Luis Velázquez
Veracruz.- Pian pianito, Fidel Herrera Beltrán prepara a su hijo, Javier Herrera Borunda, para la gubernatura de Veracruz, pero en el año 2024.
Hay mucho tiempo por delante.
El hijo es joven. Diputado federal. Tiene vara ancha en el PVEM, con su amigo Manuel Velasco Coello, el góber de Chiapas. Está palomeando las candidaturas a presidentes municipales, síndicos y regidores para este año en Veracruz.
Y el año entrante buscará la Senaduría a través, y de entrada, del PVEM, y si es posible, del PRI, el partido de su padre.
Además, con toda la riqueza del mundo, herencia paternal.
Y por añadidura, la biblioteca política ambulante que significa el góber fogoso.
Ninguna prisa tienen. Tampoco se angustian porque el hijo de Miguel Ángel Yunes Linares, Miguel Ángel junior, esté buscando la nominación del PAN para el trono imperial y faraónico de Veracruz el año entrante y ver si recibe la estafeta de su padre, el primer góber azul del territorio jarocho.
Cada quien, digamos, en su tiempo.
Así, con la experiencia y el fogueo acumulado en la curul federal, y con el paso a la senaduría, Javier Herrera abrevará la solidez política necesaria para jugar en las grandes ligas.
Incluso, y desde ahora, actúa en dos ejes.
Por un lado, apuntalando a los candidatos del PVEM a las alcaldías.
Pero también a los aspirantes del PRI.
Y más, en los feudos donde se ha metido desde la candidatura a diputado federal por la vía pluri… que le permitió actuar en varios distritos.
El góber fogoso fracasó con su Maximato eligiendo a Javier Duarte y soñando con que algunos de sus discípulos (Érick Lagos Hernández, Alberto Silva Ramos y Adolfo Mota Hernández, sobre todo) crecieran lo suficiente para disputar la gubernatura el año anterior.
Ahora, reciclado, reinventado, resucitando su misma experiencia cuando salió de Nopaltepec camino a Londres y luego al Congreso federal por vez primera y en donde estuviera en cuatro ocasiones, se mirará en su hijo Javier.
Y de nuevo, como el Sísifo de Albert Camus, a cargar la piedra en la espalda y escalar el monte para llegar a la cima.
MAXIMATO CONTRA MAXIMATO
Quizá, y sólo mirando la posibilidad, sin detenerse en la bolita de cristal, los Yunes azules se le podrían, digamos, atravesar.
Miguel Ángel junior busca la candidatura a gobernado para el sexenio 2018/2024.
En tanto, su hermano Fernando, el senador, ha anunciado que apostará su nombre y prestigio y vida para la presidencia municipal de Veracruz.
Y desde la alcaldía esperaría el año 2024 para que su hermano mayor le herede la estafeta del palacio principal de Xalapa.
Y la esperaría, porque Gustavo Sousa ni Nino Baxzi, el rey de la basura, el rey “Lopitos” jarocho, prospectos del partido rojo para la silla edilicia, lo descarrilarían.
Fernando Yunes la tiene amarrada desde ahora con todo y el nepotismo.
Y más, dado el descrédito en que Javier Duarte hundió al tricolor.
De ser así, entonces, en el 2024, los destinos de Yunes Linares y Fidel Herrera volverían a cruzarse.
Ahora, con sus hijos Fernando y Javier.
Yunes, jugando con su Maximato.
Y Fidel, resucitando el Maximato perdido y que sólo le alcanzara para la Decena Trágica del año 2004 al 2016, aun cuando Javier Duarte le salió rezongón como Lázaro Cárdenas a Plutarco Elías Calles y terminara, y por desgracia, como Victoriano Huerta, en ningún momento con cirrosis, sino en el peor descrédito nacional.
TODO POR LOS HIJOS…
En el año 2024, Fidel Herrera tendrá, con todo y los remedios caseros de la Cuenca del Papaloapan, 75 años.
Y Miguel Ángel Yunes Linares, 73 años.
Ojalá que uno y otro en buenas condiciones de salud, lúcidos, impetuosos y volcánicos, llenos de energía, activos, actuantes, para ver a sus hijos en la lucha política y aportar cada uno sus experiencias y relaciones a la causa.
De cualquier forma, los hijos estarán nutriéndose en sus vivencias y fogueos, cierto, como lecciones de vida pública, pero también para madurar lo más pronto posible.
Y más, porque el relato bíblico así lo sentencia: los padres heredarán a los hijos, pues ni modo hereden, en términos generales, a la esposa, a los hermanos o a los sobrinos.
Y como en el caso, y aun cuando la herencia económica es importante, más, mucho más significativa es la herencia política, la herencia cultural, la herencia en la vida pública.
Y por añadidura, las relaciones amicales que como en las grandes familias políticas significa extender las amistades personales hasta los hijos como parte de lo que algunos llaman “la hijocracia”, es decir, el poder público para los hijos.
Un filósofo por ahí dice que sólo existe el presente, pues el pasado pasado es y el futuro apenas está por suceder.
Cierto.
Pero en política, como en la vida, ninguna biografía se construye de la noche a la mañana, sino en cada nuevo amanecer se va armando como el famoso modelito del cronopio Julio Cortázar.
Por eso, la gran pelea de Fidel y Miguel Ángel por los hijos.
La gubernatura los espera en un Veracruz donde sólo ellos parecen sonar, dueños únicos de la pelota.