Luis Velázquez
Veracruz.- El bulevar de Boca del Río, la capital de Veracruz, es una pasarela política. El grueso de la población siempre se ha aplicado en el ejercicio cotidiano. Y ahora más notorio, pero desde hace un ratito, cada vez más políticos se suman. Y la práctica se multiplicó desde que tres de los Yunes azules llegaron al poder.
Hay veces en que el padre, Miguel Ángel Yunes Linares, coincide con sus hijos Miguel Ángel y Fernando, en el carril. Unas ocasiones se acompañan entre sí. Otras, por separado. Siempre, y como es lógico y natural, acompañados de sus escoltas y dos, tres camionetas que los siguen.
Y más, en el tiempo huracanado que se vive y padece, como la semana anterior en que una niña más fue baleada en una colonia popular de Coatzacoalcos.
Un gobernador, un presidente municipal y un senador, alcalde electo del municipio más importante en población, recursos y proyección, ejercitándose en el bule. Les llaman la dinastía Kennedy del Golfo de México.
Nunca antes el caso.
En el sexenio anterior, alguna vez, por ejemplo, Javier Duarte ordenó a su secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, y a su Fiscal, Luis Ángel Bravo Contreras, que se pusieran unos shorcitos de colores y tenis y trotaran temprano en el bule, acompañados de un fotógrafo y un camarógrafo, para demostrar al mundo el buen karma entre ellos.
Pero fue una simple pasarela, digamos, política.
Los Yunes azules, por el contrario, son, serían, digamos, unos metrosexuales, convencidos, como decían Platón y Aristóteles, de ejercitar la mente, pero también el cuerpo. El hombre más perfecto del mundo, según rezaba la publicidad en el siglo pasado, era Charles Atlas, para quien sólo existe “Mente sana en cuerpo sano”.
El góber, por ejemplo, camina, más o menos, unos 5 kilómetros diarios. A buen paso. Los hijos, igual o quizá más.
Antes, el padre trotaba todos los días sobre el bulevar boqueño. Ahora, de vez en vez. Su tiempo es ahora de Veracruz. 212 municipios, y que con frecuencia recorre, y como las águilas, duerme donde la noche le llega. Pero siempre, haciendo ejercicio.
OTROS POLÍTICOS EN EL BULE
Otros políticos caminan en el bulevar. Pero sólo de vez en vez.
Antes, por ejemplo, el secretario de Infraestructura y Obra Pública, Julen Rementería, trotaba a un buen paso. Ahora, hasta a la misa de doce en la iglesia de San Pedro y San Pablo ha dejado de asistir. Y más, de leer la epístola.
Su hijo, Bingen Rementería, el diputado local, también suele ejercitarse en el bule, pero de vez en vez, sin la disciplina que el cuerpo exige.
También, en ocasiones, pero sólo caminando, y caminando despacio como si anduviera en el zócalo, y con frecuencia, acompañado de un maestro del FESAPAUV, el líder Enrique Levet Gorozpe. Una caminadita de unos cuantos metros y para atrás.
También anda por ahí Mario Tejeda Tejeda, el líder estatal de “Los viagras” que así llaman a la asociación política la Vía Veracruzana.
Gabriel Pérez, “El chopo”, el amigazo de Fidel Herrera Beltrán, es otra figura política en el bule. Quiere así continuar asombrando con sus peripecias y artes amatorias a su discípulo, Raúl Díaz, presidente del comité municipal del PRI jarocho.
El ex panista y perredista, Julio Saldaña, diputado federal por el PRD, feliz de que lo llamen el “Pedro Infante” de San Julián, también se entrena en el bule y tiene buen paso. Se mantiene, digamos, en forma, como cuando en sus años mozos repartía leche de casa en casa y en medio de los cañaverales, tempranito, mientras ordeñaban las vacas, improvisaba discursos para entrenarse en el arte retórico.
SALINAS CORRÍA DE 10 A 15 KILÓMETROS
Los Yunes siempre van (igual que otros equipos de corredores) con su entrenador que vigila el ejercicio y el estado de salud. Y si los tres se mantienen en forma es, como dice el nutriólogo, porque además de cuidar el cuerpo ha de cuidarse más, mucho más, la boca, pues lo que regula el ejercicio bien puede perderse a la hora de comer.
Pero como los Yunes son actores políticos en el momento estelar, todos les saludan. Y hay quienes, de pronto, se detienen para la selfie, y si es necesario, hasta audiencia pública suelen dar.
Más, y como es lógico, el gobernador, pues así la gente puede ahorrarse el viajecito a Xalapa y la espera en la antesala de su oficina en el palacio y el riesgo de que la cita sea diferida, digamos, por alguna emergencia, un imprevisto.
Y allí, en el bulevar, el góber también suele despachar, igual, digamos, que los hijos, quienes también son solicitados.
El bulevar, entonces, alcanza así su dimensión estelar democrática, donde, por un lado, todos los seres humanos son iguales, pues a nadie se niega el derecho, y por el otro, la posibilidad de una audiencia pública para dar curso a la demanda de la población.
A las 7 de la mañana, el góber azul, con sus hijos, suelen estar en el carril y durante una hora, más o menos, se ejercitan en el recorrido de los 5 kilómetros, aun cuando, claro, en sus buenos tiempos en Los Pinos, Carlos Salinas corría entre diez a quince kilómetros diarios.