Luis Velázquez
12 de diciembre de 2017
La esposa del gobernador Yunes es una mujer con bajo perfil, discreta, también la consideran una mujer cauta y prudente. Vidas paralelas, recuerda, por ejemplo, a la señora Teresa Peñafiel, esposa de Rafael Hernández Ochoa, 1974/1980, y a Esperanza Azcón, esposa de Agustín Acosta Lagunes, 1980,1986, y a Teresa Morales, esposa de Dante Delgado, 1988/1992.
También, igual que sus antecesoras, unas elites panistas dicen que la señora Leticia Márquez de Yunes ha pulido y vuelto a pulir su espíritu calculador. Tiene, claro, buen maestro, mejor dicho, compañero de vida.
Por eso, cuando el diez de diciembre, fecha del último y cuarto informe de su primogénito como presidente municipal de Boca del Río, destapara, en la tradición del sistema político a sus dos hijos, Miguel Ángel y Fernando, como futuros gobernadores, sintiéndose honrada y orgullosa, su confesión de partes trascendió en el carril político y social.
Y electoral, por supuesto.
“Tendré, dijo, dos hijos gobernadores”.
Uno, Miguel Ángel, el inminente candidato a la silla embrujada de palacio para el sexenio 2018/2024.
Y a quien pronosticó ya, ya, ya, el triunfo en las urnas.
Y dos, Fernando, quien el primero de enero tomará posesión como alcalde jarocho, listo para crecer y multiplicarse de cara a la inminente candidatura al trono imperial y faraónico del palacio de Xalapa para el sexenio 2024/2030.
Y de igual manera, con su, digamos, “bolita de cristal” profetizó que Fernando ganará la elección dentro de seis años.
Nunca Teresita Peñafiel ni Teresa Morales, pues sus hijos eran menores de edad.
Y en el caso de los hijos de doña Esperanza Azcón tomaron otros caminos.
La esposa de Yunes se ha expresado, entonces, con profundo conocimiento de causa.
Quizá por eso mismo, en el círculo íntimo de sus hijos ya llaman “presidente de la república” a Miguel Ángel, pues lo miran con madera suficiente para brincar de la gubernatura en el año 2024 a Los Pinos.
Queda cerrado el primer capítulo de la dinastía de los Kennedy del Golfo de México.
Más si se recuerda que hacia principio de año en la cancha azul trascendiera que Miguel Ángel y Fernando disputaban la candidatura a la gubernatura, de tal manera que Fernando se resistía a la candidatura edilicia, luego de que como senador de la república había caminado de norte a sur y de este a oeste de Veracruz.
El manotazo del padre, de seguro con argumentos, apostando a la esperanza y al futuro, fue contundente.
Miguel Ángel junior para gobernador y Fernando para alcalde, sin apartarse del guión trazado.
El 2024.
Omar, el otro hermano, seguirá, por ahora, en Puebla, manejando la parte empresarial del sueño familiar.
NEPOTISMO Y MONARQUÍA
Los medios pusieron en la cancha de la esposa del gobernador Yunes el tema del nepotismo y/o monarquía.
La misma monarquía, digamos, del relato bíblico donde los padres (reyes, emperadores, jefe tribales) heredaban el poder político, social y económico a los hijos, así tuvieran diez años de edad, elegidos por 30, 40 y hasta 50 años, siempre y cuando fueran leales y fieles al Dios Todopoderoso, sin caer en las tentaciones de los dioses terrenales, donde la ambición y la codicia sin límites se mezclaban y entremezclaban con el placer sexual que sucumbiera a Sodoma y Gomorra.
La misma monarquía que llevó a Napoleón Tercero a imponer a su hermano Maximiliano de Habsburgo como emperador de México descarrilando al presidente Benito Juárez y sólo como una salida porque Maximiliano peleaba el trono imperial con su hermano.
La misma monarquía que llevara a Plutarco Elías Calles a imponer a un hijo, originario de Sonora, como gobernador de Nuevo León, y a otro hijo como diputado federal y Ministro del gabinete presidencial.
“El orgullo de mi nepotismo” le llamó José López Portillo, “El señor de la Colina del Perro”, para justificar el cargo público a su hijo José Ramón, designado representante de México en la FAO.
La misma monarquía (y nepotismo) que permitió a treinta y cuatro presidentes municipales que terminarán su periodo constitucional el día 31 de diciembre (en 19 días) imponer a esposas, hijos, hermanos y amantes en las alcaldías de cuatro años.
Dijo la esposa del gobernador Yunes: “Mis chicos se han ganado el derecho a contender por la gubernatura, pues han hecho carrera política”.
Miguel Ángel junior, dos veces alcalde en Boca del Río, diputado local y coordinador del Programa Oportunidades de la SEDESOL felipista.
Y Fernando, diputado local, senador de la república y alcalde.
En la mejor tradición de los hijos de José Kennedy, el patriarca del clan político más famoso del mundo.
MORENA y el PRI están, entonces, avisados… una vez más.
Ahora, por la madre orgullosa de su esposo y de sus hijos.
Allá ellos si “se dejan comer el mandado”.
Y por lo pronto, ya se verá si el ayatola Héctor Yunes Landa se lanza a la yugular de la esposa del Yunes azul, pues el senador Pepe Yunes Zorrilla es un político civilizado, decente, cien por ciento decente, y respetuoso.
GANADAS SEIS ELECCIONES
En el carril hay criticas al nepotismo azul en Veracruz. Y cuando los medios le preguntaron “agarró el toro por los cuernos”. Los enfrentó y embistió. Reviró con argumentos. Puso, digamos, las cosas en su lugar.
Dijo:
“Imponer es cuando tu hijo no está en el medio y tú quieres ponerlo en algo.
Y cada uno de mis hijos se ha ido ganando su espacio.
Esto no es nepotismo. Miguel y Fernando hicieron diferentes carreras en la universidad y han comenzado desde abajo. Su papá no los está poniendo. De ninguna manera. Los está poniendo el pueblo”.
Miguel junior y Fernando han ganado, en conjunto, seis elecciones en las urnas. Tres veces las alcaldías y tres veces las curules, dos locales y una federal.
Van, entonces, por la séptima victoria y en donde, y como dice la señora Leticia Márquez, el ciudadano común y sencillo ha ejercido su legítimo derecho al sufragio y ha votado por ellos, digamos (si el lector agnóstico quisiera), “haiga sido como haiga sido”, pues en todo caso, con todo y el Instituto Nacional Electoral y el OPLE, siempre los derrotados denuncian trastupijes.
Digamos, entonces, que Yunes Linares ha cabildeado lo suficiente y necesario (como ahora con el primogénito) para amarrar la candidatura a un cargo de elección popular…, pero en las urnas la población decidirá.
El tiempo político electoral camina en Veracruz.
Y aun cuando la señora Márquez refiere que “nunca su papel han sido los reflectores”, también dijo a los medios que “estoy donde me llamen”.
Yo, dijo, “confío mucho en Miguel Ángel para cuidar a mis hijos”.
Y es que la batalla estelar, el campeonato por las grandes ligas en la vida pública del gobernador Yunes y su familia apenas, apenitas, está por darse.
Digamos que su tiempo en el PRI (más de 25 años) y su tiempo en el PAN (unos 12, 13 años, quizá más) han sido el laboratorio donde se ha entrenado para coronarse campeón de campeones el primero de julio del año entrante.
La batalla, pues, ha comenzado…y la señora está jugando.