Luis Velázquez
Veracruz.-Miguel Ángel Yunes Linares y Fide Herrera Beltrán son iguales. Igualitos. Sólo que uno con piel blanca y ojos azules. Y el otro, piel morena y ojos negros. Los dos viven para odiarse. Los dos, luchando por vengarse y derrotarse entre sí.
Un ejemplo, entre otros:
El Yunes azul lanzó a su hijo, Fernando Yunes Márquez, senador de la república, como precandidato a presidente municipal de Veracruz.
Y el Fidel rojo intentó lanzar a su hijo, Javier Herrera Borunda, diputado federal, como el candidato del PVEM a la misma alcaldía.
El góber fogoso fue, claro, vetado por 50 priistas que se integraron en un frente común para ganar los Ayuntamientos de Veracruz, Boca del Río y Medellín, bajo un principio rector:
Nada con Fidel. Menos, mucho menos, con Javier Duarte.
Y sin más, con integridad, pusieron un alto a su Maximato.
Mejor dicho, a su obsesión tormentosa con el Yunes azul.
El cabildeo del fogoso fue a través de un par de amigos leales que todavía le restan:
Uno. Ranulfo Márquez Hernández. Secretario de Protección Civil y Desarrollo Social, presidente del CDE del PRI, diputado federal, y a quien no obstante su lealtad a prueba de bomba nunca lo miró como candidato a la gubernatura en el año 2010.
Ni tampoco a Antonio Benítez Lucho, delegado federal del IMSS y ex diputado federal.
Y dos. Marcelo Ruiz. Presidente del CDE del PVEM en Veracruz, amigo de Javier Herrera Borunda, hijo de Armando Ruiz Ochoa, director de Transparencia y Rendición de Cuentas, ajá, del alcalde Ramón Poo Gil, ex presidente municipal de Orizaba, catedrático los fines de semana de la UV y la UNAM.
Los priistas que levantaron el muro Donald Trump al fogoso fueron los 50 priistas, encabezados por un trío implacable con la decisión:
Uno. Marlon Ramírez. Ex presidente del CDE del comité municipal jarocho, ex secretario del CDE del PRI, ex subsecretario de Gobierno, y vetado por Fidel Herrera para la candidatura a la alcaldía cuando su dedo se inclinó con todo a favor de Carolina Gudiño Corro, con cuatro cargos públicos en menos de aquel sexenio.
Dos. Ceferino Tejeda Uscanga, director de Gobernación de Ramón Poo Gil, genio político que nunca, jamás, dice, ha perdido una elección, efímero director de Prevención y Readaptación Social quien le renunciara a Fidel luego de que los malandros le pusieron “precio a su cabeza”.
Y tres. Gabriel Pérez, “El chopo”. Exregidor cuando tuvo como operadoras políticas y sociales a nueve barbies que tenían sorprendido a su secretario particular, Raúl Díaz Diez. Ex subprocurador de Justicia y fue el maestro de una generación política, cuya hija más ilustre fue la Gudiño.
Ellos tres se encargaron de poner un alto al góber fogoso, y ni modo, se volvieron su Waterloo, con todo y que renunció, dijo, al consulado de Enrique Peña Nieto en Barcelona para enfrentar las intrigas de Yunes Linares.
Nadie, claro, pensaría, que se trató del fin del fogoso, porque en política, dice Jorge Uscanga Escobar, “ningún político está muerto”.
Pero de que le pusieron un resbalón, ni duda existe.
LA VENGANZA DEL FOGOSO…
Los 50 priistas sueñan con un candidato externo del PRI a la alcaldía jarocha.
Buscan, igual que en Boca del Río, un político como Fidel Kuri Grajales, bragado, entrón, peleonero, boxeador político, que en ningún momento ni circunstancia se arrodille o doble ante Yunes Linares.
Incluso, ayer efectuarían una encuesta para medir la temperatura social alrededor de Paco Ávila Camberos, Enrique Cházaro, Antonio Hanna, Juan José Sierra y Francisco Gutiérrez, pero por alguna circunstancia (quizá el carnaval) la difirieron para el fin de semana.
Por lo pronto, el (ex) fidelista Gustavo Sousa Escamilla, ex secretario de Turismo, se registró el fin de semana, soñando con una legítima utopía que tuvo desde Fidel Herrera y quien prefiriera a Carolina Gudiño, no obstante que en el tiempo de las vacas flacas, tiempo Chirinista de la persecución política, fue el único que estuvo con todo a su lado.
Tiempo, incluso, cuando falleciera el padre de Fidel en Nopaltepec y Fidel llegara al aeropuerto “Heriberto Jara” en el último vuelo y Tavo Sousa lo esperara y lo moviera, en la más alta dimensión espiritual de la amistad “a prueba de bomba”.
Muchos años después, Tavo Sousa continúa soñando con la alcaldía y por eso se ha registrado.
Pero…el viejito de al lado apuesta veinte y las malas que Sousa Escamilla (un hombre bueno que gusta de la bohemia y que ganara la batalla más dura de su vida como fue al cáncer) se arrodillaría ante Yunes Linares a la primera de cambios.
Y más, porque el góber azul apostará “hacha, calabaza y miel” para que su hijo gane la silla embrujada del primer Ayuntamiento fundado en tierra firme en el continente americano por el sifilítico Hernán Cortés.
Ya se verá.
Ahora sólo falta esperar si el fogoso y sus huestes jarochas se disciplinan ante los 50 priistas, o por el contrario, desde la zona oscura y anónima del poder rafaguean a quien salga candidato.
Y es que la madriza mediática en contra de Gustavo Sousa ya empezó. Fue en “La columna de hierro” escrita a dos manos (27 de febrero)… entre una jarocha por adopción y una oaxaqueña de nacimiento que se hace llamar “Cicerón”.