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Expediente 2017: Cacería de migrantes

Staff El Piñero

Luis Velázquez

Veracruz.-Las redadas comenzaron en Estados Unidos. Donald Trum asestó el manotazo. Y el manotazo llega a Veracruz, pues un millón de paisanos son migrantes ilegales. La mayoría, sin papeles que entraron al país vecino ya por el río Bravo, el desierto, de milagro.

En EU, como en la Ciudad de México, marchas pacíficas. En Chicago, por ejemplo, cuatro mujeres se bajaron los calzones y dibujaron en sus nalgas la leyenda “Fuera, Trump! Y las mostraron de espaldas al público.

Trump, en cambio, a punta de tuits defiende las deportaciones y las redadas. Según él “la represión contra criminales ilegales es el cumplimiento de mi promesa de campaña. Miembros de bandas, traficantes de droga y otros son deportados”.

Peores cosas vendrán. Por ejemplo, cuando ordene imponer el dos por ciento de impuesto a las remesas y que en el caso de Veracruz significan el sostén de la economía, por encima de los ingresos derivados de la caña de azúcar, el café y los cítricos.

Incluso, por arriba de los ingresos de la prostitución en un Veracruz convertido en líder nacional en la producción y exportación de trabajadoras sexuales en el interior del país.

Y lo peor, la Yunicidad sin un plan alterno conocido que más, en todo caso, hiciera Fidel Herrera con el programa populista denominado “Los juarochos” y que consistió en regresar a los paisanos establecidos en Ciudad Juárez bajo la promesa del paraíso terrenal y lo que hallaron fue la estafa.

Once millones de hispanos indocumentados hay en EU, y de los cuales seis millones son mexicanos.

México, entonces, como líder en el continente de la migración, a partir del fracaso de la política económica tanto federal como estatal para alentar la creación de empleos.

Y de empleos pagados con justicia social, pues los salarios de hambre también alimentan el éxodo poblacional.

 

EL INFIERNO JAMÁS IMAGINADO

 

La redada es el peor de los mundos.

Los policías y la policía migratoria saliendo cada mañana de la oficina a la cacería de migrantes.

Si caminas por mexicano y miras como mexicano y vistes como mexicano y corres como mexicano, entonces, deportación segura.

Los caza-migrantes en la frontera norte, como en la película “Desierto” con Gael García, con más trabajo que nunca.

Y lo peor, con un gran sentido patrio a la altura, digamos, de Trump, el presidente de EU que nunca, dice, “le ha oído un ‘pedo’ ni hacer ‘caca’ a su esposa Melania”, porque tuvieron la previsión de dormir en recámaras separadas.

Y es que en EU la vida se ha vuelto un infierno para los paisanos.

En las escuelas, por ejemplo, los niños norteamericanos hacen bullying a los niños hispanos. Y les echan montón. Y en el menor de los casos, los escupen.

Incluso, en unas escuelas han llegado al terror. Los niños gringos están pintando cruces hitlerianas en los baños.

Cientos, miles de paisanos se refugian en las iglesias como medida de protección.

Miles de igual manera de hispanos están acuartelados en sus casas, sin salir a la calle a buscar trabajo, por temor a ser detenidos.

Una sicosis que no obstante la oposición de alcaldes y gobernadores de EU solidarios con los hispanos ninguna repercusión ha tenido en Trump, pues continúa firme en sus redadas y deportaciones.

Tan sólo el fin de semana en seis estados fueron deportados más de 350 hispanos que según el presidente son criminales.

En la primera parte del operativo, el gobierno norteamericano piensa deportar entre dos a tres millones de ilegales, según ellos, con antecedentes penales, y lo que, desde luego, se antoja una cantidad inverosímil.

 

“TENGAN PACIENCIA. ESTAMOS LLEGANDO”

 

Trump traía en la cabeza el odio a los mexicanos. Ahora, lo alterna con el odio a los migrantes de Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen, pues a los países árabes los considera un peligro, una amenaza, para la seguridad de Estados Unidos.

Pero en realidad el odio trumpiano responde a una parte de la población, como el caso de los caza-migrantes, pues, y por ejemplo, en la Universidad Penn State aparecieron unos carteles en el campus en los que llaman a la gente a reportar inmigrantes, como si toda la nación estuviera metida en la vorágine.

En las redes sociales el caso se ha vuelto exitoso.

“Es tu deber cívico, reza uno de ellos, reportar a cualquier y todos los inmigrantes ilegales. Ellos han quebrantado la ley”.

Un senador demócrata de Minnesota, Al Franker, fue contundente:

Trump tiene problemas mentales, dice.

Y no obstante, la cacería de migrantes continúa, imparable, y que llegará a la revisión del TLC y a terminar de construir el muro al que otros ex presidentes de EU han levantado en unos 1,200 kilómetros de los 3,200 en la frontera norte.

Un millón de paisanos de Veracruz está en EU. La mayoría, ilegales. Y el gobierno local, incapaz de ofrecer fuentes de empleo, simple y llanamente, porque las circunstancias lo han rebasado.

Además, y como dice un yunista sobre la seguridad, “estamos llegando, tengan paciencia”.

En dos meses y medio del gobierno azul, nadie conoce el resultado del trabajo del secretario de Desarrollo Económico.

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