Luis Velázquez
Veracruz.- A las 10:05 de la mañana, Mario Tejeda Tejeda daba el último mordisco a la orden de papaya que había pedido para desayunar, en tanto miraba el penúltimo trago del jugo verde.
“Soy el político más feliz” decía el delegado distrital del CDE del PRI, seguro, segurísimo de que Francisco Ávila Camberos les juró y perjuró que sería candidato externo del tricolor a la presidencia municipal jarocha y sólo faltaba formalizar la decisión.
Para entonces, el priista Gustavo Sousa Escamilla había declinado. También el panista Francisco Gutiérrez, quien luego de la alcaldía en Boca del Río, ahora, en la codicia desmedida, soñaba con gobernar el municipio cercano.
Otros aspirantes más habían quedado atrás con la candidatura anunciada de Paco Ávila, entre ellos, Enrique Cházaro Mabarak, el eterno aspirante que se ha mostrado, quizá jugando en el ruedo, desde hace ratito.
Las elites rojas estaban de igual manera felices. Veinte y las malas que ganarían con un candidato que llamaban de lujo, con todo y que les había condicionado su nominación al visto bueno de su familia.
Más todavía: lo miraban como el legítimo sucesor del junior Ramón Poo Gil y con la mayoría de regidurías en la mano.
Pero dos horas después, Ávila Camberos sorprendía al mundo político local dando marcha atrás a la posibilidad.
“No voy a contender” dijo, tomando de sorpresa a la mitad de las cúpulas rojas y a la otra mitad.
Incluso, en una entrevista con la reportera Sandra Segura lo había de hecho y derecho anunciado.
“No me he vendido, no me han comprado” dijo y lo que, claro, todos le creyeron, si se considera que atravesó el pantano de la política como alcalde, diputado federal y coordinador de Puertos y Marina Mercante, con una hoja de servicios intachable como siempre aseguró el panista de todos los tiempos, experredista que fue, el peruano Wílhem Castillo.
Pero, bueno, “caras vemos y corazones no sabemos”, el caso es que el panista (¿todavía lo es?) de pronto, a mitad del río, cuando nadie lo esperaba, renunció a cobijarse en la bandera tricolor.
Desde luego, de forma oficial lo anunció, aun cuando y como reza el adagio popular, “el fondo de la olla sólo la cuchara lo conoce”.
REBATINGA POR LAS REGIDURÍAS
Si Ávila Camberos (“Pacábulas” le llamaban en su tiempo edilicio) declinó la invitación del tricolor, digamos, porque la yunicidad lo dobló…
Si declinó porque, de pronto, zas, le recordaron un pasado siniestro que él mismo tenía olvidado…
Si los Julen Rementería lo convencieron…
Si declinó porque fue solicitud familiar en nombre, digamos, de la paz interna…algún día trascenderá.
El caso es que la familia roja quedó en la orfandad, pues está claro que era el único Narciso Mendoza capaz de derrotar al inminente candidato del PAN, el senador con licencia, Fernando Yunes Márquez.
Ahora, el PRI quedó sin candidato y cada una de las tribus busca desesperada un candidato fuerte, antes, mucho antes, digamos, de que mejor bajen el telón y se declaren vencidos por la aplanadora de los Yunes azules.
Más aún: entre las hordas rojas se resignaron ayer mismo a que sólo aspirarán, si bien les va, a quedarse con unas tres, cuatro, cinco regidurías, reproduciendo el modelito de la LXIV Legislatura en que de los 50 diputados locales sólo nueve eran del PRI, y ahora menos, pues una partecita (los Vicente Benítez, los Rodrigo García Escalante y los Juan Manuel del Castillo) formaron, ajá, su grupito independiente.
La rebatinga en el PRI, partido de oposición, por las regidurías será de película, pero de un filme de terror y de horror, cada uno con la espada desenvainada, porque se trata, como intituló el Gabo a una de sus novelas, “de una derrota anunciada”.
“TOMADURA DE PELO”…
Ávila Camberos jugó con las circunstancias hasta el penúltimo momento, digamos, dándose importancia. Si voy o no voy. Que iré si “me dedito” lo dice. Que lo estoy pensando. Que espero una señal divina como Pablo camino a Damasco. Que lo estoy sopesando.
Y, bueno, será un político honesto “a prueba de bomba”.
Pero si Manuel Gómez Morín, asesor económico del presidente Plutarco Elías Calles, fundador del Banco Ejidal y del Banco de México, hubiera tenido tantas indecisiones para renunciar a la elite priista de entonces, nunca, jamás, habría fundado el partido Acción Nacional.
Podrá, entonces, derivarse que “Pacábulas” sufrió demasiadas presiones y por eso, quizá, su respuesta tardía, cuando más, mucho más, vale en un hombre tener claro el destino inmediato, a menos, claro, que le fascine “cabecear” a los demás.
Con todo y la orfandad (y la soledad) priista, Paco Ávila habrá ganado suficientes indulgencias para entrar al reino celestial si se considera que “de los arrepentidos se vale Dios”, pero de que agarró de tontos a los priistas ni duda cabe.