Luis Velázquez
Veracruz.-19 de enero de 2017.- Este año, dice el director del CISEN con Felipe Calderón, Guillermo Valdés, la violencia seguirá creciendo en México.
No hay vuelta de hoja. Con todo y que, por ejemplo, israelitas, colombianos, marinos, soldados, Policía Federal, Gendarmería, CISEN (Centro de Información y Seguridad Nacional), Fuerza Civil y policías estatales y municipales estén operando en el Veracruz de la Yunicidad.
El exdirector del CISEN lo dice así:
“La violencia seguirá creciendo porque el Gobierno no tiene estrategia adecuada y seguimos sin una policía local depurada.
Además hay muchas bandas violentas y se vive un enfrentamiento entre el cártel de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación que podría ganar esta guerra” (El País, Jacobo García, lunes 2 de enero, 2017).
Además, claro, de los Zetas que operan en el territorio jarocho.
Bastaría referir el hallazgo antier en el predio cercano al fraccionamiento “Colinas de Santa Fe” en el puerto jarocho del cadáver de un Agente del Ministerio Público, con su secretario particular, desmembrados, hechos pedacitos, desaparecidos, todo indica, por los elementos policiacos del titular de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez.
“Los cárteles se han fragmento y esto es bueno y malo al mismo tiempo. Es bueno que sean menos poderosos, pero es malo que se hayan dividido en varias organizaciones muy violentas” dice Guillermo Valdés.
Por eso se afirma que ahora existen carteles y cartelitos y cartelititos, además de la delincuencia organizada, algunas de las cuales han entrado al secuestro y al secuestro exprés y a los desaparecidos, más su rutina normal alrededor de robos a casas habitación y comercios y bancos y de automóviles y asaltos a personas.
El exdirector del CISEN, el organismo de máxima seguridad en el país, dibuja un panorama desolador:
“El narcotráfico no desaparecerá mientras las drogas sean ilegales y en Estados Unidos haya una demanda creciente”.
Y, bueno, si así piensa el ex director del CISEN que coordinara la estrategia de guerra frontal al narcotráfico, ya se verá el resultado de la Yunicidad en las próximas semanas y meses, pues al momento, tan sólo en el primer mes en la página web de la Fiscalía reportaban 50 desaparecidos de norte a sur y de este a oeste.
Y lo peor, el fuego cruzado, los muertos, los decapitados, los desaparecidos, el ajuste de cuentas y los secuestrados, entre ellos, tres chicas de 13, 14 y 15 años la semana anterior, siguen igual que en el duartazgo, sin que en el largo y extenso túnel se prenda una veladora.
“Tengan paciencia. Estamos llegando” pidió el secretario de Seguridad Pública, cuyo fiasco fue en Medellín donde alardeó de detener a 19 policías saqueadores del gasolinazo y hacia el final del día liberaron a 15 ante la falta de pruebas.
CRIMINALES PODEROSOS Y ESTADO DÉBIL
Según el ex director del CISEN, autor del libro “Historia del narcotráfico en México”, “la violencia se debe a dos factores.
Por un lado, un crimen organizado poderoso y violento, y por otro, un Estado débil en seguridad y justicia”.
Y débil, además, porque “siguen fallando los niveles de coordinación entre los tres niveles de Gobierno”.
Y, por si fuera poco, “para combatir a un cártel se requiera fuerza federal (como el Ejército) y para atacar a pequeñas bandas de secuestradores o ladrones puede hacerlo la policía”.
Tal cual ha de mirarse la Yunicidad.
Al momento han proyectado la imagen de un operativo conjunto de soldados, marinos y policías federales, estatales y municipales.
Okey.
Pero, entonces, ¿cómo, de qué manera justificar que el tsunami de violencia siga igual que en el sexenio anterior y que 51 días después del nuevo gobierno la vida continúe prendida con alfileres?
“El problema es que no tenemos policías” dice Guillermo Valdés.
Y aun cuando las hay la duda está clavada sobre las corporaciones policiacas, pues se le tiene más, mucho más miedo a un policía que a un ladrón, porque el primero te roba y te mata, mínimo, te encarcela, y el segundo te roba y huye.
Y lo peor, la fama pública en Veracruz, como en el resto del país, de sus nexos con los carteles, incluso, hasta de los comandantes y los delegados de Seguridad Pública.
Lo dice el especialista:
“Cuando tienes a las policías trabajando para los cárteles, la eficacia se reduce notablemente”.
Mientras, la crueldad sigue campeando en el territorio jarocho con una atrocidad fuera de serie, en la mayor parte de los casos desconocida para la población.
Decapitados, desmembrados, embolsados, encajuelados, pozoleados, fosas clandestinas, asesinatos a mansalva y cada vez con más saña, alevosía, ventaja y premeditación, entrando a un bar y disparando a diestra y siniestra (desde “La madame” de Xalapa hasta el bar de Papantla) integran la red del miedo y el terror en un Veracruz que era el paraíso terrenal y fue convertido en el infierno.
Y como el tsunami procede desde Patricio Chirinos Calero, 1992/98, ni modo que 24 años y un mes y medio después se vayan a ir así nomás, porque ya llegué y “porque yo tengo pantalones y tengo experiencia” y soy bragado.