Luis Velázquez
Durante 48 días, Flavino Ríos Alvarado vivió el paraíso terrenal como gobernador interino. Ahora, vive “el infierno tan temido” del que hablaba la monja ilustre.
Por ejemplo:
Según las versiones, a cada rato es citado en la Fiscalía para, entre otras cositas, declarar sobre la investigación en el manejo de los fideicomisos del gobierno de Veracruz, pues de acuerdo con la ley era parte fundamental.
Y según las versiones, cada vez que por ahí llega, el Fiscal, tan dado a pitorrearse del resto del mundo, se mofa del ex gobernador, ex secretario General de Gobierno (en dos ocasiones) y de Educación, ex diputado local, doctor en Derecho por la UNAM, académico de la UV.
En contraparte, resulta curioso, indicativo y significativo que ni el ex Contralor, Ricardo García Guzmán, ni el ex secretario de Finanzas y Planeación, Antonio Gómez Pelegrín (tan unidos entre sí) sean convocados por la Fiscalía.
Claro, el Contralor azul ya exoneró por completo a García Guzmán (con todo y su condición de que era Comisario), en tanto a Pelegrín nadie lo toca, a pesar, incluso, de aquella furibunda advertencia (cuando el palacio de Xalapa estaba tomado por los alcaldes del PRD y PAN) del ex diputado federal, Humberto Alonso (alcalde electo de Boca del Río) de que debía estar en la cárcel.
Es más, las versiones son de que el ex Fiscal, Luis Ángel Bravo Contreras, se volvió intocable (con todo y estar en la mira de la diputada Josefina Gamboa Torales), porque luego de entregar (flojito y cooperando) la dependencia para la que fue elegido por nueve años, el jefe Diego Fernández de Cevallos intervino a su favor y el góber azul todo le perdonó.
Flavino Ríos, sin embargo, está en la mira, carecerá de padrinos influyentes y poderosos, y ni modo, ya lo dijo Benito Juárez en el siglo pasado, “para los amigos, justicia y gracia, y para los otros, justicia a secas”.
ÁNGELES DE LA PUREZA
Con todo y su infierno, Flavino también estaría recibiendo el trato de amigo juarista.
Por lo siguiente:
Cierto, estaría yendo a declarar y será fastidioso y denigrante, quizá, pero aquella balandronada de que le quitarían su notaría pública de Minatitlán sólo quedó en el simple gritito del pastor oaxaqueño cuidando las ovejas.
Nunca se la quitaron. La sigue usufructuando. Y en el carril político se asegura que únicamente fue bravuconería, reality-show, noticia efímera de un día.
Es más, en los últimos seis meses y 23 días, las baterías también se han enfocado a otros ex funcionarios y nada de nada.
Por ejemplo, ha trascendido que el ex secretario de Finanzas y Planeación y de Infraestructura y Obra Pública, Tomás Ruiz González, estaba amparado.
Y en realidad, está muy quitado de la pena en la Ciudad de México, atendiendo su negocio de los casinos.
También se habló de que Caleb Navarro, ex subsecretario de la SIOP, era operador de Javier Duarte con varios ejes, uno de ellos, que lleva, se afirma, a la constructora propiedad de Rogelio Franco Castán, entonces, presidente del CDE del PRD.
Y sin embargo, ninguna denuncia, ni siquiera, vaya, una sanción administrativa.
Es el caso de Gerardo Buganza Salmerón, ex de la SEGOB (en dos ocasiones) y de la SIOP en el sexenio anterior, viejo conocido del góber azul, y hasta el momento, un ángel de la pureza, y que significaría que en la dependencia nunca, jamás, hubo trastupijes y habrían encarnado el símbolo de la honestidad, la transparencia y la rendición de cuentas.
Por eso mismo, resulta curioso, extraño y raro que la corrupción, además de Javier Duarte, se haya centrado en la secretaría de Finanzas y Planeación (con Mauricio Audirac y Carlos Aguirre Morales, prófugo, ajá, de la justicia), Seguridad Pública (Arturo Bermúdez) y la dirección de Comunicación Social (Gina Domínguez, pues Alberto Silva sigue tan feliz y campante preparando su boda en Tuxpan).
“TELA DE DONDE CORTAR”
El senador Héctor Yunes Landa lo ha expresado con claridad meridiana: el bienio azul trae azorrillados a un montón de ex funcionarios con aquella cantaleta de que la Fiscalía tiene 67 denuncias penales en contra de igual número de duartistas.
Además, que tiene abiertas setecientos investigaciones que implican a más de un centenar.
El mismo senador ha sido objeto de “los calambres” que en ningún momento han funcionado, porque el (ex) primo del góber azul ni se sume ni se arrodilla ni “le tiemblan las corvas” y sigue de frente con su rafagueo político y social a la política errática del gobierno de Veracruz.
Pero, bueno, con Javier Duarte preso en un penal militar de Guatemala y durmiendo en cama de piedra y sin ventilador, solicitada ya su extradición por el Peñismo, “hay mucha tela de donde seguir cortando” de aquí a las cinco elecciones locales y federales del año entrante.
Siete meses (que en 7 días se cumplirán) han sido insuficientes al bienio azul para hacer cachitos al duartismo y al partido tricolor, y como la estrategia ha, digamos, funcionado, entonces, Flavino Ríos y compañía seguirán citados a la Fiscalía y el Fiscal tendrá motivos para pitorrearse más, sin ningún respeto a la dignidad humana.