Luis Velázquez
24 de febrero de 2017
La grandeza social, moral y ética de la política (Roma, Grecia, Francia, Inglaterra, etcétera) se ha reducido a un pleito de vecindad entre Andrés Manuel López Obrador y Miguel Ángel Yunes Linares:
AMLO a Yunes, por ejemplo:
Yunes “maicea” a los reporteros de Veracruz. Duarte es muy corrupto. Pero Yunes también es muy corrupto. Son la misma mafia. Incluso, el expanista Rafael Acosta Croda, “El loco”, “tiene más solvencia moral que Yunes Linares”.
Yunes Linares, entonces, revirando a López Obrador:
Es un corrupto. Un bocón. Un desequilibrado mental. Un desquiciado y un autoritario. Toda su vida ha sido un vividor.
Así, AMLO refutó al góber azul:
“Reto a Yunes a que me demuestre que Duarte financió a MORENA. Y si lo demuestra renuncio a la política. Pero si no, entonces, que él renuncie a la gubernatura”.
Yunes, en cambio, trepado en el ring y la plaza pública, el mercado popular, le documentó algunos negocitos con cargo al erario en el duartazgo.
El bombardeo verbal entre el gobernador de Veracruz y el gurú nacional de MORENA empezó temprano, cuando AMLO aterrizó en el aeropuerto “Heriberto Jara” para un periplo de tres días en Veracruz.
Ahí, lanzó el primer rafagueo. Yunes “maicea” a la prensa local.
Y fiel a su estilo, congruente consigo mismo, Yunes reviró, pues así se metía en las grandes ligas nacionales, después de que esta misma semana, el tabasqueño rafagueó a los secretarios de Gobernación y Marina y a Felipe Calderón, el antiguo patrón de Yunes, y de paso, al escritor Francisco Moreno.
El debate, pues, por la vida pública, la política y la democracia, la construcción el destino social, reducido a un chismarajo en el molino de nixtamal y en la carnicería del tianguis.
Las grandes ideas por un mundo mejor, con servicios sociales, incluídas fuentes de empleo, y justicia pronta y expedita, alcanzando la más alta expresión.
Que Aristóteles, Platón, Séneca, Suetonio o Plotinio. Que Thomas Hobb o Maquiavelo. Que Winston Churchill, Marx o Lenin. Que Francisco I. Madero o Sebastián Lerdo de Tejada. Que Jesús Reyes Heroles.
AMLO y Yunes, en la más alta dimensión ideológica.
La política, redondeada a los adjetivos calificativos. El lodazal y el cochinero como agravio y ofensa máxima. Hombres que pudieron ser de ideas, en el fango.
Y aunque suene churrigueresco, “hay aves que cruzan el pantano y no se manchan. Mi plumaje es de esos” decía Salvador Díaz Mirón, ajá, cada quien “escupiendo para arriba”.
ALCALDÍAS EN DISPUTA
Y mientras Yunes posteó su versión, López Obrador se fue más allá en su periódico “Regeneración” y recordó el caso de la pederastia que fue relatado en el libro “Los demonios del Edén” de la escritora Lydia Cacho.
Más aún: también citó el caso de los Panamá Papers donde uno de sus hijos es involucrado.
En el fondo, mejor dicho, en la superficie está la disputa que se dará entre el PAN de Yunes y la MORENA de AMLO el 4 de junio del año que corre por las 212 presidencias municipales y las 3,500 sindicaturas y regidurías.
Y el año entrante, por las diputaciones locales y federales y las senadurías y la gubernatura de seis años y la presidencia de la república.
Incluso, tanto Yunes como AMLO se creen seguros de que triunfarán en las urnas en las seis elecciones en puerta como si de plano tuvieran una bolita de cristal con un karma espléndido y vientos favorables.
La rebatinga por el poder. Simple y llanamente, por el poder, porque con todo y Yunicidad y todo y López Obrador, la miseria, la pobreza y la jodidez siguen latentes en los pueblos donde cada uno ha gobernado.
Además, y lo peor: los dos se acusan de corruptos.
Incluso, de “muy corruptos”.
Peor tantito, de corruptos y bocones.
Tantito peor, de vividores, pues uno y otro todas sus vidas han desempeñado cargos públicos y partidistas, y no obstante, y más allá “de vivir con la medianía del salario”, Yunes, con “una mansión mejor que la de Barack Obama”, y López Obrador, con un rancho con el que soñaría la mitad de la población y la otra mitad.
EL MARQUÉS DE SADE, ÁNGEL DE LA PUREZA
Ha de preguntarse si con debates así, mejor dicho, con las locuras y excesos verbales de tal tipo, la población gana, digamos, en madurez democrática, en calidad de vida, en mejor educación civil, en desarrollo personal, en perspectivas hacia el futuro inmediato y mediato, en el respeto a los derechos humanos y a la dignidad y en la sana convivencia social.
En todo caso se asiste a una verdulería con pasarela mediática, donde ni el que ofende más gana ni tampoco el que grita más ni menos, mucho menos, el que más, digamos, humilla al otro.
La política, en la peor exposición amoral, pues ni uno ni otro multiplican y consolidan el respeto de la población electoral.
Así hablan. Así se manifiestan. Así piensan. Así viven. Así tratan a los demás. Así expresan sus más altos y nobles sentimientos y pensamientos. Así son sus valores y principios.
Por eso, el desencanto social. Por eso mismo, el abstencionismo. Por eso, ni hablar, la compra de votos.
Por eso, los políticos en el último escalón de la confianza y la credibilidad ciudadana.
En vez de argumentos, documentos, pruebas notariales, testimonios fehacientes, denuncias penales, seguimiento a las denuncias, etcétera, el ditirambo, el fuego artificial, los gritos desaforados, los improperios.
La política como un cochinero, sin debate de cultura, sólo lleno de adjetivos calificativos ramplones y baratos, demasiado manoseados.
El marqués de Sade escribiendo sus textos en las paredes de la crujía con su excremento luchando por su libertad se vuelve un ángel de la pureza.