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Expediente 2017: Historia de un corrupto

Staff El Piñero

Luis Velázquez

Veracruz.-Ahora sí, y luego del atroz resultado de la Cuenta Pública 2015, ha de parafrasearse a Mario Vargas Llosa en “Conversaciones en la catedral” y preguntarse cuándo, en qué momento, pero más aún, por qué, Javier Duarte empezó a joderse y siguió jodiéndose y pudriéndosele el alma, y lo peor, jodiendo a Veracruz?

Y más aún, pudriendo, digamos, a parte del gabinete legal y ampliado y pudriendo a los amigos, socios, aliados y cómplices (Moisés Mansur, Jaime Porres y Frankli García), y/o en todo caso, encontrándose todos ellos “como las piedras rodando” porque tienen “almas gemelas”.

Unos políticos que los conocen y otros que participaron en el duartazgo y otros que lo han escudriñado como objeto y sujeto de estudio dicen que Duarte cursó la licenciatura, la maestría y el doctorado en corrupción al lado de Fidel Herrera Beltrán, a quien perfilan como el padre de la peor corrupción en el Golfo de México.

Aun cuando, dicen, “el alumno rebasó al maestro”.

Y con mucho, pues, y por ejemplo, la creación de las empresas fantasmas se dio con Duarte y cuando al mismo tiempo, otros gobernadores, entre ellos, César Duarte, de Chihuahua, y Roberto Borge, de Quintana Roo, también las concibieron, quizá como vasos comunicantes.

Así, cuando Duarte brincó de la subsecretaría a la secretaría de Finanzas y Planeación significó un doble, triple doctorado corruptor y corruptivo, pues, y como decía Flavino Ríos, el góber interino, “yo ví a Fidel meterse la mano al pantalón y sacar los fajos de billetes de 500 y mil pesos y repartirlos sin control”.

Después, Duarte estudió un cuarto doctorado cuando pasó a diputado federal y fue compañero de Luis Videgaray en el Congreso de la Unión y Videgaray lo acercara con Enrique Peña Nieto, gobernador en el estado de México.

Y en ningún momento porque Peña Nieto lo haya corrompido, sino porque ya presidente, y si es cierto como siempre se ha afirmado que Duarte, góber tuitero, financió a Enrique Peña para la campaña presidencial, el prófugo “se creció al castigo” y fue “la plenitud del pinche poder”.

Y lo fue, porque en un sistema político donde el inquilino de Los Pinos es todo, Duarte se creyó y sintió con derecho de picaporte en el palacio nacional, y en nombre de las instituciones, ajá, hizo y deshizo.

Se corrompió y corrompió a los demás.

Puso a los secretarios y tesoreros de Finanzas y a la Comisión de Vigilancia del Congreso y al ORFIS “a sus pies”.

Y a diestra y siniestra, Duarte siguió “ordeñando la vaca”.

Por eso, el Auditor Superior de la Federación, Juan Manuel Portal, lo dijo la semana anterior al rendir el informe de la Cuenta Pública 2015:

Veracruz, con Duarte, es el peor cochinero del país.

Y lo peor:

Será difícil, imposible, que Veracruz se recupere.

 

RED DE COMPLICIDADES

 

Duarte, observan unos políticos priistas, se corrompió porque tejió y destejió una insólita red de complicidades tanto en el gobierno de Veracruz como en el altiplano.

Bastaría referir que hacia el año 2011, el primero de los seis secretarios de Finanzas y Planeación, Tomás Ruiz González, el genio del SAT, cabildeó la reestructuración de la deuda heredada por Fidel Herrera y en cuyo sexenio Duarte fue el mandamás de la SEFIPLAN.

La deuda pública sufrió tres pasos estelares:

La primera: se concentró en tres bancos, cuyos dueños eran, y son, Carlos Slim Helú, Olegario Vázquez Raña y los familiares de Roberto González, “El maseco”.

La segunda: fue ampliada a 30 años.

Y la tercera: sólo pagando intereses, con lo que la deuda pública, que seguía creciendo, se multiplicó de cara al presente y al futuro.

Y en tal operativo, Tomás Ruiz y Duarte se habrían ido “cabezones”, simple y llanamente, con un dos, un tres, cuatro por ciento…digamos, de comisión por tanto desgaste encefálico.

Después, Duarte solito fue descarrilando cuando, por ejemplo, impuso en la tesorería de la SEFIPLAN a gente a su servicio total y absoluto, y quienes estuvieron encima de los secretarios.

Fue el tiempo, el gran tiempo, entre otros, de Vicente Benítez González, cuando se les saliera de control el caso de “Las maletas voladoras”, unos 25 millones de pesos que intentaron traficar por “debajo de la mesa”.

Y de Antonio Tarek Abdalá, el diputado federal acusado del desvío de más de dos mil millones de pesos y contra quien el Fiscal ha solicitado el desafuero.

Y de Juan Manuel del Castillo como subsecretario de Finanzas y Planeación.

 

DUARTE, “SUPERFICIAL, TONTO Y ENGREÍDO”

 

El académico, sociólogo y politólogo, Eduardo de la Torre Jaramillo, un estudioso de la vida pública, fue amigo de Manuel Camacho Solís, el amigo incómodo de Carlos Salinas.

Un día, por aquel tiempo, Camacho Solís, quien nunca, jamás, se expresaba mal de nadie, le describió a Javier Duarte de la siguiente manera:

“Es un joven político superficial, tonto, engreído y el poder ya lo perdió”.

Dueño del día y de la noche, con un gabinete legal y ampliado sometido, sometido el ORFIS, sometidos los poderes Legislativo y Judicial, y parte de las elites sociales de Veracruz, entre ellas, la iglesia, y los medios, rodeado de políticos voraces atrás del billete fácil, y de barbies enfermas de poder, con derecho de picaporte en Los Pinos, Javier Duarte ha entrado a la historia nacional casi al mismo nivel que Mario Villanueva, y que son palabras mayores.

El culto a la personalidad, la egolatría y la ambición sin límites lo hundieron por completo, a tal grado que la PGR lo busca por delincuencia organizada, lavado de dinero, enriquecimiento ilícito y peculado desde hace 126 días.

 

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