Luis Velázquez
08 de diciembre de 2017
En el año 2003, dos campesinos de Veracruz se lanzaron como candidatos priistas a la diputación federal.
Uno, Daniel Pérez Valdés, por el distrito de Huatusco, y el otro, Juan Carlos Molina Palacios, por el distrito de Cosamaloapan.
Entonces, diríamos, eran imberbes, audaces y temerarios.
Soñaban con lo imposible, pues, como dice el viejito del pueblo, de los mundos posibles estamos hastiados.
Y con todo y la fuerza y la energía de su juventud, los dos fueron derrotados en las urnas.
Molina Palacios, por ejemplo, fue descarrilado por Diego Palmeros Andrade.
Y oh circunstancias extrañas y raras de la vida, tiempo después, y por otras razones, un hermano de Diego Palmeros fue asesinado en Cosamaloapan.
Ni modo, uno y otro quedaron con las ganas de formar parte del Congreso de la Unión en el tiempo en que Miguel Ángel Osorio Chong, la profe Elba Esther Gordillo, Miguel Ángel Yunes Linares, Víctor Flores Morales, Jorge Uscanga Escobar y Fidel Kuri Grajales fueron diputados federales.
Ahora, Pérez Valdés es líder máximo de los cañeros de la CNC, Confederación Nacional Campesina, y Molina, presidente de la Liga de Comunidades Agrarias, y que antes de su llegaba estaba peor, pues otros dirigentes le llamaban, con sorna, Liga de Calamidades.
Los astros, para su fortuna, se han cruzado y salvo un sismo galáctico femenino será candidato al Senado de la República.
Por eso, incluso, anda de dama de compañía del senador Pepe Yunes Zorrilla, luego de levantar un muro, muro Donald Trump, muro de Berlín, muro de la franja de Gaza, con Héctor Yunes Landa, su ex amigo y su ex compadre, a quien el año anterior le diera “hacha, calabaza y miel” como candidato a la silla embrujada de palacio.
LA PROFECÍA PUEDE CUMPLIRSE
Muchas cosas suelen predicar los profetas del desastre en la mesa sobre la vida y milagros de Molina Palacios.
Un día, en el duartazgo, un priista lo dijo así:
“Molina le dará un susto a Javier Duarte”.
Aquella profecía nunca se cumplió. Tampoco nadie le ha demostrado una vida tormentosa y huracanada.
Lo cierto es que cuando Eloy Chiunti fue presidente municipal de Cosamaloapan, Molina fue tesorero municipal, y como los cables estaban cruzados con el gobierno de Veracruz, se sublevó a “las fuerzas del mal” y encabezó la primera gran marcha de su biografía política y campesina y bloqueó la carretera en la Cuenca del Papaloapan.
Ahora, por el contrario, en el duartazgo solía organizar mítines multitudinarios (más de veinte, treinta mil compitas) en cada uno, y que de paso, para calentar el corazón y el cuerpo, terminaba con un bailongo de primer nivel.
¡Vaya, hasta Julión Álvarez (acusado de malas amistades) amenizó una fiestecita!
También, claro, un hijo de Lupita D’Alessio, y cuya vida fue transmitida en una televisora nacional, y en donde se mostró al desnudo con los pecados de su pasado irrepetible.
Y en caso de que ahora cuaje la candidatura al Senado, Molina Palacios estremecerá a Veracruz con un fervor priista incendiario en cada mitin que tanto el panista Julen Rementería como la morenista Rocío Nahle temblarán en toda su geografía humana.
UN ZAPATISTA EN EL SENADO
Nunca por la vía priista el campo de Veracruz ha tenido una senaduría.
El único caso, digamos, y por la vía opositora, fue con el gurú cañero, Arturo Hérviz Reyes, presidente municipal electo de Ángel R. Cabada y que será por segunda ocasión, luego de caminar en el Congreso de la Unión en las dos cámaras, y en el Congreso local, y en el liderazgo estatal del PRD y como candidato (fallido) a la gubernatura y que terminara levantando la mano al triunfador Miguel Alemán Velasco.
En el año del caldo, un campesino llegó al Senado. Fue Mario Hernández Posadas, “El tigre”, cuyo bigotazo era más grande que el de Emiliano Zapata.
Eran otros tiempos, cuando el PRI era el partido dominante tanto en Veracruz como en el resto del país.
Y cuando el presidente de la república imponía por dedazo a los senadores, sin ningún temor de una derrota electoral.
Y cuando todos sabían que la curul senatorial era, por lo general, la antesala para mudarse a la silla embrujada del palacio principal de Xalapa.
Incluso, así lo creyó “El tigre”, y así lo festinaron sus amigos.
Pero fallaron las circunstancias y los astros se reacomodaron por otros lados, como todo parece ahora con la Barbie delegada federal de la secretaría de Desarrollo Social, Anilú Ingram, luego de que su gran padrino, Miguel Ángel Osorio Chong, perdiera la candidatura presidencial como secretario de Gobernación.
Ironías de la vida:
De ser así, Anilú habría quedado fuera, pero Molinas Palacios trepado en la cresta victoriosa, luego de que la Ingram lo llevara al Palacio de Bucareli y formaran una mancuerna envidiable que se paseaba con firmeza ante las elites rojas de Veracruz.
La vida tal cual. Lo decía Jorge Uscanga Escobar, quien coleccionó todos los cargos públicos menos el de la gubernatura:
“Te acuestas candidato y te levantas en la lona”.
Claro, Uscanga también tiene otra frasecita bíblica. “En política, dice, no hay hombre (ni tampoco mujer) muerto”.
La moneda sigue girando en el aire y nadie sabe hacia el final del día el lado en que aterrizará.
Pero si Molina Palacios cae para arriba con la candidatura y gana, será el primer campesino cañero y ganadero (primeros lugares internacionales en la cría de ganado cebú) que en el siglo XXI sea acogido en el Congreso federal.
Hace muchos años inició en la vida pública viviendo en una casita Infonavit, y ahora, con Javier Duarte preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, está rozando el cielo con la yema de los dedos.
En política, decía el tótem del grupo Atlacomulco, Carlos Han González, quien tiene la operación electoral y el billete… gana en las urnas y entra a la gloria.
Todo sea por el millón de indígenas y los dos millones de campesinos de Veracruz que necesitan un Emiliano Zapata en la más alta tribuna parlamentaria de la nación.