar de la población.
“Teniendo la capacidad de tener un control soberano que implica beneficios tan claros para el campo y para toda la población de México, es un absurdo que solamente se entiende en un mundo neoliberal, globalizado, en donde lo que rige no son los intereses ni comunitarios ni públicos ni de salud, sino los intereses y los indicadores macroeconómicos que responden básicamente a intereses económicos, a criterios productivistas y al beneficio de estas grandes firmas corporativas […]. Están lucrando con la posibilidad de tener el control de la producción, la distribución y la transformación del alimento”, destacó.
Y criticó “el que un Gobierno que debiera hacer sus funciones de Estado en beneficio del interés público, ceda algo tan esencial como es la producción de alimentos a estos intereses me parece muy riesgoso y muy grave”.
CONSECUENCIAS
La especialista enlistó y explicó las consecuencias de sustituir el maíz nativo por uno híbrido transgénico
–Comunidades: el maíz nativo es de origen campesino por excelencia, por lo que al ser sustituido por el producido a gran escala implica despojo de las comunidades que podrían tener un ingreso digno por su trabajo. Además, el crimen organizado ha penetrado y ha ido acaparando a jóvenes que tienen pocas oportunidades para sostenerse económicamente, por lo que el clima de violencia es otra problemática que se vive en el campo.
–Salud: el maíz híbrido, que es con el que se han hecho los transgénicos, está constituido preponderantemente por almidones, por lo que su índice diabetógeno es mucho mayor, mientras los niveles de proteínas, fibras y antioxidantes son bajos. Por ello, la doctora lo ha bautizado como “maíz botarga” o “maíz chatarra”.
En México, 7 de cada 10 adultos y 3 de cada 10 niños viven con exceso de peso, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut), y justamente esa condición de obesidad y sobrepeso es un factor para desencadenar diabetes. Desde 2016, el Gobierno mexicano decretó alerta epidemiológica por esas tres enfermedades no transmisibles.
“Nutricionalmente hay un detrimento claro en la sustitución del maíz nativo por el maíz híbrido, pero si a esto le añadimos los transgenes y tóxicos como el glifosato, entonces estamos hablando ya no solamente del detrimento nutricional, sino de posibles peligros para la salud por el consumo de estos alimentos”, añadió.
–Medio ambiente: más del 85 por ciento de las líneas transgénicas de maíz liberadas al ambiente son tolerantes al glifosato, lo que implica que sean rociadas con grandes cantidades de este agrotóxico que termina por contaminar los suelos y aguas. El químico entra en las plantas y llega a los alimentos.
POCAS PROPUESTAS DE PRESIDENCIABLES
Álvarez-Buylla se dijo preocupada por las pocas o nulas propuestas que hay por parte de los candidatos a la Presidencia, en el tema de los alimentos.
En el caso de José Antonio Meade Kuribreña, de la coalición “Todos por México”, y de Ricardo Anaya Cortés, de “Por México al Frente”, recriminó, no se han pronunciado para poner sobre la mesa la importancia de los alimentos.
“No he oído hablar ni a Meade ni a Anaya de los posibles impactos de los transgénicos, de sacar a los granos básicos del TLC [Tratado de Libre Comercio], de fortalecer el campo y de recuperar las instituciones públicas para fortalecer al campo mexicano y con ello, la soberanía alimentaria”, manifestó.
Por otro lado, reconoció que Andrés Manuel López Obrador, candidato por la coalición “Juntos haremos historia”, se ha manifestado a favor de recuperar la soberanía alimentaria, a frenar la importación de maíz transgénico y a fortalecer la agricultura, la producción suficiente y el campo mexicano.
Sin embargo, reprobó que el tres veces candidato a ocupar la silla presidencial incluya a Víctor Villalobos dentro del posible Gabinete, específicamente para administrar la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).
Villalobos ha sido señalado por académicos y organizaciones ambientalistas, entre ellas Greenpeace México, como promotor de los cultivos genéticamente modificados en los cargos que ha ocupado durante su gestión en la Administración Pública: entre 2002 y 2009, fungió como coordinador general de Asuntos Internacionales en la Sagarpa y en 20003 firmó “a título personal” el acuerdo sobre “Requisitos para la documentación de organismos vivos modificados para alimento humano o animal, o para procesamiento”, conocido como el “TLC transgénico”, con Canadá y Estados Unidos, países que no forman parte del Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad de los Organismos Vivos Modificado (OVM).
¿QUÉ HACER EN LA PRÓXIMA ADMINISTRACIÓN?
Ante este panorama, subrayó la experta: “El nuevo Gobierno debe comprometerse con el apoyo a las comunidades campesinas y no a destruirlas, y a no convertirlas en una fuente de saqueo y explotación, destrucción de los territorios que milenariamente han cuidado y que son fundamentales para la integridad futura y la seguridad de este país”.
Quien resulte ser el próximo Presidente de México, dijo, debería priorizar:
-Apoyo a la agricultura campesina que es más amigable con el medio ambiente que la actividad a gran escala.
-Instaurar instituciones públicas de apoyo para ese esquema de producir alimentos, ya que se podría mantener al campo como un tejido social más sano, pues resistiría a cuestiones de crimen organizado, violencia e inseguridad.
“El apoyo al campo implicaría que los campesinos tendrían interés en regresar a sus comunidades y con ello cuidarían sus territorios y a sus familias. Seguirían contribuyendo con sus grandes talentos heredados de sus padres, abuelos y bisabuelos a la generación de innovaciones más aptas y adecuadas a las nuevas condiciones ambientales adaptadas localmente”, señaló.
–Recuperar la soberanía alimentaria, asegurar la producción de alimentos sanos culturalmente aptos y diversos y suficientes para toda la población; no importar maíz, incentivar y recuperar la capacidad del campo mexicano de producir su propio cereal y alimentos en general, además de no importar transgénicos de ningún tipo.
Con “buena voluntad política”, vaticinó, el país podría recuperar la autosuficiencia alimentaria en un lapso de 4 ó 5 años. Mientras se incentiva la producción de maíces nativos, la demanda podría complementarse con maíz híbrido para forraje y para procesos industriales.
–Recuperar el papel del Estado en favor del interés público en lo que tiene que ver con la conservación de los recursos naturales, la integridad de los territorios comunitarios en las zonas rurales, la protección del agua, de los recursos del subsuelo y de la calidad de vida en general.
Si los candidatos toman en cuenta lo anterior, concluyó: “Se haría de México un granero de alimentos aptos culturalmente, más sanos y ricos”.
http://www.sinembargo.mx/02-06-2018/3423774